Son transmisiones de cinco horas. La mayoría de los que ven la etapa completa son gente que lleva décadas pegada a la radio, interesadísimos por ver como se comporta un pelotón, qué se dicen los ciclistas atrapados en ellos. Es gente con la paciencia suficiente como para ver crecer el pasto. La transmisión tiene que ser lo más entretenido del mundo, incluso, si es posible mentir se hace. Por eso es tan importante un narrador como Mario Sabato y, además, ¡Qué capacidad que hay que tener para contar lo que no existe, lo que no se ve, lo que no pasa!
Si existe un deporte que esté envejeciendo peligrosamente es el ciclismo. Cada año se pierden millones y millones de espectadores. Una de las razones por las que la Unión Ciclistica Internacional le alcahueteó la trampa a Lance Armstrong fue precisamente porque estaba captando millones de nuevos telespectadores gracias al interés de los Estados Unidos por el ciclismo. Cuando se supo la trampa volvió a ser un Euro Deporte, que le importa solo a Italia, y, cada vez menos, a Francia y a España.
Colombia, Ecuador y Venezuela son los únicos países de sudamérica en donde el ciclismo tiene algún tipo de interés. En Colombia había mucha expectativa por la etapa 16, la etapa reina del Giro, de un Giro que para nosotros ha sido muy divertido por la actuación de Egan pero, puesta en plata blanca, ha sido muy aburridor. El ciclismo volvió a sufrir otro golpe mortal por culpa del mal tiempo. Es que, otra vez, una etapa clave de una gran vuelta es recortada porque no se puede trasmitir, porque la nieve bloquea las carreteras. Hubo gente en Colombia que se pegó la madrugada a las cuatro de la mañana y todo para nada: ni siquiera se podía ver la transmisión.
Pobre Sábato, tener que hablar tanto, meterle tanta imaginación para que no se note la absoluta intrascendencia que caracteriza el 85% de las 21 etapas que componen una gran vuelta.