Llegaban a Lagos desde todos los puntos de Nigeria, la mayoría eran jóvenes entre los 15 y los 28 años que querían torcer un destino de hambre y miseria. Por eso en las dos terminales de autobuses de Lagos se apostaban mujeres esperando para reclutar. Las llevaban a una casa y allí las esperaba una madame. Sin cortapisas les explicaban qué era lo que tenía qué hacer: acostarse con la mayor cantidad de hombres posibles. Pero no sólo era prostitución, era quedar embarazadas, dar a luz y entregar sus hijos. Si tenían un niño los traficantes lo vendían y USD$1.400 y las niñas USD$ 800.
Las jóvenes quedaban completamente incomunicadas. Les quitaban el celular y no les daba plata, lo único que les daban los traficantes era un plato de frijoles, arroz, e insultos. El trato era inhumano, a veces las encadenaban a una cama y como si fueran la Cándida Erendira se dejaban someter. Muchos de esos niños también son sometidos a violaciones sexuales o algunos incluso pasan directamente a redes de prostitución en Europa.
En Nigeria se cuentan por decenas las Fábricas de Bebé. Desde los años ochenta las autoridades han desarticulado muchas de estas redes de prostitución y venta de bebes pero nada parece frenar el negocio en Nigeria. Esta semana rescataron a 30 mujeres y más de cincuenta niños. El infierno es absoluto para ellos.