En ese territorio estepario del norte del Mar Negro, en donde hoy está Ucrania, y el estrecho del Bósforo, un cruce hacia todos lados, en donde se ha demarcado un límite que actualmente exacerba las tensiones por una posible guerra impredecible, allí, en ese lugar, comenzó hace 6.500 años la oposición entre un oriente y un occidente que dividió no sólo el globo terráqueo, sino a la humanidad misma.
Un pasado lejano y oscuro por supuesto no será tema de los noticieros. Las historias que yacen en esos remotos días han estado restringidas a las investigaciones de los arqueólogos: los de los tiempos de la Unión Soviética y los de ahora. Si embargo, recientes expresiones del presidente de Rusia, V. Putin, en su discurso a la nación el pasado 22 de febrero, a propósito del reconocimiento de las repúblicas de Lugansk y Donetsk, han traído a la actualidad sucesos de la historia moderna que, como veremos, hunden sus raíces en un pasado milenario. Al referirse a la formación del actual estado ucraniano Putin mencionó la separación de millones de personas de sus territorios históricos y las concesiones otorgadas a los nacionalistas por los bolcheviques.
Lo de nacionalistas podría entenderse sólo como un deseo de independencia del bloque soviético o de la actual federación rusa, pero no es únicamente esto, ya que unos tales nacionalistas continúan hoy dentro de los límites de los estados independientes manifestándose como si fueran una parte diferente al resto de la población. Además ¿qué es eso de territorios históricos? En otro momento el presidente ruso se había referido a la persecución de las autoridades ucranianas contra los ruso hablantes ¿por qué esa diferencia de idioma en un mismo estado?
Vestigios en donde comenzó todo
Los territorios vecinos al mar Negro, con Ucrania incluida, albergan un cúmulo de materiales enterrados varias decenas de metros bajo tierra, desde hace miles de años. A comienzos del siglo pasado arqueólogos de Europa y la Unión Soviética comenzaron a extraer los testimonios materiales de hechos pasados de los que apenas parecía tenerse sospecha. Los soviéticos manifestaban buscar su prehistoria y los europeos se lanzaban a buscar la patria de sus ancestros indoeuropeos, aquellos que habían ocupado toda Europa, impuesto su lengua e inaugurado la civilización occidental. Hoy permanecen almacenadas toneladas de materiales extraídos de yacimientos de aquella región y se han escrito cientos de documentos con las interpretaciones de arqueólogos, etnólogos, lingüistas e historiadores. Las excavaciones fueron sacando a la luz varias capas de poblados que mostraban haber sido abandonados o destruidos con violencia (muchos quemados) y vueltos a reconstruir una y otra vez, en un lapso de aproximadamente 4.000 años.
Lo que incontestablemente tenía que llamar la atención de los arqueólogos es que las primeras capas de pueblos colapsados coincidían cronológicamente con la aparición de túmulos funerarios (que se han llamado kurganes) en los que aparecían restos masculinos, huesos de caballos domesticados y armas. Los sepulcros de los poblados eran colectivos y no contenían ni huesos de caballos, ni armas.
La lectura de los yacimientos
Lo que han expuesto los documentos arqueológicos acerca de lo hallado en las excavaciones, ha sido algo así como una academia detrás del telón de la historia oficial que ha narrado una gloriosa civilización occidental indoeuropea. Y mientras se publicaban miles de trabajos inventariando lo encontrado en los yacimientos durante la primera mitad del siglo pasado, en 1956 una arqueóloga lituana sacudió el mundo de las clasificaciones y descripciones para reconstruir un cuadro general de lo que había pasado[2]. Esta exposición pasó a llamarse la hipótesis Kurgán, un referente obligado y controversial que permeó el campo de la arqueología.
En términos muy breves lo que se plantea es un amplio desplazamiento en el tiempo y en el espacio, (en tres oleadas, 4.500 a. C., 3.500 a. C. y 2.800 a. C.) de grupos masculinos que habrían irrumpido a caballo, de manera violenta, en las comunidades neolíticas del este de Europa y en las regiones intermedias del Cáucaso. Estos grupos, identificados por los túmulos funerarios o kurganes, procedían de regiones entre los ríos Volga y Ural (en donde se ha ubicado la domesticación del caballo). Esta sería la patria originaria de los protoindoeuropeos y los que llegaban a caballo eran los indoeuropeos.
Como consecuencia de estos embates se habría producido una discontinuidad cultural, la destrucción de las comunidades agrícolas de lo que Gimbutas llamó la Vieja Europa y la instauración de un nuevo orden Kurgán. “La tradición Kurgán representa un completo contraste con la civilización de la Vieja Europa que era, principalmente, pacífica, sedentaria, matrilineal e igualitaria entre sexos. Los Kurgán eran una cultura belicosa, patriarcal y jerárquica…”[3].
