En Perth, Australia, doce mil personas no dormían desde hacía varios días. El sueño de ver a la banda de rock más grande del planeta en vivo, por fin se haría realidad. El paso de las horas no hacía otra cosa que aumentar la ansiedad. Pero como no hay plazo que no se cumpla, ahí estaban los 12.000 rollingas, alentando al equipo, fieles desde hace cincuenta años al rito. De pronto, aparece la noticia. En Manhattan es encontrada muerta en su lujoso apartamento, colgada de su bufanda, la exmodelo y diseñadora L’ Wren Scott, para muchos una completa desconocida, para otros la única mujer que había logrado atemperar, desde hacía doce años, la salvaje libido de Mick Jagger.
Los primeros comunicados oficiales decían que el líder de los Rolling Stones estaba devastado. Ahora, hace pocos minutos, se confirmó lo que temían los muchachos de Perth; debido al estado anímico del cantante, los conciertos que restaban en Oceanía serían aplazados. En este momento los cuatro de Richmond estarán viajando en su jet privado rumbo a Nueva York, en donde se le rendirán las honras fúnebres a una de las mujeres que más amó el divo inglés.
Sus labios carnosos y su manera de bailar, sumado a sus pantalones apretados y su aspecto deliberadamente desaliñado, en una época en donde hasta los Beatles daban sus presentaciones encorbatados, convirtieron a Jagger en el hombre más apetecido por las histéricas jovencitas en la convulsionada década de los sesenta. Decían que en cualquier ciudad en donde el grupo tocara, las colas de muchachitas hambrientas por visitarlo en la habitación del hotel daban la vuelta a la manzana. Mick, quien ostenta el récord mundial de la erección más larga de la historia —dio, en la década de los setenta, un concierto de dos horas en donde su miembro nunca bajó la guardia— tenía la energía suficiente para atender a todas aquellas que tocaran su puerta.
Con muchas estuvo pero a muy pocas amó. La primera novia en serio que se recuerde es una pelinegra preciosa, hija del swinging London, llamada Chrissie Shrimpton, con quien estaría entre 1962 y 1966, fecha en que el creador de Simpatía del diablo tuviera un accidente de tráfico y conociera, a los pocos días a Marianne Faithfull, la blonda inspiración del periodo más brillante, creativamente hablando, de los Rolling Stones. Chrissie quedaría tan mal después de ser escupida por Jagger que intentó suicidarse. El ver en los tabloides de la época a su exnovio, con esa hermosa mujer de ojos azules no le ayudaría demasiado en su recuperación emocional.
Mick ha reconocido que Marianne fue el amor de su vida. Al menos fue la mujer con la que tuvo más cosas en común. Ambos eran músicos, incluso hay quien dice que A tears go by, la mítica balada, se la robaron los Gimmler Twins. Ella estaba demasiado enamorada para pelear por sus derechos de autor. La felicidad parecía que los iba a acompañar siempre. Al final de los sesenta ella quedó embarazada pero a los pocos meses tuvo que abortar. Su adicción a la heroína y al alcohol no hacían de su útero el lugar ideal para guardar una vida. Los excesos y sobre todo, el tener que soportar el peso de vivir con uno de los hombres más deseados del planeta, acabaron para siempre con el amor propio de esta mujer que supo ser en su momento uno de los rostros más representativos de su generación.
El solista de los Stones es de los que disfruta de establecer puentes entre sus relaciones. No había acabado su matrimonio con la Faithfull cuando conoció a una aristócrata nicaragüense que correspondía al elaborado nombre de Bianca Pérez Moreno de Macías. Su amorío con esta modelo y actriz centroamericana atentaría con las relaciones del resto del grupo, en especial con Keith Richards. Para el guitarrista, Bianca sumergió definitivamente a Jagger en las infectas aguas de la frivolidad y la sofisticación. El malestar se convirtió en crisis cuando el cantante decidió no invitar a Keith a su elegante enlace en Saint-Tropez. La unión no fue muy feliz que digamos y a pesar de que Mick le dedicara a su esposa Negrita, la pegajosa canción de su disco Black and Blue, Bianca reconoció años después que “el matrimonio se acabó el mismo día de la boda”.
A Perez de Macías le seguiría el tórrido romance con la imponente modelo Jerry Hall, con quien estaría unido hasta 1999. Andy Warhol, en sus jugosos diarios, afirmaba que Hall, a pesar de su escalofriante belleza, no olía muy bien que digamos “Se le hacían siempre, sin importar el vestido que usara, unas repugnantes manchas en las axilas… parecían costras”.
Después de ella Mick decidió andar soltero un buen rato. Mientras muchos hombres deciden enterrar su espada después de los sesenta años, Jagger revivió un poco los divertidos años en los que se acostaba con quien le diera la gana. Entre sus conquistas otoñales se destaca el haber llevado a la cama a Carla Bruni y a una jovencísima Angelina Jolie. Pero en el 2002 conoció a L’Wren Scott y a partir de allí su vida sexual volvió a estabilizarse. Por eso, en el entorno de los Stones afirman que el incombustible líder de sus majestades satánicas está inconsolable. Al no dejar ninguna nota suicida se ignora el porqué tomó tan drástica decisión. Según el diario británico Daily Mail, ella tenía una deuda superior a los seis millones de dólares debido a los problemas económicos de la empresa de moda de su propiedad, LS Fashion LTD, cuyas pérdidas se habrían ido duplicando año a año desde el 2009.
No debería tener motivos la novia del líder de la banda más rica de la historia para suicidarse por seis millones de dólares. De pronto el dolor de Jagger es puro cargo de conciencia, no haberla escuchado, haber estado al otro lado del mundo haciendo lo que más le gusta mientras ella más lo necesitaba.
Esperemos que se reponga, que su familia y los chicos del grupo le den la fuerza necesaria para seguir en la ruta. En sus adolescentes 70 años, confiamos en que siga llenando estadios y dando guerra.
