Las mentiras de Juan Gossaín sobre la muerte de Cristo

Las mentiras de Juan Gossaín sobre la muerte de Cristo

"Al parecer el periodista colombiano se inventó un historiador, dos fisiólogos y un médico para sustentar el fallecimiento de Jesús"

Por: Alvaro Nivia Guevara
marzo 28, 2016
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Las mentiras de Juan Gossaín sobre la muerte de Cristo
Foto: Vladimir Rodríguez vía barrancabermejavirtual.net

El pasado 23 de marzo -jueves santo-  en página entera de la portada de la sección "Debes Saber”, El Tiempo publicó un especial preparado por Juan Gossaín, sobre la muerte de Cristo titulado  La verdad contada por los historiadores no cristianos. En la edición digital, se incluyó en la sección Ciencia y se  titula La muerte de Jesús: verdad contada por los historiadores no cristianos

Después de leer el artículo, es muy difícil entender cómo un periodista, laureado con los premios Simón Bolívar y el del CPB por su vida y obra, y que, por ende, debería ser ejemplo de buen periodismo, escribe un texto donde se condensen tantas mentiras e imprecisiones.

En los párrafos introductorios confiesa haber dedicado media vida a investigar sobre los acontecimientos relacionados con la muerte de Cristo, como lo relatan los historiadores de la época, que no tuvieron influencias religiosas, ni fueron sus partidarios; los historiadores profesionales o testigos presenciales que no eran cristianos , por lo que su crónica es la del periodista que se limita a registrar los hechos tal y como ocurrieron y no la de un  teólogo o un predicador.

El problema del artículo radica en que el escritor inventa y pone en boca de Flavio Josefo y Plinio El Joven --dos de los primeros autores que incluyen en sus escritos referencias históricas no cristianas sobre Jesús de Nazaret-- palabras que ningún historiador ha documentado. A esto de por sí muy grave, inadmisible, hay que sumarle que no tiene inconveniente en inventarse un historiador: Cayo Graciano.

Veamos en qué consisten las imprecisiones:

1. El historiador Flavio Josefo (37-101 A.D.)  -que no era romano como Gossaín indica sino un judío renegado protegido por los emperadores Vespasiano y Tito- en ninguna parte de su obra ‘Antigüedades judías’, menciona que:  “se burlaban de él lanzándole escupitajos y gritándole: ‘Si tu Dios te quiere tanto, que venga a salvarte’. Parecían perros sedientos de sangre tras los despojos del pobre hombre”.

Tampoco es cierto que Flavio Josefo haya dejado registrado en las ‘Antigüedades judías’:  “Cuando el condenado expiró, el gigantesco velo que cubría lo más sagrado del templo de los judíos se rasgó en dos, de arriba hacia abajo, como si un rayo invisible lo hubiese destruido, y la tierra tembló con un grande estremecimiento, las piedras del monte se partieron sin que nadie las hubiera tocado, se abrieron las tumbas del cementerio del valle de Josafat, que queda frente al Calvario, y muchos cadáveres se pusieron de pie para ir en busca de sus familiares. Y a pesar de que solo era media tarde, el sol se ocultó, y el mundo quedó sumido en las sombras”.

Ni es cierto que hubiera dicho: “La crucifixión era una condena tan terrible que a Jesús le desmembró los órganos corporales. De lejos se le podían contar los huesos y las costillas”.

Flavio Josefo, menciona a Cristo en dos partes de su obra Antigüedades. En un pasaje conocido como Testimonio Flaviano (Antigüedades judías, 18:3:3) considerado por la mayoría de los eruditos como una interpolación -dentro del texto original- que un judío fariseo jamás habría escrito, dice: “Por aquel tiempo existió un hombre sabio, llamado Jesús, [si es lícito llamarlo hombre], porque realizó grandes milagros y fue maestro de aquellos hombres que aceptan con placer la verdad. Atrajo a muchos judíos y a muchos gentiles. [Era el Cristo.] Delatado por los principales de los judíos, Pilato lo condenó a la crucifixión. Aquellos que antes lo habían amado no dejaron de hacerlo, [porque se les apareció al tercer día resucitado; los profetas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él.] Desde entonces hasta la actualidad existe la agrupación de los cristianos.”

(Entre paréntesis angulares las partes que con seguridad se consideran interpoladas, el resto del testimonio es controversial).

El otro pasaje donde Flavio Josefo se refiere tangencialmente a Jesús (Antigüedades judías, 20:9:1) dice: “Ananías era un saduceo sin alma. Convocó astutamente al Sanedrín en el momento propicio. El procurador Festo había fallecido. El sucesor, Albino, todavía no había tomado posesión. Hizo que el sanedrín juzgase a Santiago, el hermano de Jesús, [llamado Cristo] y a algunos otros. Los acusó de haber transgredido la ley y los entregó para que fueran apedreados.”

Y esas son las dos alusiones que de Cristo hace Flavio Josefo.

2. Gossaín dice en su artículo que, Plinio el Joven (61-112 A.D.) escribió en sus anotaciones romanas:  “aquel condenado adolorido y sangrante los miraba a todos con una mirada mansa y piadosa”.

Y también que: “al ver lo que estaba pasando, uno de los soldados romanos se volvió a sus compañeros y exclamó: ‘Verdaderamente, este era el hijo de Dios’. Luego empezó a gritar, arrojó su lanza y se fue corriendo, colina abajo. Nunca más se volvió a saber de él”.

