Las muertes que casi acaban con Memo Orozco

Las muertes que casi acaban con Memo Orozco

Perder a sus padres, su hermano y la popularidad que alguna vez se ganó en Sábados Felices, no lo detuvieron y ahora el comediante está listo para su retorno a la TV

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noviembre 16, 2015
Las muertes que casi acaban con Memo Orozco

Memo Orozco estaba listo para el show en el Centro Comercial Santa Fe de Bogotá. Estaba a punto de subirse en tarima cuando recibió la llamada más triste de toda su vida. Doña María Josefina, su mamá, se estaba muriendo a kilómetros de distancia en Bucaramanga. Por primera vez el abullonado traje rojo le estorbó y por primera vez no quería hacer reír a nadie. En medio de la algarabía de los cientos de niños que esperaban ansiosos a Papá Noel y sus duendes rockeros, pensó en ella. Se acordó de lo mala que era contando chistes porque se reía antes de dar el final y trajo a su memoria todas las veces que sin explicación alguna ella se ahogaba en carcajadas cuando veía que alzaban un colchón. Pensó en la señora argentina que siempre quiso ser artista y no pudo. Por ella, se limpió las lágrimas, se acomodó la falsa barba blanca y salió a escena. Memo Orozco era en ese instante lo que bien describe Javier Solís en su canción-payaso con careta de alegría, pero tengo por dentro el alma rota-Sin embargo actuó como el mejor Santa Claus del mundo.

Años después, como por una especie de karma de artista, la historia se repetía con su papá, quien moría por cuenta de un cáncer. De eso ya pasó año y medio. Memo estaba en Montería y se enteró antes de su presentación.  Dice que fue duro no estar con ellos en el momento de su partida, pero cree que hubiera sido peor verlos morir. La muerte lo ha sacudido duro estos últimos años. A su hermano mayor un cáncer se lo llevó hace diez meses.  Cuando habla de eso fuma más que siempre, cree que consume dos cajetillas al día, no las cuenta porque seguro son más. Prende cigarrillos con la misma velocidad que parpadea sin control por un tic nervioso que dice tiene desde niño.

Quienes conocen a Memo Orozco lo describen como una máquina de hacer plata.  Él vale igual, incluso más, fuera de la pantalla y las cabinas de radio. Todo el reconocimiento que se ha ganado a pulso le ha funcionado para que su empresa The Agency sea la agencia creativa preferida de importantes compañías nacionales y multinacionales. Ha viajado con sus eventos a Estados Unidos, Europa, Venezuela y Ecuador. Renovó el contrato por tres años más con la marca Suavitel como su imagen y por eso lo vemos en las pantallas de toda Latinoamérica, además es el preferido de la Fundación Ronald McDonald para sus campañas infantiles.  No siempre cobra, le gusta devolver algo de todo lo que ha recibido, por lo que dona algunas de sus presentaciones a causas de niños con sida, con cáncer y visita las cárceles donde lo reciben como el famoso que es. Por donde va le piden fotos y autógrafos.

No estudió publicidad, pero es creativo por naturaleza, los premios que ha ganado por sus taquilleras campañas publicitarias lo demuestran. En más de veinte años de carrera artística su talento innato para el humor y la química para hablar con los niños en programas como El fenómeno del niño y la sección Sábados felicitos de Sábados Felices, por la que ganó un premio India Catalina, lo han convertido en el personaje más querido por los niños, sus padres y quienes lo ven en escena.

Para probarlo, sus amigos cuentan la vez que un ejecutivo impecablemente vestido al que Memo Orozco juraría no haber visto nunca en su vida detuvo abruptamente su andar siempre de afán. Lo saludó con tal familiaridad que lo dejó perplejo. Él difícilmente lo reconoció hasta que el yupie se encargó de recordarle que lo entrevistó alguna vez en televisión en los tiempos que no superaba los cinco años de edad. Cuando se topa constantemente con sus entrevistados, ya hechos y derechos, aquellos que algún día en cámara lo sorprendieron con respuestas como la de la niña que dijo que lo más feo que tenía su papá eran los bigotes en el pipí o el niño que explicó que le habían hecho una liposucción en el pene en lugar de la circuncisión, acude a su frase “lo que envejece es la mente de la gente” para no sentirse tan golpeado por los años. Fue esa misma cita la que le dio confianza para conquistar a su segunda esposa, veinte años menor y con quien tiene dos hijos de cuatro años y cinco meses de nacidos.

Nació en Argentina y por la dictadura de Juan Domingo Perón, de la que huyeron sus padres, llegó a Colombia. Guillermo Yuri Orozco, como fue bautizado en Medellín, bromea diciendo que menos mal su ocurrente padre le rindió un homenaje, poniéndole como segundo nombre, el de Yuri Gagarin, el primer ser humano en viajar al espacio en 1961, y no el de la perrita espacial soviética Laika, primera en orbitar la tierra. Por eso prefiere que lo llamen Memo.

