Jaime Garzón se enamoraba casi todas las semanas de una mujer diferente. Algunas nunca le pararon bolas. La más celebre es Paola Turbay. Lo conoció en el reinado de 1991 el año del despegue del comediante a quien el Noticiero de las 7 le ofreció un espacio en Cartagena, A Garzón quitao se llamaba. Jaime entrevistaba a las reinas y les preguntaba cosas como ¿Qué es suyo natural? ¿tiene algún remiendo? ¿se va a casar conmigo? A Paola, siendo señorita Bogotá, se le metió a su cuarto y se le comió el desayuno. Fueron amigos siempre. Cuando el esposo de la reina salía del país el único que tenía permiso para salir con ella era Jaime. “Usted es tan feo que él no me arma cuento” le decía. Jaime, amante de los carros, la recogía en una Cherokee y siempre forraba la silla donde se sentaba la virreina universal con una bandera de Colombia. Siempre le llegaba interpretando a un personaje diferente, con los pantalones subidos hasta mas arriba de la cintura, con las tobilleras del pantalón remangados. Lo invitaron al matrimonio de la reina en el club Los Lagartos. No le llevó regalo y se tomó todo el champagne. Cuando abrazó a Paola, ya borracho, le dijo que él le había regalado un tapete persa que, en realidad, se lo había obsequiado Julio Sánchez Cristo.
Siempre enfocado y observador, pero aquí un tris distraído.
Mentira! Una de sus poses preferidas para foto.
Ayyy Jaimito...
'91#JaimeGarzon pic.twitter.com/SX7RQ2Si9x— PAOLA TURBAY (@paolaturbay) 14 de agosto de 2017
Su amigo, Antonio Morales, desmiente ese mito que se ha tejido sobre el comediante de que sólo le gustaban reinas y bonitas. Jaime se enamoró perdidamente de una mujer cabo de la policía. “Es que a él le gustaban proletas”. Su pareja más estable fue Gloria Hernández, una mujer común y corriente divorciada y con dos hijos que él quiso como si fueran suyos. La conoció en una fiesta en 1990 y siempre volvía a ella. Lo acompañó hasta su muerte. Gloria hoy en día se casó con un noruego al que precisamente conoció gracias a Jaime. Vive en Europa desde hace 15 años.
Pero Jaime, a pesar de lo feo, podía levantarse a cualquiera. A mediados de los noventa tuvo un romance con Margarita Rosa de Francisco. Los detalles que se saben son pocos pero Jaime la hacía reír y conservaba uno de sus zapatos de tacón en el auto y hacía alarde de ello a los que se subían a su auto. Cuenta la leyenda que un día llegó a su casa en La Macarena y la encontró haciendo ejercicio a su mamá nada más y nada menos que con la Mencha haciendo aeróbicos. Los vendedores de flores de La Macarena se alegraban cuando se lo encontraban: arreglaba el dia. A la periodista María Elvira Arango le hizo un camino de flores que iba desde la entrada de las oficinas de CM& hasta su oficina en donde le dejó un poema de su autoría. A Flora Martínez le hizo un paseo de pétalos de rosa desde la carrera cuarta hasta el restaurante El Patio, su lugar favorito en Bogotá, donde la invitó a cenar. Cuando salía con Juanita Acosta le pedía carros prestados a sus amigos para descrestarla. Carlos Barragán, quien le cedió un Renault 9 0 kilómetros, asegura que nunca le pudo quitar al auto el olor a flores que quedó después de la cita. A la actriz María Helena Doering la conquistó usando la identidad de Heriberto De La Calle. Jaime era insistente y era difícil decirle que no.
Jaime Garzón fue criado por su mamá y siete tías. Se acostumbró a estar rodeado de mujeres. Por eso las entendió y las hizo reir siempre que pudo. Las amó con locura así fuera acusado muchas veces de machista. Jaime era un mujeriego y ese siempre fue su punto débil. Era tan gracioso, tan inteligente y sensible que todos le supieron perdonar ese defecto.