Existe una carta (Epist. X, XCVI, C. Plinius Traiano Imperatori) fechada entre los años 100 y 112 A.D., donde de Plinio El Joven le pregunta al Emperador Trajano acerca de cómo debía conducirse con los cristianos, y donde le informa las medidas que como gobernador tomó contra ellos:  “…Quienes negaban haber sido cristianos, si invocaban a los dioses conforme a la fórmula que les impuse, y si hacían sacrificios con incienso y vino a tu imagen, que a tal efecto hice instalar, y maldecían además de Cristo –cosas todas ellas que, según me dicen, es imposible conseguir de quienes son verdaderamente cristianos– consideré que debían ser puestos en libertad. Otros, cuyo nombre me había sido denunciado, dijeron ser cristianos pero poco después lo negaron; lo habían sido, pero después habían dejado de serlo, algunos al pasar tres años, otros más, otros incluso tras veinte años. También todos estos han adorado tu imagen y las estatuas de nuestros dioses y han maldecido a Cristo. Por otro lado, ellos afirmaban que toda su culpa o error había consistido en la costumbre de reunirse un día fijo antes de salir el sol y cantar a coros sucesivos un himno a Cristo como a un dios, y en comprometerse bajo juramento no ya a perpetuar cualquier delito, sino a no cometer hurtos, fechorías o adulterios, a no faltar a nada prometido, ni a negarse, a hacer un préstamo del depósito.”

Es el único documento de Plinio donde hace referencia que los cristianos veneraban a Cristo como un Dios, pero jamás a las cosas que usted menciona.

3. Dice también Gossaín que 50 años después de la muerte de Cristo, a mediados del siglo I el gran filósofo Séneca (murió en el año 65) escribió esta frase:  “No soy cristiano, pero me estremezco al pensar que Jesús murió lentamente, gota a gota, como su propia sangre”.

Sería conveniente que el Sr. Gossaín explicara la fuente donde encontró esta frase de Seneca, porque como todo hasta ahora parece ser falso.

4. Igualmente falso es que Cayo Graciano haya escrito textualmente que:  “Cuando llegó al monte, el Nazareno, que además era muy flaco, tenía la espalda tan desgarrada que quienes estaban más cerca de él dicen que pudieron verle algunos fragmentos de la columna vertebral, a pesar de los borbotones de sangre que le brotaban”.

Tampoco es cierto que haya escrito:  “Entre tanto, Jesucristo se desangró en la cruz. La hemorragia era incontenible. Sudaba sangre, y jadeaba con desesperación. Se estaba ahogando”.

Nada de eso es cierto porque Cayo Graciano nunca existió. ¿Quién fue el historiador romano Cayo Graciano que según el Sr. Gossaín  pudo entrevistar a varios testigos presenciales?. Esta pregunta se la remito porque en el único sitio donde aparece mencionado Cayo Graciano es en el artículo: “La verdad contada por los historiadores no cristianos” de Juan Gossaín.

Al parecer el Sr. Gossaín no solo se inventó un historiador, sino dos fisiólogos, Zacarías Frank y , Walter Hernuth  y un médico decano universitario en Oxford, Edward Albury (digo al parecer, porque en internet no existen) a quienes pone a describir todo el cuadro médico de la agonía de Cristo: el dolor ”excruciante”, los desmayos a causa de la baja presión, el fallo de los riñones y la arritmia cardiaca “con el corazón desbocado, tratando de bombear afanosamente una sangre que ya no tenía”. Como epílogo pone en boca Walter Hernuth un ateo racionalista, al parecer inventado también (tampoco existe en internet) que ese hombre podría haber sido Dios  “para resistir semejante tormento durante tres horas. No sé cómo lo hizo. No conozco a nadie que aguante eso”.

Si Juan Gossaín en vez de andar diciendo que ha gastado media vida investigando sobre los acontecimientos relacionados con la muerte de Cristo, hubiese dedicado dos o tres días para hacer una revisión bibliográfica juiciosa, sabría que no existe ningún relato de testigos presenciales. San Pablo que fue el primero en escribir sobre Cristo -aproximadamente en el año 52 A.D., recibió, según él, su conocimiento por revelación. Y por otra parte, los evangelios, asignados a unos hipotéticos Marcos, Mateo, Lucas y Juan, fueron escritos hacia el años 70, 85, 90 y 100 A.D. respectivamente, en griego, no en arameo la lengua de Galilea, Judea y Palestina donde se supone vivieron Cristo y sus discípulos; Además, fueron escritos por escritores profesionales, no por pescadores iletrados. Es en estos relatos (Mateo 27:51-53) donde se habla de la rasgadura del velo del templo, de los temblores de tierra, de los zombis que vinieron a la Santa Ciudad (en la Biblia no parece ningún sitio denominado Josafat) y de las 3 horas que se ocultó el sol durante la muerte de Cristo, el día después de la pascua, una festividad que celebraban los judíos (y se celebra hoy), en el primer plenilunio después del equinoccio de primavera (hago la aclaración porque cuando la luna está llena no ocurren eclipses, el fenómeno natural por el cual se puede ocultar el sol; y además cuando ocurren barren una franja local, no toda la Tierra y ninguno dura 3 horas).

O sea que todo, absolutamente todo lo que escribió Juan Gossaín es una farsa. Me pregunto ¿por qué un periodista como él, de quien en  Wikipedia se lee: “es uno de los periodistas más admirados y de mayor credibilidad en el país sudamericano” hace algo semejante, cuando su misión debería ser ilustrar con la verdad a sus lectores y no exagerar los mitos?

 

 

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