"La persona que más le vendió droga a la CIA fue mi papá", lo dijo Juan Sebastián Marroquín, el nombre con el que ahora quiere empezar de nuevo el hijo de Pablo Escobar. "Él tenía relaciones directas con la CIA, y con varios de ellos montaron una red internacional de corrupción para traficar drogas... Eran prácticamente sus socios." Las declaraciones le dieron la vuelta al mundo y sirvieron para impulsar su nuevo libro Lo que mi padre nunca me contó.
Estos rumores comenzaron a circular a mediados de los 90, cuando el periodista Gary Webb denunció estos lazos de dos de las entidades más renombradas de su país. Varios ex integrantes de algunas organizaciones - DEA y La Policía Los Ángeles - han confesado lo mismo. El tema resonó bastante cuando se acusó que la epidemia de crack de comienzos de los 90 en varias ciudades de Estados Unidos - especialmente fuerte en Los Ángeles - fue a causa de los cargamentos que estaban entrando la CIA y la DEA. Gary Webb denunció que el tráfico de cocaína se hacía para financiar las guerras contra el comunismo en América Central, y que los mismos aviones que entraban a los Estados Unidos cargados de droga, salían cargados de armas y hombres para combatir las guerrillas. En el 2002 el periodista que denunció fue encontrado en su casa con dos tiros en la cabeza. Lo declararon un suicida.
Pero los datos no concuerdan. Pablo Escobar tuvo operaciones en Nicaragua, y contradiciéndose el mismo hijo de Escobar dice que vivieron allá con el permiso de los Sandinistas a cambio de apoyar al movimiento revolucionario contra los embargos del gobierno norteamericano. Existe una foto en la que se ven a Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez Gacha y un ministro nicaragüense cargando un avión con 600 kilos de cocaína. Ya existían tensiones entre la DEA y la CIA con Pablo Escobar, pero el capítulo de Nicaragua elevó esta lucha a niveles de política internacional.
Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez Gacha y un ministro nicaragüense cargando un avión con 600 kilos de cocaína
En Nicaragua estaban los grandes interventores del gobierno norteamericano, los Contra, que se dedicaban a intervenir en conflictos extranjeros. Si bien hay teorías sobre la colaboración entre la CIA y grandes narcos para llenar las calles de Estados Unidos de droga, y así obtener plata para luchar contra los movimientos guerrilleros en Latinoamérica, personas que hacían parte del círculo íntimo del capo dicen que eso era completamente imposible en el caso de Pablo Escobar. Es más, el capo fue la piedra angular para deslegitimizar al gobierno sandinista, y la relación entre Escobar y Ortega era de beneficio mutuo: el líder nicaragüense obtenía dinero para combatir las iniciativas de intervención que venían desde el norte a cambio de ofrecerle seguridad y tranquilad operativa para su negocio.
Pero hay otras anécdotas que son más pintorescas, nunca antes mencionadas, y desmentidas por todos los conocidos del capo. Solo las cuenta y las mantiene el hijo del narco. Según él, Pablo Escobar tenía la intención de contratar a Michael Jackson, pagarle por un concierto en la Hacienda Nápoles y luego cobrarle 60 millones de dólares antes de irse. Según los lugartenientes de Escobar, sí se hizo inteligencia para hacer un gran secuestro en los Estados Unidos, pero era a la esposa de Julio Mario Santo Domingo, Beatrice Dávila.
Juan Pablo tiene un gran recorrido por tabloides y canales de televisión extranjeros en los que da largas entrevistas. Una de las imágenes más vívidas que describe es cómo en los apartamentos de Medellín su papá quemaba dos millones de dólares en billetes para calentar a su hija. Los químicos de los billetes al ser quemados son perjudiciales para la salud, por no mencionar exponer a una niña de 6 o 7 años a la inhalación de humo de una fogata en un apartamento.
Con dos libros publicados sobre su padre, las revelaciones son cada vez más sorprendentes, pero han llegado a sonar más a confabulación y márquetin que una realidad. A un diario brasileño, en el 2015, le dio una entrevista y por primera vez mencionó a Pablo Escobar y a Sinatra. “Sinatra era mejor traficando drogas que cantando” y además dijo que eran literalmente socios en el tráfico de droga. “Pero no hay recibos ni tiquetes y eso lo sé porque estaba al lado de mi padre”.
Pero lo que más causa escozor en los círculos íntimos del capo es la declaración que se hace en el libro Mi Padre sobre quién es tiene la responsabilidad de la muerte del capo. “Yo perdono a la familia de mi padre por haberlo traicionado, vendido, entregado. Incluso perdono a mi abuela que entregó a su hijo, aunque nunca lo entenderé. Me siguen haciendo daño diariamente, pero los perdono. Pero no olvido.”
Popeye, uno de los más cercanos y quizá el que más conoció la intimidad de Escobar, no solo se desmiente esta versión, sino que se ofende: “Él va diciendo que doña Hermilda y Roberto Escobar entregaron al Patrón. Roberto si es una porquería, pero eso es mentiras. Cuando él estaba la casa de seguridad, nadie sabía. Los que la conocían tenían que dormir ahí con él. Eso es un absurdo decir lo de doña Hermilda.” La cercanía familiar del círculo íntimo de Pablo Escobar era impresionante, hasta el punto que fue la misma mamá de él quien fue hasta Cali y arregló el problema con el cartel de los hermanos Ochoa.
