Las marchas no pueden convertirse en un pulso de egos y vanidades entre una orilla y otra. Pretender demostrar las debilidades de un modelo de gobernanza, o atacar la inquina de la oposición, exhibiendose para ver quien saca más gente, solo pone en evidencia nuestra política parroquial y platanera; es una forma peligrosisima de exponer a la confrontación ciudadana y porque no decirlo, es un llamamiento soterrado en el que se instrumentaliza al ciudadano con fines electorales; pues al final es muy poco lo que a unos otros les interesa el bien común.
Es cierto que la movilización social ha tenido antecedentes exitosos; pero para el contexto colombiano se requiere un ejercicio más racional y dialéctico; las decisiones tumultuosas no serán siempre las más acertadas, no es verdad que aquel que muestre más montonera será el que venza, sino que lo ha de ser aquel que sepa usar mejor la cabeza.
El Rey Enrique V de Inglaterra, vencedor en la famosa batalla de Azincurt, en la Guerra de los 100 años, se enfrentó con apenas 6 mil hombres a 30 mil soldados del ejército francés equipados con la más famosa caballería de la época; cuando un lancero aterrorizado le dijo “su majestad es que son muchos” el monarca entusiasmado le contestó: “no te preocupes que entre menos seamos nosotros, mayor será la porción de honor que nos corresponda cuando los derrotemos”.
En la política como en la guerra las decisiones racionales siempre van a derrotar a cualquier vanidad por grande y numerosa que parezca.