Pasaron muchos años y diferentes profesiones antes que el humorista pudiera vivir dignamente de su vocación artística. Quiso ser biólogo marino por lo que pensó que la Escuela Naval de Cartagena, de donde se graduó como bachiller, era un buen camino para conseguirlo. Un mamagallista natural como Memo no duró mucho en la vida castrense. Le quedó de esa formación ser buzo profesional por lo que trabajó en Santa Marta en las boyas petroleras, verificando buques y pérdidas de petróleo. Eso también lo aburrió, pero se quedó en El rodadero y montó una heladería que le permitió mamar gallo todo el día en la playa, lucir mechi largo, con los partidos de frisbee y raquetas, como únicas preocupaciones.  La violencia de la bonanza marimbera, que golpeó a Santa Marta en los años 80 y que prácticamente acabó con el Rodadero, lo obligaron a trasladarse a Barranquilla donde quiso sacarle jugo a su gusto y talento por la música.

Cuando Memo Orozco está en tarima pocos saben que detrás de sus pantalones y cargaderas de colores estridentes o los trajes brillantes de payaso fino que usa en los shows, se esconde un rockero amante de agrupaciones como AC DC, Pink Floyd, Van Halen y Metallica.  No se imaginan que en su época ochentera en Barranquilla unió su talento musical con el humor y creó Burbuja de Acero, un grupo de rock pesado que parodiaba a sus ídolos. Un chiste que resultó tan en serio que terminó siendo telonero de la famosa banda juvenil Menudo en su gira por ciudades de la Costa Atlántica.

Cuando la burbuja de estrella de rock se reventó, Memo quiso ponerse serio y decidió seguir los pasos de su papá médico y alcanzó a cursar ocho semestres de medicina en la Universidad del Norte de Barranquilla. Cuando el bolsillo se le quedó sin fondos tuvo que buscar trabajo para seguir pagando sus estudios y tomó un rumbo del que jamás volvió. Entró como vendedor a Caracol Radio, donde pronto sus personajes Pandorita, Piero Locatelli y Alfredo Barroso, con los que sacaba risas en pasillos, se trasladaron a la cabina de la naciente  Radioactiva y pegaron. Tanto así que lo aclamaron para un programa de humor en Telecaribe, para el que convenció de acompañarlo a dos grandes amigas, a quienes les parecía vergonzoso salir en televisión, Isabella Santodomingo y Rita Bendeck, hoy figuras de la farándula colombiana. Sus personajes radiales siguieron vigentes, saltaron en 1992 a Bogotá, y de dial a la 88.9, la Superestación, emisora que cambió la radio juvenil en Colombia y fue cuna de reconocidos hombres de radio como Fernando Pava Camelo, Alejandro Villalobos, Andrés Nieto y Hernando Romero `El Capi´.

Memo no se puede desligar de la música- canta, compone y toca guitarra-tampoco del humor. Así que repitió la fórmula creando en radio su nuevo personaje K-Lavero de Zangre Q-Agulada, con el que volvió famosas canciones como Me gusta tu mamá y No quiero ir al colegio. Otro buen chiste que lo llevó de gira por varias ciudades, con un Juanes de pelo largo tratando de posicionar Ekymosis abriéndole los conciertos.

Las ocurrencias de Memo Orozco daban vida y espaldarazos a proyectos muy serios, como en la época en que en complicidad con Papuchis, su compañero de mesa, sonaban como si fuera un hit radial Collar de perlas, la primera canción de Marbelle, la artista en ese entonces desconocida. La entrevistaban en la emisión mañanera como si se tratara de una gran estrella sólo para atormentar al `Capi´, director de la emisora, en la que sólo se ponían éxitos de rock y pop. La broma que terminó con Papuchis como protagonista del video, posicionó la canción, el álbum, y a la incipiente cantante como la reina de la tecnocarrilera en Colombia.

“Dejad que los niños vengan a mi” es un versículo bíblico del que Memo se apropió de manera magistral.  No solo por ser papá de cuatro varones-Tiene dos hijos mayores de su primer matrimonio y es abuelo-sino porque los niños lo han hecho famoso. Ese caballo de batalla, con el que ha triunfado no piensa soltarlo. Memo ya grabó un nuevo programa de televisión con Teleset, con un formato novedoso en Colombia. Es un talk show de niños y padres de familia tratando temas cotidianos que está por ahora engavetado hasta que por esas dinámicas de los canales se decida su estreno. Hasta entonces, Memo prefiere no revelar el nombre de la producción que es una especie de Laura en América con algo más de estilo.

Twitter: @karlaarcila

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