Si bien inicialmente la moto fue una alternativa al caos de la movilidad de la ciudad, al final esta fue resultando, como el dicho, "peor el remedio que la enfermedad".
En la medida que la movilidad de la ciudad ha ido empeorando y que las grandes soluciones (metro y TransMilenio) fueron dilatadas en el tiempo por la clase política que ha gobernado la ciudad, especialmente en su modernidad, y de igual manera, que no se han construido nuevas vías principales y de acceso a las localidades, sobre todo las más populares, la moto se fue consolidando como una alternativa a este caos en la movilidad.
Pero su crecimiento ha sido desmedido y casi que geométrico, sin ningún control por parte de las autoridades competentes.
La falta de educación en la conducción de las motos genera accidentes a diario, centenares de víctimas han ocasionado, aumento de los trancones; son tantas que parecen enjambres ocupando las calles y avenidas, generan actos de violencia por parte de los motociclistas hacia los conductores de los carros por abuso en la conducción. En fin, son variados los problemas que las autoridades omiten controlar.
Son muchas las motos que se han constituido en poblaciones de intereses económicos y políticos. Sus ventas son deshorbitadas. Con la sola cédula entregan una moto, y han tenido representación política en el concejo y apoyado electoralmente a alcaldías. Tal vez por eso su falta de control y la laxitud para su movilidad, al punto que no se les aplica pico y placa.
Es innegable que también son una fuente de trabajo para muchas personas en diversos oficios, y agiliza la movilidad a muchas familias, pero no se puede tolerar que sean intocables en desmedro de la movilidad de la ciudad y su falta de colaboración en la prevención de la inseguridad.
La moto facilita la movilidad y es hasta una diversión, pero es una solución individualista, no colectiva, y lo peor es que mata. Mata al conductor y al transeúnte, por abusos en su conducción y facilita el crimen.
La reciente medida de la alcaldesa de restricción para las motos para contrarrestar la inseguridad de la ciudad es mínima en relación con el problema que causan, pero la pérdida de credibilidad de la señora López y los compromisos políticos que deben de existir impiden decisiones de fondo para esta problemática en la movilidad de la ciudad. Eso sin contar que la inseguridad de la ciudad no se va a solucionar con esa medida.
Qué raro que la alcaldesa no les haya aplicado la máxima de su estilo de gobierno "si nos le gusta la medida, hermano, pues véndala y cómprese una bicicleta o una patineta".