Este miércoles se supo que una niña indígena presuntamente fue violada por siete soldados en Risaralda. La noticia se conoció en la opinión pública debido a un comunicado de prensa redactado por el Ejército. La versión que maneja la institución es que un suboficial fue quien le comunicó al comandante del Batallón San Mateo lo sucedido.
El comandante del Ejército, en su cuenta de Twitter, escribió que apoyaba “a las autoridades en el desarrollo de las investigaciones” y reafirmó el supuesto compromiso que tiene la institución con “el respeto y protección de los derechos humanos” y en especial los de los niños [1].
¿Pero por qué en este caso el Ejército decidió sacar un comunicado admitiendo los hechos, más cuando históricamente ha demostrado que su principal preocupación es ocultar lo sucedido o mantenerlo al margen de la institución, aduciendo que fueron “manzanas podridas” las que perpetraron el hecho?
Y es que esto no es un hecho aislado. En el 2010, en Tame (Arauca), una niña fue violada por un suboficial que ya había violado y asesinado a otra [2]. Por orden de un juez, se organizó una ceremonia en la cual el Ejército debía disculparse por lo que había sucedido. Pero no es todo. En el año 2014, tres niños fueron violados, secuestrados y asesinados por oficiales del Ejército en Arauca.[3]
Incluso, dentro del Ejército también hay denuncias de mujeres contra oficiales que les dicen: “La voy a llevar a un cerro para que le baje la testosterona a los soldados” [4]. O está el caso de la capitana del Ejército, Maritza Soto, quien valientemente denunció al coronel Hernando Garzón por acoso sexual y laboral. La respuesta del comandante Nicacio Martínez fue trasladarla a otra unidad.
Vemos entonces que son situaciones y hechos sistemáticos que reflejan la violencia desde la cual actúan los miembros del Ejército. En este caso es violencia contra mujeres indígenas, mujeres subalternas y niños. Corre el siglo XXI y seguimos siendo trofeos de guerra.
Pareciera que el Ejército emitió el comunicado tempranamente, anteponiéndose a otros testimonios que pudieran denunciar lo sucedido. En este momento la “verdad” que corre en medios de comunicación es la del Ejército, un testimonio hecho desde la violencia de Estado.
La institución prometió tomar “acciones administrativas y/o sancionatorias”. Nosotras esperamos que el Ejército admita que no son “manzanas podridas”, que no son un grupo pequeño y marginal de hombres violadores de derechos y dignidades. El Ejército es una institución que se ha organizado y fundamentado desde diferentes espacios de violencia. Uno de ellos, el orden patriarcal, que por definición plantea desigualdades entre hombres y mujeres.
Y es difícil pensar que las prácticas de violación, abuso y acoso puedan terminar si no se plantea una institución que crea en la igualdad de género.
El problema es que hablar de un Ejército que se estructure en cualquier igualdad es una contradicción.
[1] Rechazo y condeno el abuso sexual contra menor del resguardo indígena Embera Chamí en Risaralda, en el que estarían involucrados soldados. Como colombiano, soldado, comandante y padre de familia, mi apoyo irrestricto a las autoridades en el desarrollo de las investigaciones: MG. Eduardo Enrique Zapateiro Altamiranda.
[2] Por orden de un juez, Ejército se disculpará por violación de niña en Tame
[3] Niños violados y asesinados por el ejército colombiano
[4] Nuevo oficial del Ejército vinculado a casos de abuso sexual en la institución