Lo que está pasando en Córdoba da escalofríos: se están juntando de nuevo los de siempre, están armando coaliciones y colocando a personas de escasa experiencia y que puedan firmar lo que sea sin refutar.
La gente anda por las calles con la cabeza agachada. Cuando se les pregunta por el tema hablan en voz baja. Nadie es capaz de mencionar o cuestionar a las tradicionales casas políticas. Prefieren proteger su integridad antes de hablar de alguno de los mencionados. De consentir las coaliciones impulsadas por el Clan Besaile, el departamento podría estar a las puertas del pacto de Ralito 2.0.
Como se sabe, en el 2001, un grupo de políticos se reunió con los jefes paramilitares más temidos de la sabana costeña, esto con el fin de llegar a un compromiso y crear un “movimiento nacional”. Según la Fiscalía General de la Nación, este acuerdo buscó consolidar el proyecto político de las AUC a través de la alianza con la clase política tradicional, con el objetivo, según explica el documento, de realizar “la irrenunciable tarea de refundar nuestra patria y de firmar un nuevo contrato social”. A esta reunión, convocada por Salvatore Mancuso, asistieron cerca de 60 personas. Entre ellas estuvieron políticos, comerciantes, funcionarios públicos, de los cuales cerca de 29 asistentes firmaron —posteriormente fueron investigados por la Fiscalía—.
Pues bien, el pasado 13 de julio de 2019 se prendieron todas las alarmas de nuevo: 17 años después, los políticos que participaron de esa reunión y sus herederos e hijos políticos están a punto de firmar y refundar lo que llamaremos hoy el pacto de Ralito 2.0. Hablamos puntualmente de Luis Carlos Ordosgoitia, un alto funcionario en el gobierno de Uribe y uno de los asistentes al pacto de Ralito, según él, por orden exclusiva del expresidente colombiano César Gaviria —aunque la Fiscalía determinó que él asistió por su propia voluntad para conseguir favores políticos—. Hoy su hijo, Carlos Ordosgoitia, quiere aspirar por firmas a la alcaldía de Montería, olvidando por completo que su padre fue condenado por parapolítica.
Pero ahí no queda la cosa. Otro de ellos, Fredy Sánchez Arteaga, exrepresentante a la Cámara de Córdoba y uno de los asistentes al pacto de Ralito, hoy quiere aspirar a la gobernación de su departamento, por eso busca afanosamente el aval del Partido liberal. Paradójicamente, diecisiete años después de haberse reunido con paramilitares de la región, su esposa, hoy día llevando las banderas liberales, posa orgullosa de la aspiración de su marido.
Lo anterior es una muestra de cómo los políticos nos ridiculizan a todos. Sin embargo, el panorama no deja de empeorar. Por otro lado, tenemos a David Barguil, quien aunque no tiene que ver con lo anterior, está cuestionado por ausentismo en el Senado de la República, cuenta con una demanda de pérdida de investidura y un poder político y empresarial significativo que lo vincula con el departamento de Córdoba. De hecho, hay una empresa donde aparece su nombre, la cual se llama Inversiones Barguil Cubillos Ltda, además de diferentes consorcios y uniones temporales que se armaron entre varios para licitar o celebrar contratos con entidades como Aguas de Córdoba S.A. E.S.P., Alcaldía de Montería, Alcaldía de Santa Marta, Alcaldía Municipal de Cereté, Iderbol, Regional de Occidente S.A. E.S.P., Proactiva Aguas de Montería, Aguas de Córdoba S.A. E.S.P. y la Gobernación de Córdoba. ¿Ah?
Y para cerrar, pero no menos importante, tenemos a Zulema Jattin, la poderosa parapolítica de Córdoba, quien fue procesada por su supuesta vinculación con las Autodefensas en Córdoba. Se dice que ella tiene en su poder la herencia del Partido Liberal y el Partido de la U. De hecho, la comparan con Enilce López, pues al parecer mueve los hilos de la política del departamento a su antojo, está vinculada directamente con la parapolítica y fue mencionada por tres de los exjefes paramilitares más sanguinarios del país. Hoy el país la recuerda por una foto donde aparece en una ciudad turística aún con su brazalete del Inpec en un pie cuando tenía casa por cárcel, hecho que indignó a muchos colombianos. ¿Qué es esto?
Aún hay tiempo y estamos en el momento justo para tomar la mejor decisión frente a las elecciones de octubre de 2019. Los cordobeses tendrán en sus manos el poder de elegir si le dan un nuevo rumbo al departamento, el cual ha estado en una crisis política desde hace más 25 años, o si concluyentemente se lo entregan de nuevo a los parapolíticos que siguen más diligentes que nunca.