El mejor mercado que hoy existe en el mundo es el del bienestar. Todos queremos estar saludables y lozanos en lo posible, no importa lo que nos cueste. Pero además soñamos con altos desempeños en muchos campos con el valor agregado de tener una buena imagen que coadyuve en el camino del ‘éxito’. Allí es donde mayormente se ha reforzado la sociedad de consumo con los poderosos mercaderes que cautivan incautos o personas mentalmente vulnerables (con grietas en su formación cultural). Son terreno abonado para estos avispados.
Tantas veces hemos venido insistiendo sobre la común oferta de un multimillonario negocio, casi nunca tan beneficioso para los consumidores. Son muchos los productos que se ofrecen en este sentido y varios de ellos publicitan resultados efectivos y en corto tiempo: casi milagrosos, pero con logros frustrantes o dudosos (falsos). Así se venden tratamientos, aparatos para hacer ejercicio, dietas, fajas, variados menjurjes, batidos y pastillas que, seguramente han causado más de una desencanto en sus clientes.
La Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) sigue actuando metiendo en cintura a una buena cantidad de timadores a través de publicidades falsas en grandes medios. Ahora le tocó el turno al producto Redu Fat Fast, fabricado por la firma Jorge Hané Laboratories Colombia. Fue revisado exhaustivamente y se encontró que “no cuenta con estudios médicos o científicos contundentes para demostrar que sirve para eliminar grasa, reducir peso o disminuir medidas corporales”.
En plata blanca estaba promocionando una gran mentira, estafando a sus ávidos consumidores, lo cual es grave y delictuoso. Por ello en segunda y última instancia ese laboratorio ha sido multado con 708 millones de pesos por publicidad engañosa, además de prohibirle la emisión de sus anuncios publicitarios. La firma deberá difundir ahora avisos en los que introduzca de manera notoria, visible y legible, la leyenda “Redu Fat Fast es un suplemento dietario, no un producto para bajar de peso”.
Es muy común que estos productos que contienen algunos nutrientes químicos, tengan registro sanitario del Invima exclusivamente como suplemento dietario. Esto significa que no tienen efectos terapéuticos (curativos) o beneficios para la salud, tales como la eliminación de grasa o reducción de peso, pues de generar tales resultados su registro sanitario debería corresponder al de un medicamento.
Hoy vemos con frustración que mucha gente sigue creyendo en estos autodenominados “gurús” o brujos "curalotodo". Siguen comprando y consumiendo un montón de nutricionales sin recomendación médica, incluso sugeridos en gimnasios o tiendas naturistas. También por el popular voz a voz. Es lamentable que tantas personas se presten para ser engañadas y estafadas. Y hay muy hábiles vendedores de nada, los autodenominados ‘coachings’ (parlanchines), promotores de falsos liderazgos, etc que reclutan a cándidos que creen en cánticos de sirena.
Redu Fat Fast es otro engaño público como tantos nos siguen inundando. De allí que la Superintendencia, toma esta decisión para “para proteger a los consumidores, especialmente a los de menores ingresos, quienes pueden ver afectadas sus decisiones de consumo cuando los anunciantes emplean afirmaciones, proclamas o mensajes engañosos en su publicidad”. Violan el Estatuto del Consumidor.
Su investigación concluye que su oferta es una trampa al cliente. Los efectos que promocionan públicamente no tienen ningún soporte científico de investigación siendo por lo tanto falso que se logren resultados de eliminación de grasa, reducción de peso y disminución de medidas corporales. El tal Redu Fat Fast y el ‘gurú’ Jorge Hané resultaron una patraña.