Las mentiras del neolítico hoy son verdades

Las mentiras del neolítico hoy son verdades

Da gusto saber que lo escrito se cumple al dedillo

Por: Carlos Roberto Támara Gómez
noviembre 06, 2018
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Las mentiras del neolítico hoy son verdades
Foto: Pixabay

Se había desenmascarado que lo de eliminar por decreto las ciudadanías por nacimiento escondía un discurso larvado, oculto tras una cortina de humo, pues de prueba aquí está la cita:

“Trump elogió un sólido informe de empleos que mostró que la economía de los EE. UU. un cuarto de millón de nuevos empleos en octubre, y también repitió algunas de sus declaraciones inflamatorias y engañosas sobre la amenaza que representan los inmigrantes, diciendo que 'los demócratas quieren invitar caravana tras caravana para inundar nuestro país'".

Obvio, a un día o dos de mitaca la andanada no se puede venir con pinches puñaladas traperas, es decir embozadas. Hay que sacar el yatagán mata ganado y atacar la yugular como cualquier abordaje bucanero.

El problema es que el chiste subsiste: tendríamos que aceptar que si los demócratas han traído caravanas desde los famosos pilgrims, es plausible históricamente que los sigan trayendo así sea de América Latina y ahora con más razón cuando pueden subir los salarios o, si se quiere impedirlo, debe aumentarse el empleo barato con una cauda de inmigrantes que está leyendo el panorama al pie de la letra.

"Es un gran hito", dijo Scott Anderson, el principal economista del Bank of the West, al Wall Street Journal. "Finalmente conseguimos el desempleo lo suficientemente bajo como para que en realidad tengamos algo de tracción en los sueldos y salarios. Y parece que estamos incorporando más personas a la fuerza laboral a medida que aumentan los salarios".

De aquí de este auge viene la caravana: es un resultado de Trump mismo. No hay sino que leer su consigna: América First Again incluye al continente no solo una parte. Si el histrión no sabe leer ese es su problema. Además si tanto nos expolian algunos de nosotros deben ir por nuestra parte dondequiera que la hayan depositado, hasta el mismo Fort Knox si es posible. ¡Y se vendría otra caravana! Imagino una nueva más larga que la transversal de la selva cuando se pueda obtener la dosis mínima de maracachafa punto rojo mejorada biotecnológicamente legalizada no solo en el Canadá. ¿De qué tamaño serían las tropas de asalto? Y aquí que el bareto cunde como cunde al varillo.

El pobre decretillo de Duque mostraría toda su inutilidad transcontinental.

Pero hay algo que esta campaña norteamericana devela y que hace parte de una análisis más amplio sobre por qué es tan aceptada la política como mentira.

Todo el discurso de Deleuze y Guattari en Capitalismo y esquizofrenia se caería estruendosamente. No sería la mala gestión del deseo lo que llevaría a que los pueblos insistieran en escoger a sus castigadores implacables y depredadores sin tregua, navegando alborozados en mentira tras mentira. Y es que ni se inmutan.

Al fin y al cabo si las religiones todas se inventaron en el neolítico también inmediatamente se inventó la política. Si en ese momento no se diferenciaba ciencia de brujería, ni mentira de verdad entonces el origen histórico y mental, es decir la genómica de la conciencia, es la misma. No sería cierto señor Immanuel Kant que huir o luchar fuera un dilema.

Y si de allí de esa falsedad protuberante que acabó con el feudalismo y por eso tuvo tan buena prensa, se abstrajo todo el racionalismo, entonces todas las subsiguientes teorías del poder y también del estado tienen el mismo origen fallido e incongruente. Todo el entorno construido es falso. En nuestro más remoto origen adámico, ¿quién podía saber con certeza qué había fuera del Paraíso? Eva y Adán tenían más de una razón, ingenuidad neolítica leída por los judíos, para pensar que la seguirían pasando rico. Además, si todos los animales estaban cabiendo allí, ¿quién avalaba que hubiera un afuera?

Y es que toda la ciencia del mundo todavía no ha podido demostrar que exista algo por fuera de este universo y, en caso de que exista, ¿cómo es que sería superior al nuestro?, ¿por más viejo?

Pero no sigamos por allí. Hemos demostrado sin mayores ambages que eso de la política como mentira no podría ir más allá de que no podemos vivir con verdades que le son equiparables en maldad y estigma.

Si el poder ni el Estado provienen de ninguna divinidad entonces el derecho y la política subsecuente que lo soporta deviene de una mentira tan grande como una catedral gótica incluyendo la gigantesca superficie de sus arabescos y filigranas.

El columnista dosorillero López Caballero ha despojado de verdad a todos los movimientos políticos en Colombia con una laconicidad terrible y complacida. Aquí está ese desnudo que yo preferiría para la Grisales de dieciocho o veinte años. ¡Ay! ¡Amparo quiero!

Escogemos tres desnudos:

Cambio Radical nada tiene de cambio y si acaso en algo es radical es justamente en que no se debe esperar cambio alguno: los mismos políticos utilizando las mismas mañas para salir elegidos y después con los mismos instrumentos (mermelada, etc.) reproducir el mismo sistema.

Centro Democrático que ni es de centro ni mucho menos democrático. Entre nosotros es la más extrema derecha, superada solo (y eso quien sabe) por el paramilitarismo. Y sobra decir el carácter caudillista (alrededor de Álvaro Uribe) que lo caracteriza.

Partido Liberal que primero dejó de ser Liberal y que hoy ya no es Partido: perdió su identidad con una dirección que lo orientó hacia el extremo contrario (el Neoliberalismo) y que se refugió en la ilegalidad; y los votos que consigue son personales de unos caciques, ya que su candidato o quien aparezca como tal a nivel nacional no llega al 5% en una elección.

¡Y todo esto es verdad! ¡Verdad de a puño! Con estos partidos así para qué lista cerrada. Entonces por qué se sigue votando por esos partidos de manera copiosa. Claro, el asunto no es solo nuestro.

Debe haber algo de inextricable en la verdad. Si aceptamos que desde el neolítico venimos soportando mentiras quizás más grandes y monstruosas como las que pesan sobre supuestas divinidades y sus soportes de poder, y derecho; entonces es que oscuros reflejos condicionados nos atan la pata con una deleznable piola, pero ya no hacemos siquiera el gesto de liberarnos.

La tarea entonces sería insondablemente larga, quizás imposible y eso es lo que siempre nos dicen. Ni lo intentes. ¡Este mundo no lo cambia nadie! ¡Bueno, Úrsula Iguarán le tuvo que poner nuevo nombre a las cosas! Si en nuestro realismo mágico la realidad supera la ficción es porque ésta es posible.

Entonces imaginemos un post-Macondo en que podamos votar en la nube y las elecciones sean universales. Imaginemos que el voto sea leído por algún mecanismo autómata que no podamos engañar inventado por Aureliano Décimo Segundo Buendía. Entonces la política habrá muerto.

Y es que la política como todas las cosas de este universo también perecerá.

* Notas. Sobre la política gringa son tomadas de un newsletter de The New Yorker y firmadas por un afamado: John Cassidy. Lo demás, de Las2orillas como se indica.

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