Vivimos en una era digital. Todo lo que deseamos ver, lo que queremos ser y lo que necesitamos para ser está conectado de una manera u otra con el mundo digital. Es por esto que a medida que se van inaugurando nuevas plataformas y medios para abarcar sectores comerciales, van naciendo nuevas problemáticas (cual virus autoinmune), siendo una de estas la privacidad o intimidad. Para nadie es un secreto que con tanto like de información y fotos comprometedoras de millones de personas, la confianza en plataformas como nubes digitales o servidores de almacenamiento se encuentra en el aire (nunca antes mejor dicho), y si bien hasta el momento pareciese una crítica abierta a dichos servicios, la verdad está lo más lejos posible.
Existe una crisis en cuanto a redes se habla, y es el tema de la privacidad de ciertos contenidos personales. Viviendo en la era de la información es más que evidente saber que actualmente la gente se destruye una a otra con tal de saber algo más sobe X individuo. Los influencers han sido el nacimiento del anterior fenómeno mencionado, personas (cual superhéroe de Marvel) que renuncian a una vida alejada del reflector, donde desde aquel punto de partida renuncian a toda posibilidad de privacidad, ya que en la industria de redes, la estrategia de desnudar tus hábitos, pensamientos, prácticas personales, relaciones, entre otros, llamada engagement, es el pan de cada día para una persona que decide dedicar su vida a la promoción de contenidos en redes sociales.
Aquí no se condena a aquellos individuos que entretienen a millones de personas en el mundo, ni mucho menos se dice que es totalmente imposible mantener un equilibrio entre la información de dominio público y lo íntimo (VEGETA777, DROSS, JUJALAG, entre otros youtubers son la muestra). Morales (1996) explicaba en sus tiempos que temas como la intimidad suelen ser bastante relativos debido al entendimiento de las personas y sus constructos como seres sociales. La cuestión radica en que la práctica de ciertas estrategias enfocadas en retener público mediante incontables polémicas involucrando situaciones personales como divorcios, maltratos, infidelidades, entre otras, han novelizado las recepciones de contenido por redes, ocasionando cada vez más que incurrir en ellas con bajo perfil sea una misión digna del “escuadrón suicida”.