Vivimos en la generación de las emotividades, las sensibilidades y los sentimentalismos. El mundo de las noticias digitales se mueve de acuerdo a esta lógica, y el público reacciona y opina en correspondencia a la rapidez en la que aparecen las noticias día tras día.
La manipulación de masas no es algo nuevo, sin embargo, desde hace algunos años hemos visto cómo el mundo ha dejado de pensar por sí mismo. Por esto vemos como influencers, youtubers, instagramers, entre otros; se han ganado un espacio, más que privilegiado, en nuestras vidas, pues en algunos casos sus habladeras de paja interfieren directamente en nuestros gustos o formas de pensar. La pandemia, por su parte, ha colaborado a que todo esto se haya intensificado de una manera veloz a nivel mundial.
Lo político no queda atrás, es aquí donde todo comienza y se desarrolla. Hace algunos años recuerdo que explotó un escándalo por las palabras dichas por el gerente de la campaña del no para el plebiscito Juan Carlos Vélez, quien con mucha presunción y jactancia afirmaba que su campaña había sido la más barata y efectiva de la historia, con una estrategia basada en la indignación, diciendo que buscaron que “la gente saliera a votar berraca”. Recuerdo aún sus audios haciendo mofa, como si fuera una mujer llorando y víctima de la violencia; indignante pero cierto. Efectivamente la estrategia funcionó, aunque sus palabras fueron su azote y terminó como perrito regañado ofreciendo disculpas y renunciando a su partido político, el Centro Democrático.
Es así como una nueva forma de hacer política en lo virtual iniciaba en Colombia, y a su vez una lucha por la manipulación de las mentes de los colombianos, que de por sí ya vivíamos con medios de comunicación empecinados en hacer lo que se les antojara con nosotros. Bien dice Gustavo Bolívar: "No contaban con que teníamos esta arma hoy en día (mostrando su iPhone) y aquí yo les estoy haciendo más daño que toda la guerrilla junta, toda la vida, con 15.000 o 30.000 armas". Y bastante razón tiene el senador, a quien le ha tocado retractarse en varias oportunidades, e incluso ha sido acusado por incitar al odio en redes sociales; todo un sabio para armar libretos sin lugar a dudas.
Como en las peores épocas de la violencia en Colombia, estamos en el “todo se vale”, nada de lo que comparten u opinan los políticos, activistas sociales o personalidades (aunque luego se retracten) es producto del azar. Se pueden aprovechar de la muerte de una persona, como el caso de Santiago Ochoa, para incitar aún más sentimiento de indignación hacia la policía, o lo hecho por los vándalos en el marco del paro nacional para deslegitimar las protestas y a sus manifestantes. Entonces este es uno de los nuevos escenarios de guerra en Colombia, porque el real parece no acabar, aunque bien dice Noam Chomsky: "La manipulación mediática hace más daño que la bomba atómica, porque destruye los cerebros".
