La senadora llanera Maritza Martínez hizo todo lo posible para que las mujeres del campo, tuvieran un tratamiento especial acorde con las dificultades que han soportado durante décadas por sus condiciones familiares y de exclusión. La senadora del partido de la U presentó un proyecto de ley para que cada año ellas pudieran acceder al 30% del total de las tierras baldías que fueran aptas para la agricultura pero además se les debía garantizar una vivienda digna y los recursos para invertir en proyectos que mejoraran sus condiciones de vida.
La ley iba por muy bueno porque contaba con el apoyo del ministro de Agricultura Rubén Darío Lizarralde y organizaciones como Naciones Unidas que habían manifestado su interés en que esta viera la luz; incluso fue votada mayoritariamente en la plenaria del Senado pero se atrancó en la Cámara el último día de la legislatura. La ley quedó aplazada para el nuevo Congreso que se instala el próximo 20 de julio. En cuanto la senadora Martínez fue reelegida, insistirá en el trámite de esta ley clave para las mujeres del campo,
La ley que si fue aprobada y ahora solo le falta la firma del Presidente Santos es la que busca reactivar la actividad agrícola con medidas como la de ampliar el plazo para que los campesinos paguen las deudas adquiridas con el Banco Agrario a través del Fondo para el Financiamiento del Sector Agropecuario (FINAGRO). Esta es una petición muy sentida que expresaron los campesinos en las mesa de negociación de los dos paros agrarios. La buena noticia es que tendrán oxigeno para no perder sus fincas que en la mayoría de los casos han tenido que colocar como garantía real para obtener los créditos. A los agricultores se les facilitará el pago de deudas sin sobre costos de intereses e igualmente se ampliará la cobertura de créditos agropecuarios para animar la producción en el campo.
Quienes impulsaron esta iniciativa fueron además del ministro de Agricultura, Rubén Darío Lizarralde, los congresistas conservadores Nora María García Burgos, Carlos Ramiro Chavarro, Juan Manuel Campo y David Barguil.
