Las mujeres con humor de hombre
Opinión

Las mujeres con humor de hombre

Noticias de la otra orilla.

Por:
noviembre 21, 2015
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Por primera vez en la vida tengo una novia que tiene la “boca sucia” y a cada dos por tres están saliendo de sus labios deliciosos los más impensables improperios que casi siempre se mueven, parodian, aluden, invocan, provocan, o refieren a las entretelas del sexo y los oficios de entresábanas. Le encantan los chistes verdes y los videos desopilantes y a cada tanto los repite y los refiere casi con delicia sin importarle mucho en qué contexto se encuentre. O quizás exagero un poco.

Desde luego que eso atrae como moscas a muchos hombres que seguramente no resistirían el calibre de esas expresiones en sus mujeres, madres o hermanas, pero en una mujer con la risa, la cadera bailadora y la simpatía de mi novia para ellos aquello no solo es la prueba de una mujer abierta y chévere, sino el claro indicio  y garantía de por lo menos un polvo a la vuelta de la mano. Así es la cosa, nos guste o no.

Esa serían por lo menos las conductas más previsibles que dicta la tradición machista en la que se mueve mucho de nuestra cultura de latinoamericanos incompletos, no importa cuánta lectura científica o creativa, cuánto cine, cuanto poesía, cuánta novela contemporánea, cuanta teoría sobre la tolerancia y la equidad de género haya pasado como aguas negras por debajo del puente.

Pero eso está claro. Cuándo tienes la dicha de tener bajo tus sábanas a una mujer con ese “humor de hombre”, estoy seguro que llegas a disfrutar una de las mayores delicias que te pueda deparar la íntima privacidad con amor. O una tortura, cuando en medio de la gente en cualquier tipo de reunión se le escapa uno de esos apuntes de crudelísima descripción gráfica. ¡Ay, mi madre!

Y como el tema ha sido recurrente entre nosotros ha sido ella la que acaba de colgar en mi muro de Facebook un artículo de farándula que habla precisamente de estas mujeres con humor de hombres que suelen convertirse en el incordio de las otras mujeres y de otros hombres que no se la llevan bien con el habla escatológica, especialmente untando los labios de una mujer hermosa, pero que, en cambio, divierten de lo lindo y llenan de falsas esperanzas eróticas a muchos otros. A los otros. A todos los demás.

No hay acuerdo entre los que consideran
que es más tolerable, e incluso sexy,
una mujer mal hablada, con el agravante de una risa bella

Pero entre los muchos matices que puede plantear el tema, una cosa es cierta también: no hay acuerdo entre los que consideran que es más tolerable, e incluso sexy, una mujer mal hablada, con el agravante de una risa bella, que un barbachán que piensa que es gracioso y luce su vulgaridad con alevosía desmedida. En la antípoda está, desde luego, el otro argumento: el que insiste en considerar una mujer mal hablada como algo absolutamente inadmisible y de mal gusto.

Y la historia se mueve entre esos dos polos opuestos. Allí están los casos de Tiberio, Calígula, Nerón, Heliogábalo, Domiciano y Cómodo en la antigua Roma. Y por el otro, la emperatriz de Bizancio la  cirquera y meretriz Teodora. O Isabel I la hija de Enrique VIII, que no solo era mal hablada sino que daba manotazos, hacía bromas pesadas y pellizcaba traseros en la corte.

Escarbando en la historia aparecen también la bellísima negra Nzingha de Ndongo y Matambauque luchó contra los esclavistas portugueses no sólo con las armas sino con los dardos eficaces de su boca sucia. Y así era también Martha Skavronskaya, o Catalina I, la mujer de Pedro I El Grande de Rusia.  Y Nell Gwynn la amante de Carlos II de Inglaterra. Todas ellas mujeres de lenguas tomar.

Desde luego, para ellas y ellos, las sanciones sociales han tenido muy diversos alcances. Se dice, por ejemplo, que en la vieja Inglaterra, a las mujeres malhabladas que encarnaban incordios para sus maridos eran sometidas a una ley que guardaba a la transgresoras el increíble castigo de la “silla sumergible", que consistía en sentar y atar a la malhablada en un taburete que sumergían en el lago o el río más cercano al sitio del juicio, tantas veces como graves se considerara la afrenta.

En fin que la lista es larga y nunca acabará. Y así ha sido desde lo más profundo y remoto de la historia hasta que sigan entrando y saliendo de nuestras vidas mujeres como esas. Y como mi novia.

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