Pero, además en la primera mitad del siglo XX estaban los arqueólogos que exaltaban a los que habían llegado a territorio europeo, Anatolia, India y cercano oriente, llamados indoeuropeos, indoiranios o arios, y que se habían impuesto como una aristocracia dominante que terminaría por ocupar el norte y centro de Europa[4]. “ (… ) En su progreso triunfante repetidamente se anexaron regiones previamente ocupadas por tipos de cultura más alta. Y tal reemplazo de más alto por menos es sólo explicable en términos raciales (…) Sus autores crecían desde ser un grupo originalmente pobre e insignificante a un poder dominante en el mundo occidental”).[5]
Algunas culturas agrícolas, antes de la llegada de los esteparios, habían alcanzado un desarrollo considerable en la artesanía de los metales. Mencionamos la llamada cultura Cucuteni-Tripoly que ha recibido especial atención por parte de los arqueólogos. Esta cultura hacia parte de la cultura Mariupol del póntico norte. “Estaba en Ucrania oriental, en las cuencas bajas de los ríos Dniéper, Don y Donetsy en Crimea”.[6] Actualmente en el sur de Donetsk se encuentra una ciudad llamada Mariupol que hace parte del actual Donbass en conflicto. Todo esto en las vecindades del mar Negro.
Borrón y cuenta nueva
Luego de la caída de la Unión Soviética se dio un vuelco a lo que la arqueología del siglo XX había presentado. La patria de los indoeuropeos en las lejanas estepas donde sus habitantes vivían de la recolección y la caza, así como la imagen primitiva de los ancestros protoindoeuropeos, la verdad es que todo esto parecía no concordar con lo que la historia oficial había posicionado como civilización occidental. Había que dar “una nueva y fresca mirada a lo que mostraban los yacimientos”. Para delinear el nuevo enfoque se realizó en la Universidad de Chicago en 2002, la Conferencia sobre Arqueología Euroasiática [7]. Desde entonces los escritos arqueológicos, por lo general, sólo contienen bibliografía posterior al 2000 y se han acuñado términos similares para sus interpretaciones.
Ahora la patria indoeuropea no se ubicaría en las lejanas estepas orientales Volga-Ural, sino en las llamadas estepas póntico-capias ubicadas al norte del mar Negro, precisamente en la misma región en la que habían surgido las comunidades agrícolas como Cucuteni-Tripoly, en donde hoy está Ucrania. Por otra parte, los ancestros indoeuropeos se señalarán no desde el 4500 a. C. si no a partir del tercer milenio a. C., al inicio de la edad de bronce, y no se los mencionará como kurganes sino como cultura Yamnaya. Pero, a esta cultura, de la que hasta hoy no se tenía mayor noticia en la historia universal se le atribuirán las mismas prácticas de túmulos funerarios (kurganes) con sus guerreros armados, y se los situará en el inicio de una aristocracia guerrera que se impondrá sobre los grupos autóctonos.
Otro lineamiento es asumir y argumentar que estos guerreros crearon la primera economía productiva de las estepas basada en la ganadería. Para entonces la agricultura ya había sido reducida. Se afirmará además que no fueron los esteparios los destructores de las comunidades agrícolas y que su colapso obedeció a cambios climáticos o a crisis internas
¿Y qué pasó con los pobladores de la Vieja Europa?
En la mañana del 2 de octubre de 2018 la edición digital del periódico El País publicaba un artículo titulado Una invasión borró del mapa a los hombres de la península Ibérica hace 4.500 años[8]. El mismo director de los estudios genéticos que habían dado lugar a esta noticia anotaba:
Hay un reemplazo completo del cromosoma Y. (…) El ADN de los varones originarios desapareció del conjunto de genes (de los europeos actuales). Eso significa que los hombres que ingresaron a la península Ibérica tuvieron acceso preferencial a las mujeres locales, una y otra vez (…) La nueva población Yamnaya surgió en el lejano este de Europa en las estepas al norte de los mares Negro y Caspio (…) La colisión de estas dos poblaciones no fue amistosa, ni siquiera igual, sino que los varones foráneos desplazaron a los locales y lo hicieron casi por completo.[9]
Pese a lo que se ha pretendido mostrar como exterminio de los pobladores masculinos de las comunidades originarias de Europa, los escritos de los arqueólogos, incluyendo a los postsoviéticos, revelan una intrusión de los Yamnaya en las comunidades de la Vieja Europa, sobre todo de aquellas con artesanos que sabían trabajar los metales. Eran los artesanos masculinos de estos poblados los que elaboraban las armas de los jefes guerreros. “(…) El elemento estepario empleaba la cultura material Tripoly pero claramente declaraban su mayor prestigio, riqueza y poder militar.”[10]
Se han indicado varias “culturas del bronce” en Europa oriental y los Balcanes, pero Cucuteni-Tripoly tuvo un interés particular para los Yamnaya. De esta cultura se conocen aproximadamente cinco estratos de destrucciones y reconstrucciones, así como cementerios colectivos con espantosos signos de violencia. Una costumbre extraña, pero que debió ser significativa para los artesanos, es que enterraban vasijas con cremaciones de sus muertos junto con objetos de bronce (guacas de armas y joyas). Esas culturas del bronce serían los ancestros de los eslavos. Sobra decir que actualmente los rusos se asimilan a los eslavos.
