Al mejor estilo de los dictadores tropicales que florecieron en el Caribe durante el siglo pasado con el apoyo de la Casa Blanca, su inquilino actual presentó una idea novedosa para combatir la pandemia. En una rueda de prensa propuso que los contagiados se inyectaran desinfectante y recibieran descargas de rayos ultravioleta. Antes había dictaminado que la hidroxicloroquina era el mejor remedio, desafiando a los expertos del mundo entero que han prevenido sobre sus efectos nocivos.
Los medios informaron que la idea de consumir desinfectante fue acogida por al menos cien estadounidenses, pese a que tanto expertos de la salud como empresarios del jabón alertaron sobre su peligro. Pero, a estas alturas, qué más podría esperarse de un personaje convencido de que el cambio climático es un engaño, que en el 2017 no solo se burló de los científicos que previnieron sobre el peligro de observar un eclipse sin protección adecuada, sino procedió a hacerlo él mismo para dar ejemplo.
La última ocurrencia de Donald Trump provocó todo tipo de burlas y memes alrededor del mundo. Muy preocupado por la suerte de su campaña electoral, culpó a los periodistas por malinterpretarlo. No obstante, en Colombia llegó a temerse que el presidente Duque recibiera cantidades de Clorox como parte de la ayuda ofrecida por su homólogo y que en sus audiencias televisivas nos invitase a consumirlo.
Sin embargo, hay otra recomendación de Trump bastante tóxica, que no ha tenido la misma difusión. Se trata de volver a utilizar el glifosato para la fumigación aérea como estrategia central para erradicar los cultivos de uso ilícito.
Frente a esto, hay varias observaciones. La primera es que, como parte de la guerra antinarcóticos impuesta por Washington, el país ha fumigado desde el aire con este producto desde 1984, pero los cultivos siguen incrementándose. Colombia es el único país del mundo que ha puesto en práctica esta medida, que se intensificó con el Plan Colombia y se mantuvo hasta finales de 2015 cuando el gobierno Santos la suspendió como respuesta a un fallo de la Corte Constitucional que así lo ordenó. Pero tan pronto llegó al poder, el presidente Duque, preocupado por las reprimendas y el maltrato de Trump, le solicitó a la Corte modificar este fallo.
En medio de muchas presiones y con algunas declaraciones un tanto ambiguas, la Corte emitió el Auto 387 de julio de 2019, en donde estableció que no se reanudarían las aspersiones hasta que se garantizara la protección al derecho a la salud y el ambiente, en el marco de dicha actividad. Insistió en la necesidad de adelantar la consulta a las comunidades étnicas. Exigió que, al momento de fumigar, se avisara con anticipación para permitir el retiro de seres humanos y animales, que hubiera una cuarentena de más de una semana para el ingreso a las zonas fumigadas y que se evitara todo contacto con alimentos y otros cultivos. Pero de manera explícita el gobierno ha advertido que no puede cumplir con dichos requisitos.
_______________________________________________________________________________
El gobierno ha pretendido desconocer la evidencia de que los pactos con los cultivadores son muchísimo más efectivos, de menor costo y tienen la participación de las comunidades
________________________________________________________________________________
La segunda observación es que el Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito, PNIS, ha mostrado resultados positivos. Fue concebido y establecido en el marco del punto 4 del Acuerdo Final con las Farc. Pero, al igual que con los otros puntos, Duque resolvió dejarlo languidecer. Tal como señala Indepaz, el gobierno ha pretendido desconocer la evidencia de que los pactos concertados con los cultivadores son muchísimo más efectivos, de menor costo y cuentan con la participación de las comunidades, a diferencia de la fumigación.
Tercero, el glifosato ha sido catalogado por la OMS como producto altamente sugestivo de efecto cancerígeno. En Estados Unidos están en curso múltiples demandas de personas afectadas y ha habido tres fallos multimillonarios en contra de la multinacional Bayern-Monsanto, que lo produce. La movilización social en contra de esta empresa ha sido notoria. Pero la vicepresidenta de la República, emulando a Trump, dijo que el glifosato es menos peligroso que tomarse 500 vasos de agua.
El pasado 31 de diciembre el Gobierno Nacional presentó un borrador de decreto para reanudar la fumigación aérea. En él se contemplan nuevas técnicas de aspersión aérea para incluir incluso los parques nacionales, lo que está prohibido por la Constitución.
En medio del aislamiento obligado por la pandemia, la Agencia Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) convocó a una audiencia pública virtual para el próximo 27 de mayo, orientada a discutir el proyecto y a reanudar cuanto antes la fumigación. Dejusticia solicitó que se suspenda hasta cuando termine la cuarentena, por cuanto no hay garantías para la discusión.
Hoy la situación en algunas regiones, como el Catatumbo, Caquetá y Putumayo, es bastante preocupante. Organizaciones sociales han denunciado que no llegan los recursos del Estado para atender la crisis sanitaria, pero sí se ha intensificado la fumigación, específicamente en municipios donde se firmaron acuerdos colectivos.