Aunque Daniel Quintero no puede participar en política y cualquier pronunciamiento que haga sobre la coyuntura electoral será analizado con lupa por los entes de control (tiene la Procuraduría y la Fiscalía encima), es claro que el alcalde tiene un interés específico en que su sector asuma un control cada vez mayor en la campaña de Petro en Antioquia.
Así se puede evidenciar en dos hechos concretos: primero, en el posicionamiento de sus fichas en renglones claves de las listas a Cámara y Senado del Pacto, sumando tres congresistas a su grupo (Álex Flórez, Alejandro Toro y Susana Boreal); y segundo, en el aterrizaje en propiedad de sus hombres de confianza, Juan Carlos Upegui, Juan Pablo Ramírez y Esteban Restrepo, a la campaña de Petro. ¿Qué busca Quintero?
El apoyo de Quintero a Petro no es nuevo e inclusive marca el punto de partida de su ascenso en la política electoral. En 2018, tras la derrota de Humberto de la Calle, Quintero adhirió a Petro y se convirtió en un voluntario de primera línea, se caminó las comunas de Medellín y encauzó un grupo de liberales disidentes.
Lo hizo en contravía de la postura de César Gaviria (cuando le entregó el pleno del partido Liberal a Duqu) y a riesgo de sus posibilidades al interior del liberalismo. Sin duda, Quintero se guió más por sus convicciones que por cálculos políticos y terminó acertando, pues su paso por la campaña de Colombia Humana le permitió consolidar un equipo base y asimilar que en una eventual aspiración a la alcaldía no arrancaría desde cero, ya que, en una plaza dura del uribismo, Petro cerró el balotaje con 208.427 votos.
Y a pesar de que en las elecciones de 2019 Quintero nunca figuró como el “candidato de Petro” y hasta se desligó del mote del “petrista” (bloqueó a Petro en Twitter), no hay duda de que gran parte del electorado de Petro, más motivado por el voto útil ante la inviabilidad del candidato de Colombia Humana, le terminó apostando a Quintero.
Ya en la alcaldía (y tras desbloquearlo de Twitter), la relación entre los dos se afianzó y se convirtieron en aliados. De ahí que Petro se haya puesto del lado de Quintero en su confrontación con las élites locales y el alcalde haya posicionado su grupo al interior del Pacto Histórico. Y lo logró, pues Petro le entregó la lista a Cámara (donde ubicó aliados en los dos primeros renglones) y la posición 11 de la lista al Senado (donde ubicó al cuestionado exconcejal Álex Flórez).
Y en términos electorales, ¿qué le sumó Quintero al Pacto? Creería que poco y así lo explicaré.
Inicialmente, hay que revisar el histórico de los resultados de Petro en Medellín: en la consulta de 2018 el líder de la Colombia Humana alcanzó 49.778 votos, para la primera vuelta subió a 77.397 y concluyó el balotaje con 208.427 votos.
A cuatro años de esas elecciones y con un alcalde aliado (y con fichas propias en las listas al Congreso), Petro alcanzó 112.576 votos, es decir, registró un crecimiento de 62.798 votos frente a lo logrado en la consulta del 2018, un crecimiento superior a lo alcanzado en la primera vuelta, pero muy distantes de los 303.420 votos con los que Quintero llegó la alcaldía de Medellín en 2019.
Para algunos fue un resultado decepcionante, pues consideraban (y muchas veces les advertí que eso no era posible) que Petro podría alcanzar la misma votación de Quintero o si quiera la mitad.
Tras esos resultados (que espero Petro haya visto con reserva), los Independientes reforzaron su presencia en la campaña del Pacto Histórico con la llegada de Juan Pablo Ramírez y Esteban Restrepo, alfiles de Quintero.
Su llegada se interpretó como un nuevo espaldarazo del alcalde y se pensaba que Petro le entregaría la gerencia de la campaña a Ramírez (algo que se venía rumorando desde noviembre); sin embargo, eso no pasó.
La gerencia se siguió reservando para un actor neutral (uno que logré equilibrar las cargas en una coalición tan amplia) y los exsecretarios fueron recibidos como aliados de refuerzo. Estoy seguro de que Quintero esperaba (tras una renuncia mediática y con mucha parafernalia) que Petro le entregaría la gerencia de la campaña a alguno de sus aliados.
Lo cierto es que el peor error que Petro podría cometer en Antioquia sería precisamente ese. Sería un error porque Quintero se ha desgastado y en todas las mediciones marca como el alcalde con la imagen desfavorable más alta en la historia de la ciudad; Quintero carga con un negativo tal alto que le podría sumar un techo adicional a Petro (así es como El Colombiano viene cubriendo la campaña), algo innecesario en un momento donde el candidato necesita crecer más allá de su nicho; además, Quintero solo es el alcalde de Medellín, es decir, no tiene incidencia en los otros 124 municipios del departamento. Su grupo es pequeño, no tiene mayor estructura en las subregiones y solo existe en Medellín. Sin olvidar que los resultados del 13M estuvieron lejos de sus propias expectativas.
Es claro que Petro necesita crecer en Antioquia, un departamento tan importante que le podría otorgar la victoria en primera vuelta o desequilibrarle la balanza en segunda; no obstante, para crecer debe mirar más allá de su alianza con Quintero y diseñar una estrategia que pase por posicionar el mensaje del Pacto (no su figura ya harto conocida); renovar los espacios de incidencia (el posible rol que asumirá Francia Márquez) y consolidar alianzas políticas que le permitan crecer en las subregiones (donde es muy débil). Todo con la intención de ganar terreno en un departamento donde seguramente Fico (un jugador local) se impondrá.
Lo único que Petro puede lograr en Antioquia es acortar la brecha con Fico (en 2018 Duque le sacó más de un millón de votos de diferencia) y nivelar la balanza. Algo que, sin duda, no pasa por Quintero o su grupo.