Cucuteni-Tripoly terminó por sucumbir a comienzos del tercer milenio a. C. y hoy se debate álgidamente entre los arqueólogos las razones de su declive. “Durante la segunda guerra mundial, los académicos rusos Grekov y Ribakov lanzan la idea de que el sistema estatal ruso tiene sus raíces en la cultura de Tripoly”. [11]
Entonces, ¿si esta región es la patria de los ancestros de los eslavos podría reclamarse también como patria de los indoeuropeos con sus ancestros Yamnaya? Para los arqueólogos postnoventa, antes que establecer con precisión el lugar de procedencia de estos Yamnaya, cuenta sobre todo el lugar de su cultura formativa, o lo que han dado en llamar provincia-histórico-cultural. Llama la atención que las enciclopedias incluyen a los eslavos dentro de los indoeuropeos.
Quedan preguntas, cuyas respuestas deberían encajar en todo esto. Por ejemplo:
¿Por qué de los eslavos sólo se tiene noticia a partir del siglo V d. C.?
¿Por qué se dice que vivieron refugiados en cuevas durante largo tiempo?
¿Quiénes instauraron la dinastía Rúrika en el territorio al que nos hemos estado refiriendo?
¿Por qué el idioma de los actuales ucranianos se asimila con el eslavo antiguo, a diferencia del ruso?
¿Las incursiones guerreras de los eslavos al centro y sur de Europa fueron una reconquista?
Las consecuencias a hoy de un pasado en la neblina
A riesgo de enmarcar entre los “conspiranoicos”, debemos mencionar situaciones recientes cuyo hilo parece pender de aquellos remotos tiempos, y que hoy se manifiestan como exacerbaciones de nacionalismos extremos con tintes nazis, que buscan su vínculo con el occidente indoeuropeo. Esto, pese a que ya han quedado atrás los tiempos de la Unión Soviética y de la guerra fría. ¿Qué se busca entonces?
¿Pretensiones supremacistas? Comencemos con la supuesta imposición del cromosoma Y de los Yamnaya en la población masculina europea y de otras regiones como el norte de la India, Norteamérica, Australia entre otros. Veamos lo que anotó el mismo investigador que había motivado los titulares del diario El País: “Simplemente ya no es posible ignorar las diferencias genéticas entre razas (…) debemos prepararnos para evidencia genética de diferencias raciales en conducta o salud (…)”[12]
Los mismos grupos que establecieron la indoeuropeización se desplazaron también hacia Anatolia, Asia central, Irán, Mesopotamia, cercano oriente y África. Estos grupos se dividieron en varias familias (germanos, celtas, godos, escitas, etc.) de las que se tiene noticias hasta la Edad Media. Pese a la destrucción y desestabilización que ocasionaron en las antiguas civilizaciones, nunca lograron establecerse o imponerse permanentemente allí, como sí lo hicieron en Europa. No obstante, aquellos lugares por donde pasaron o donde en algún momento estuvieron, han sido y continúan siendo focos de conflictos (un caso dramático, por ejemplo, es Ruanda)[13].
Los Balcanes, lugar de muchas culturas del bronce y donde han permanecido descendientes de la agricultura neolítica con raigambre en las culturas de Anatolia, conocieron la guerra con tintes étnicos desatada a comienzos de los noventas del siglo pasado. Están además las divisiones a lado y lado del río Dniéper (Moldavia y Transnistria) y las del Cáucaso (Georgia y Osetia).
Uno de los participantes en el referido certamen arqueológico de Chicago del 2002, hablando del Cáucaso se refirió a la cultura Kura-Araxes, una cultura desconocida hasta ahora y que se habría desplazado desde el Cáucaso hasta lo que hoy es Israel. Entonces anotó:
(…) Es útil recordar que las fronteras políticas modernas raramente definen áreas culturales prehistóricas, y que regiones inmediatamente adyacentes al sur de Transcaucasia (es decir al sur del río Araxes medio) deberían también ser vistas como parte del área formativa de esta cultura.[14]
Las zonas adyacentes al área formativa de esa cultura son nada menos que los límites de Irán y Turquía. En septiembre de 2020 estalló la guerra entre armenios y azeríes, en Nagorno-Karabaj, una región bañada por el río Araxes, en el área formativa de la cultura Kura-Araxes.
