Cuando la Fiscalía arrestó por primera vez a Jesús Santrich el 9 de abril de 2018, más de un militante dentro del partido Farc sintió que el acuerdo de paz había sido una farsa. En los pasillos comenzaron a aflorar las hondas diferencias entre un sector liderado por Timochenko, que se aferraba a lo pactado, y otro por Iván Márquez, que creía que habían sido traicionados. No había pasado más de una semana cuando decenas de cartas de renuncia llegaron al partido anunciando que se iban para resucitar a las verdaderas Farc.
Para ese entonces algunos duros mandos de la antigua guerrilla ya habían tomado distancia del acuerdo de paz. Gentil Duarte, comandante del frente séptimo, Iván Mordisco del frente primero, y Rodrigo Cadete, fallecido jefe de las disidencias del Bloque Oriental buscaban expandirse por todo el país y las universidades no eran la excepción. En Bogotá identificaron destacados líderes estudiantiles inconformes, que alguna vez integraron el partido clandestino de las FARC, para que les ayudaran a consolidar su control principalmente en las localidades de Ciudad Bolívar, Usme y Bosa, y las universidades Nacional, Distrital y Pedagógica.
La orden era clara: conformar células en esos lugares a cambio de 5 millones de pesos, dependiendo de la experiencia que tuvieran y el trabajo que hicieran, recibirían más o menos. Alfredo, de unos 40 años de edad, fue uno de los primeros en emprender esa tarea. Los 14 años que había pasado dentro de las Farc y el Movimiento Bolivariano, un brazo político creado por el excomandante Alfonso Cano durante los diálogos en El Caguán, el 29 de abril de 2000, le habían dado experticia para reclutar personas rápidamente. Contactaba por Facebook a sus antiguos compañeros de universidad, los citaba en algún café del centro de Bogotá y en menos de media hora les botaba el discurso.
Después de cuatro meses, Alfredo había logrado agrupar 50 militantes entre nuevos y antiguos. Su salida a la luz pública sería el 15 de agosto de 2018, aprovechando que el país recién posicionaba al presidente Iván Duque. Durante el discurso en la plaza central de la Universidad Nacional, unos 12 encapuchados anunciaban: “Somos Farc ejército del pueblo, no esa Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común que puso en venta esos grandes hombres, que puso en venta a Alfonso Cano…” mientras en la Universidad Distrital de La Macarena se enfrentaban otros más contra el Esmad.
El 16 de agosto de 2018, Iván Márquez y el Paisa, que se encontraban en la zona de Miravalle, y Romaña, que vivía con sus hombres en una finca en La Uribe, retomaron la clandestinidad. Una decisión que calentó las disputas internas dentro del partido Farc y que alentó otra salida de varios de militantes. Casi un mes después, el 1 de septiembre de 2018, el renaciente Movimiento Bolivariano sacó su primer comunicado público.
“Acá estamos quienes nos recogemos en los ideales farianos y el proyecto político de las FARC-EP, de igual forma manifestamos que no reconocemos, ni nos representa la dirección del partido de la Rosa, ni sus curules obtenidas mediante la capitulación de la organización, pues fueron los mismos que traicionaron más de 54 años de lucha y resistencia los que hoy se sienten con la moral y autoridad para desprestigiar y criticar nuestra decisión de continuar en la lucha clandestina.
Por lo tanto queremos manifestar que aquí está vital y listo el MOVIMIENTO BOLIVARIANO para continuar su avance en la construcción de la nueva Colombia. Las acciones del pasado 15 de agosto en la universidad nacional realizadas por uno de nuestros comandos es apenas el abre bocas de una lucha sin cuartel que llevaremos a cabo en los campos y ciudades por la defensa de los derechos y libertades que se han negado y que se vienen negando al conjunto del pueblo colombiano”.
El entonces fiscal Néstor Humberto Martínez le puso el ojo a las células urbanas de las disidencias de las Farc que comenzaban a consolidarse en Bogotá. La captura el pasado mayo de dos presuntos integrantes de esas estructuras: “Alejandro”, compañero de Cadete, y “Lenin” eran su prueba reina de cómo se estaban filtrando en las universidades del país para reclutar personas, no solo en la capital sino en Santander, Pereira, Nariño, Tolima, Cali, Atlántico y Cúcuta.
La salida de Jesús Santrich de la cárcel el 30 de mayo de 2019 y su posterior desaparición de la zona de reincorporación en Tierra grata, Cesar, un mes después, le dio aire a las células urbanas. El 31 de julio publicaron un segundo comunicado invitando a Márquez y Santrich a relanzar el movimiento bolivariano.
“Queremos contar con todas y todos los patriotas que abracen este sueño aplazado. En particular, nos ha conmovido profundamente y enardecido nuestra moral de lucha, la gesta heroíca de Jesús Santrich y la conducta digna y revolucionaria de Iván Márquez y los camaradas que lo acompañan, expresada de manera diáfana en su histórica autocritica, insumo fundamental para reencauzar todos los esfuerzos emancipadores y revolucionarios. Con estos patriotas, y otras muchos más, queremos contar para convocar juntos al resto de colombianos inconformes, organizados y no organizados, mujeres, hombres, jóvenes, estudiantes, indígenas, afros, campesinos y campesinas, conservadores y liberales patriotas, nuevas ciudadanías, pacifistas, antipatriarcales y antifacistas”.
Aunque ni el presidente Iván Duque, ni el fiscal Fabio Espitia o la inteligencia de la Policía han descubierto quiénes están detrás de las células urbanas de las disidencias de las FARC y el número de integrantes, Iván Márquez y los demás mandos que se rearmaron junto a él no han descartado retomar antiguas estructuras en las ciudades como redes de apoyo y soporte para su accionar político en las ciudades capitales del país.
* Se cambiaron los nombres por confidencialidad de las fuentes.