Las mentiras agitadas por líderes populistas de derecha, izquierda o de centro, tienen cabida no solo en los medios de comunicación que se identifican con su ideología. En una época marcada por el rating y afán de crecer en sus audiencias y mercadeo, son acogidas con diversos despliegues y tonos, por la mayoría periódicos, revistas, emisoras de radio, televisión y en las redes sociales por internet, donde se vuelven virales.
Así sucedió con la candidatura de Donald Trump a la presidencia de la República de los Estados Unidos quien, con mensajes estridentes y efectistas, profusamente replicados por los medios, poco a poco caló en amplios sectores de republicanos y norteamericanos del promedio: blancos, religiosos, amigos incondicionales de las armas y víctimas reales de la concentración global de la riqueza propiciada por el neoliberalismo, y la reciente crisis desencadenada por los banqueros irresponsables, que estimularon la caída del valor de las viviendas y créditos ‘upaquizados’ y en general preocupado por la creciente depauperización de la clase media, que gracias a mensajes como los de Trump, achacan a la inmigración de mexicanos y latinoamericanos y ciudadanos de otros países y etnias, a quienes culpan de la pérdida de sus empleos y bajos sueldos en los que conservan. Además, ven como peligrosos enemigos a minorías como todos los islamitas.
Los magos de la publicidad y el ‘marketing’ político saben desde las épocas de Goebbels, el ministro de propaganda de Hitler, ideólogo del rápido ascenso del nazismo pegado a la radio y naciente televisión, que el uso de estribillos, ‘jingles’ y consignas, se fija como garrapatas en las mentes del ciudadano promedio, ‘analfabeta funcional en política’, que no cuestiona su veracidad y se las aprende, repite y traga entero. Así les inculcó a millones de alemanes el deseo de venganza por la derrota en la Primera Guerra Mundial y las exigencias del Pacto de Versalles, junto al odio ciego a los judíos, gitanos, negros, amarillos, eslavos y otras etnias ‘inferiores’ “a las que había que exterminar y esclavizar”, desencadenando la Segunda Guerra Mundial, con más de 50 millones de víctimas, la mayoría civiles y la destrucción y ruina numerosas ciudades y países de Europa, Asia y África y en última la derrota y autodestrucción de la Alemania nazi.
En el caso del ‘Brexit’, como se conoció el plebiscito citado por capricho del renunciado primer ministro Cameron, para decidir la permanencia o no del Reino Unido en la Unión Europea, sucedió algo similar con las mentiras y estribillos agitados para la decreciente clase media y la creciente popular por los sectores nacionalistas y de ultraderecha que rechazan la inmigración y han prosperado en Inglaterra, Francia, Alemania y otros países europeos.
Según análisis publicado en el New York Times, mentiras como: 'que el Reino Unido le regalaba a la Unión Europea, 350 millones de libras semanales' y otras por el estilo, calaron entre los de mayor edad, nostálgicos del poderío británico, cuando fue la primera potencia mundial y a quienes desde la escuela, se les inculca la idea que son un pueblo superior, según el autor del informe, educado en Inglaterra. Lo peor fue que la mayoría de jóvenes, los mayores beneficiarios y partidarios de la integración, al poder trabajar y viajar por toda Europa, no votaron en la cantidad que se necesitaba y lloran sobre la leche derramada, al no haber acudido a las urnas para permanecer en la Comunidad europea.
En el caso del proceso de paz con las Farc, al ver una grabadora y micrófono en manos de un periodista, sin que le preguntaran y en todos los medios, durante semanas previas al acuerdo del 23 de junio, en La Habana, el expresidente Uribe no se cansó de expresar que se estaba entregando el país al “castrochavismo y a los “asesinos, reclutadores y violadores de niños y narcoterroristas de los Farc” y otros términos demonizantes y totalmente descalificadores de la contraparte, en la negociación de paz con el gobierno nacional, ignorando que durante sus dos gobiernos hizo intentos fallidos de negociaciones con las Farc y el Eln y ‘coronó’, parcialmente, la desmovilización de un sector de los paramilitares reunidos en El Ralito y quienes no habían sido unos angelitos en sus acciones criminales ricas en reclutamientos forzosos de niños y jóvenes, violaciones de mujeres, masacres despiadadas, desalojo de tierras, viviendas, saqueo de propiedades, robo y contrabando de combustibles, narcotráfico a gran escala, etc, y soslayando que gracias a los dineros, presión armada y alianza con los parapolíticos, fue que ganó las elecciones .
Son las mentiras que repetidas se vuelven verdades y ganan elecciones hipnotizando a los borregos electores, que después no tienen tiempo de echar reversa.