El “problema nacional” sin resolver, que mencionara el presidente ruso, es algo que difícilmente podrá solucionarse sólo con acuerdos diplomáticos. Cuando intereses de élites nacionalistas que reclaman sus vínculos con occidente instiguen entre las poblaciones, que han mostrado poder vivir en paz, diferencias étnicas y religiosas tendrán un terreno abonado en la memoria colectiva, una memoria milenaria.[15]
Referencias
[1] Los autores de este escrito hemos investigado el asunto aquí planteado a lo largo de varios años. Como nosotros, cualquiera puede hacerlo. Toda la documentación está en la web. Hay que unir las piezas.
[2] Esta arqueóloga es María Gimbutas. Su extenso trabajo compendia innumerables referencias de arqueólogos que trabajaban en Eurasia, Asia central, Anatolia y el cercano oriente.
[3] Gimbutas, Marija (1993). “The Indo-Europeanization of Europe: the intrusion of steppe pastoralists from south Russia and the transformation of Old Europe” (La indoeuropeización de Europa: la intrusión de pastores de las estepas del sur de Rusia y la transformación de la vieja Europa). Word, 44:2, 205-222. DOI: 10.1080/00437956.1993.11435900.
[4] Entre estos se destacaban Gustaf Kossinna y Gordon Childe.
[5] Childe, G. V. 1926. The Aryans: A study on Indo-Europeans Origins (Los arios: Un estudio sobre los orígenes indoeuropeos). London: Kegan Paul, Trench, Trubner & Co pag. 200
[6] Gimbutas, Marija (1963) The Indo-Europeans: Archeological Problems (Los Indo-Europeos: Problemas Arqueológicos). American Anthropologist. 65. pp. 815 – 836. Puede verse en el siguiente enlace:
https://anthrosource.onlinelibrary.wiley.com/doi/pdf/10.1525/aa.1963.65.4.02a00030. Pag. 821.
[7] Peterson, D. L. et al. (2006). Beyond the Steppe and the Sown. Proceedings of the 2002 University of Chicago Conference on Eurasian Archaeology. (Más allá de la estepa y lo sembrado. Memorias de la Conferencia 2002 Universidad de Chicago sobre Arqueología Euroasiática). Leiden, Boston: Brill.
[8] La nota de El País puede verse en el siguiente enlace: elpais.com/elpais/2018/10/01/ciencia/1538416630_736638.html.
[9] El periódico El País cita a David Reich, genetista estadounidense que dirige un equipo internacional en su laboratorio de Boston, Massachussets. En la actualidad prácticamente monopoliza todas las investigaciones de genética de poblaciones y en su laboratorio se guardan muestras de genoma de individuos de todo el mundo. Vale anotar que este investigador se define a sí mismo como “blanco, norteamericano, askenazi y perteneciente a la cultura occidental”.
[10] Anthony, D. W. (2007). The Horse, the Wheel, and Language. How Bronze-age Raiders Shaped the Modern World. (El caballo, la rueda y lenguaje. Como Jinetes de la Edad de Bronce de las Estepas Euroasiáticas Conformaron el Mundo Moderno). Princeton, NJ: Princeton Univ. PressPag. 349
[11] : Klejn, Leo (2012). Soviet Archaeology: Trends, Schools, and History. Oxford: Oxford University Press... Pag. 143
[12] A propósito de las reacciones que suscitó el libro de este investigador. Who We Are and How We Got Here: Ancient DNA and the New Science of the Human Past. (Quiénes somos y cómo llegamos aquí: El ADN antiguo y la nueva ciencia del pasado). New York: Pantheon Books Publicado en 2018, en una comunicación emitida por científicos de varias disciplinas y diferentes países y quienes aludían a una columna de D. Reich en el New York Times. La carta completa, publicada bajo el título “Cómo no hablar acerca de ‘raza’ y de genética” (How not to talk about race and genetics) puede verse en el siguiente enlace:
https://www.buzzfeednews.com/article/bfopinion/race-genetics-david-reich.
[13] Sobre esto, por ejemplo, el libro “En busca de las Tribus Blancas” (fue borrado de la web).
[14] Kohl, P. (2006) The Early Integration of The Eurasian Steppes with The Ancient Near East: Movements and Transformations in the Caucasus and Central Asia (La temprana integración de las estepas euroasiáticas con el antiguo cercano oriente: Movimientos y transformaciones en el Cáucaso y Asia central). En: Peterson, D. L. et al. (2006). Op. Citp. Pag. 22.
[15] María Gimbutas pudo establecer diferencias culturales entre los habitantes de la Vieja Europa y los de grupos que habían llegado de las estepas, además de la evidencia arqueológica, por medio de la tradición oral en Lituania y otros lugares de Europa oriental en los años previos a la segunda guerra mundial.