Las movilizaciones que iniciaron en Colombia hace 22 días y que posicionaron a Cali como un referente nacional rinden sus réditos al producirse la estruendosa caída de dos reformas en curso: la tributaria y de salud, al tiempo que el gobierno está advertido por las clases populares, en torno a un nuevo levantamiento en caso de insistir en reformas a nivel pensional y laboral.
Se trata del paro más largo en la historia del país, superior en fuerza y participación, que el realizado el 14 y 15 de septiembre de 1977. Para disminuir el impacto de las protestas, el presidente Alfonso López Michelsen, calificó la jornada como subversiva. Su señalamiento no hizo otra cosa que exacerbar los ánimos e imprimir más dinamismo a los desplazamientos populares. En ese momento, se lograron reivindicaciones.
Cuando acabó el paro, el parte para los trabajadores fue de victoria. Aunque algunos lo calificaron como intrascendente, el salario mínimo subió tres veces en los ocho meses siguientes, a la vez que el salario en la industria subió 16 puntos.
Colombia en movimiento
Las marchas en Colombia que dan soporte al paro nacional y responden a las expectativas del comité nacional que organiza las actividades, son cada vez más nutridas. La del 28 de abril fue apoteósica, pero la realizada este miércoles 19 de mayo en todo el territorio colombiano, rebasó todo pronóstico.
En medio de las movilizaciones, tomó fuerza la noticia sobre la caída de la reforma a la salud. Y aun cuando el sol era incandescente y parecía tener la capacidad de derretir el asfalto, cada obrero, estudiante, indígena, comunal e integrante de las diferentes expresiones populares, sacó valor para avanzar. “Lo logramos, lo logramos”, vitoreaban mientras que, al fondo, en los vehículos con sonido, se escuchaba el himno del paro: “Duque chao, Duque chao”.
Marchas en paz
A diferencia de lo que vaticinaba el gobierno nacional sobre desmanes y nuevo vandalismo, la del 19 de mayo fue una jornada con un hito histórico: todo transcurrió en un marco de tranquilidad.
Cabe anotar finalmente que los colombianos salieron a azotar las calles, pese a los anuncios del presidente Duque de impulsar una intervención militar para recobrar los puntos de bloqueos y de resistencia.
Pero a menos que haya una negociación eficaz y efectiva con el gobierno nacional (permítame dudarlo, porque desde mi perspectiva Duque es un encantador de serpientes), las movilizaciones proseguirán y, alimentadas por la inconformidad, con más fuerza.