Uno de los libros más interesantes que recuerdo es el de Nehru, Glimpses of Word History (Atisbos de la historia del mundo). En él, a través de cartas a su hija Indira Ghandi, hacía el recuento de la historia de las diferentes civilizaciones.
Interesante porque fue la forma de ocuparse durante los años (diez) qué pasó en prisión. Interesante porque fue la manera en que se relacionó y formó a su hija. Interesante porque no corresponde a un conocimiento como el que ofrece hoy Google, sino el de una persona que no podía acudir sino a sus propios conocimientos para producir esa visión de la historia y del mundo.
Pero interesante sobre todo porque no se refiere al mundo centrándolo en lo que llamamos ‘Occidente’. A pesar de que se formó en Inglaterra (Harrow y Trinitiy College de Cambridge), y que, por supuesto, absorbió toda la historia europea, lo destacado es la presentación de las diferentes culturas y las épocas en que florecieron como desarrollos igual de ricos y trascendentes a los que nos han llevado a ser lo que hoy conocemos como ‘civilización’.
La India, Irán, China, Roma, Grecia, etc. aparecen estudiadas como culturas tan importantes o más que lo que conocemos de nuestra Edad Media, de nuestra religión, de las guerras que formaron lo que conocemos como ‘países civilizados’.
Nuestra época acabó viviendo bajo la dicotomía de dos visiones del mundo que concibieron el concepto de ‘civilización’ como la imposición al mundo de sus propios valores. Para los Estados Unidos el mundo ‘civilizado’ sería o debía ser el que se rigiera por el binomio democracia y capitalismo. Para el modelo socialista la misión que se autoasignaron como ‘civilizadores’ fue la de responsabilizar al Estado de promover la igualdad entre los ciudadanos. Entre los valores que se pelearon el mundo durante la guerra fría se fue minimizando la existencia de otras culturas y otras civilizaciones.
Hoy surgen nuevos polos que se reivindican como centros culturales y políticos que representan formas diferentes de civilización. Y de ello, relaciones y confrontaciones que marcarán nuestro futuro.
Rusia bajo Putin vive bajo el eslogan de ‘No olvidemos que Rusia es la gran Nacion’, el equivalente de ‘America First’ de Trump, y no por copiarse. China ha proclamado el propósito de ser la primera potencia mundial no solo económicamente sino en su visión del mundo con los 14 puntos del ‘pensamiento de Xi Jinping’ ya inscrito en su Constitución. La guerra de los ISIS y los Al Qaeda es defendiendo unos valores religiosos que son incompatibles con los de ‘Occidente’. La India no dejó nunca de ser ajena a los modelos propuestos por las partes de la guerra fría.
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Triste decirlo: el mundo cambia pero en Colombiano ni lo sentimos
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Pero se necesitaría un humanista de la talla de Nehru para tener la perspectiva de todo este proceso.
Difícil no caer en la trampa de la desinformación de los medios convencionales que nos presentan noticias según el rating que les produzca. O, no se sabe si aún peor, vivir alrededor de las nuevas ‘redes sociales’ que, prescindiendo de cualquier sentido de responsabilidad, solo sirven para promover las reacciones emotivas basadas en esa misma desinformación.
Haría falta la distancia, la formación y el recogimiento -como los años de estudio y prisión de Nehru- para ver cómo un proceso histórico y de la humanidad lo que a nosotros nos llega como el suceso del día.
Y por supuesto, más difícil aún es salir del diario acontecer que nos rodea como individuos, cuando uno vive tan intensamente como nos toca en las condiciones de la Colombia de hoy.
Triste decirlo: el mundo cambia pero en Colombiano ni lo sentimos; aislados por nuestra incapacidad de manejar nuestras diferencias y superar la agresividad y la forma violenta de expresarlas, somos ajenos a cómo evolucionan las fases de la civilización.