Hubo un día en el que las hermanas del Valle se cansaron de vestir el hábito que su congregación les había dado, lo colgaron y se pusieron un velo blanco. La iglesia, enfurecida, las excomulgó. Ellas se retiraron a las tierras fértiles de California. Se cansaron del catolicismo por el machismo que expedía desde un púlpito cualquier sacerdote de turno.
Inspirándose en Santa Escolástica, la hermana de San Benito de Murcia que se reveló en contra de la tradición patriarcal de la Iglesia Católica, fundando Piumarola, el primer convento femenino de la historia, estas monjas anárquicas crearon su nicho en California y, tratando de darle al enfermo alivio para sus dolores y al sano un espacio para sacudirse del estrés que genera la vida cotidiana, empezaron a cultivar plantas de marihuana para hacer unguentos, gotas y, porque no, porros descomunales para disfrutar entre amigos como queda evidenciado en estas fotos de Shaughn Crawford y John Dubois.