No voy a dar vueltas para decirlo, que la muerte de los líderes sociales se debe a una estrategia del gobierno para afectar cuadros militantes o simpatizantes de la izquierda para recuperar terreno electoral perdido por parte de la extrema derecha. La muerte sistemática de estos líderes la ve todo el mundo menos el presidente Duque, que cada vez más se porta como un personero de colegio y no como un Presidente que sabe y reconoce los problemas de un país sumido en una ola de violencia. Ir a Chocó a repartir dulces a niños es la muestra más fidedigna y estúpida de que el presidente vive en el país de Alicia. Duque vive el extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde. Él reparte colombinas mientras su jefe reparte bala.
Que en un país que supuestamente defiendan el estado de derecho se estén cometiendo todos los atropellos habidos y por haber contra líderes y defensores de derechos humanos e incluso contra la propia ciudadanía es un país gobernado por sicópatas. Donde la justicia corrupta luego de reconocer a los campesinos de la finca “Las guacamayas” en Urabá como víctimas y devolverle sus tierras ahora resulta que son victimarios y un juez los mandó a la cárcel por defender lo suyo. Y ese es el mensaje que se le expone a la ciudadanía: ni reclame, ni se exprese, ni investigue porque termina como uno de los líderes sociales que impunemente han asesinado en nombre de preservar la democracia. Esa que no quieren reconocer los más de 8 millones de votos, que obtuvo el candidato de la Colombia Humana y que se convirtió -a pesar de la derrota- en el líder natural de la oposición política. Ganó en nueve departamentos, peleó un fotofinish en la Costa Caribe y tiene la principal fuerza política en Bogotá, Cali, Atlántico, la Capital del país y el Valle del Cauca, putumayo, Cauca, Vaupés, Chocó, Sucre y que casualidad que la concentración de las estadísticas de asesinatos de líderes sociales se presente en Cauca, y en prácticamente los departamentos donde la izquierda desafió el poder del furibismo.
Hasta la primera semana de septiembre del 2019 (domingo 8), en el país habían asesinados 155 líderes: 20 de ellos en suelo antioqueño. Cauca es el departamento con más casos, con un total de 35 y Nariño es el tercero con 17 asesinatos.
El informe precisa que desde el 2016 se presentaron homicidios contra líderes y defensores de Derechos Humanos en 29 de los 32 departamentos del país, es decir que en el 90.62 % del territorio nacional se ha atentado contra su vida. En 2019, se registraron en 89 municipios de 23 departamentos.
En el 89,03 % de los casos el autor es desconocido y permanece indeterminada la responsabilidad material o intelectual de los asesinatos, según las cifras de Indepaz.
El Instituto de Estudios Para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) reportó que en los primeros 14 días del 2020 han sido asesinados 20 líderes sociales y defensores de derechos humanos, sumados al caso de un excombatiente de la exFARC-EP. La mayoría se reporta en el Cauca, y con la preocupación de que esa cifra siga en aumento.
Hace ya un año Maritza Quiroz, lideresa social en Santa Marta, fue asesinada el pasado 5 de enero en la vereda San Isidro en la Sierra Nevada. Quiroz era suplente de la Mesa de víctimas de Santa Marta y líder de las mujeres víctimas de desplazamiento afro en la zona rural. Incluso, la finca en la que ocurrió el asesinato habría sido otorgada a ella y nueve mujeres más.
Así que ya la carrera por las presidenciales ya empezó desde hace rato, lástima que con el tronar de las balas y no con el debate de las ideas, pero todo para buscar el mismo resultado que quieren infundir los tiranos, el miedo.