Últimamente han escrito muchos editoriales alrededor de Duque y su primer año. Y al leerlos veo un país con periodistas poco profundos, con rencor mental y llenos de ansiedad por un titular.
Es increíble que no estemos celebrando a un presidente que está luchando con la corrupción institucional de la mermelada, un tema que Santos, Uribe, Pastrana y Samper no lograron romper y, por el contrario, algunos de ellos lo apoyaron. El presidente Duque tuvo un primer año sin mermelada, sin andar comprando votos con burocracia y aunque todos reconocen la nota alta que está proponiendo en ética, ningún medio le dio la importancia al tema. Pero les recuerdo que la corrupción siempre empieza en alguien que cree que no es corrupción y que "así es que se juega".
Es increíble que no estemos celebrando a un presidente que frente a su bancada mantiene la posición presidencial. No puede ser que los odios hacia Uribe los cieguen tanto como para reconocer que el presidente Duque ha sido ecuánime, justo y centrado con su bancada y con la oposición.
Es increíble que no estemos celebrando a un presidente que con una economía mundial en turbulencia nos tiene creciendo al ritmo del promedio histórico y por encima del promedio Latam.
Es increíble que no estemos celebrando a un presidente que frente a los ataques siempre respeta.
Es increíble que no estemos celebrando a un presidente que en el tema del desempleo evidencia acciones concretas. Además, todo economista sabe que la estacionalidad del desempleo baja en el segundo semestre. Es decir, lo que ha pasado es histórico.
Es increíble que no estemos celebrando a un presidente que volvió a conectar con las regiones, pues a los bogotanos (yo soy de Bogotá) les parece que hay paz y prosperidad, pero no hay que viajar mucho para saber lo equivocado que está Bogotá y su sentido "izquierdoso" europeo de los 40. Todos sabemos que el presidente Santos nos dejó el país lleno de cultivos ilícitos, lleno de delincuentes "de paz" y sobre todo desesperanza en las instituciones.Éramos más orgulloso de nuestro ejército y nuestra policía hace 10 años que hoy día.
En fin, el presidente Duque ha sido fiel a quienes votamos por él, y sí, somos mayoría. Sin embargo, los periodistas no quieren reconocer esa realidad. Somos una mayoría que cree que la JEP es un lavadero judicial, en donde entra cuanto criminal logra corromper a sus jueces (fácilmente corrompibles, en mi opinión). Ahora tenemos paramilitares, narcoguerrilleros, en fin. Todo lo peor de Colombia en el lavadero judicial que nos dejó el presidente Santos.
El presidente Duque tiene errores, como todos, pero también tiene aciertos. No obstante, nuestros periodistas no ven el plan de largo plazo, no apoyan el crecimiento intelectual del país. Solo les importa cazar frases, cuestionar sin contexto y conseguir likes y seguidores.
Ojalá los directores editoriales tomen con más juicio su trabajo. Ojalá entiendan que las líneas editoriales construyen país y también lo destruyen.
De hecho, escribiendo esta nota, me es imposible olvidar cómo mentes brillantes como Matador, Vladdo, Las igualadas, Samper Ospina, la Sra. Duzán, entre otros, parecieran tener una obsesión con sembrar odio y no ecuanimidad. Ojalá recapaciten. Tenemos al fin un presidente pensando en sus hijos, nuestros hijos.