Esta nota la abrimos con un aparte de una noticia que publicó un medio de comunicación de Arauca: “Los médicos contratados, a quienes se les adeudan más de tres meses, están sin un contrato laboral, carecen de un seguro de salud y afiliación a una ARL. Está situación los ha llevado a no prestar el servicio médico y de atención a los usuarios, quienes también están llevando la peor parte, porque no hay personal que les brinde el servicio médico”.
Ahora, el contexto. La semana pasada un paciente agredió a un médico del hospital San Vicente de Arauca. El paciente, quien llevaba 4 días sin comer bien y sin dormir, tomó esta desesperada medida porque habiendo firmado un documento en el cual solicitaba su salida voluntaria del hospital no fue atendido por el médico Alejandro Quiroga, quien, ante la solicitud del paciente: “Por favor, fírmeme la salida voluntaria. Mis plaquetas están en 24.000 y me quiero trasladar para la ciudad de Yopal para que me atiendan” (los valores normales de plaquetas en un ser humano oscilan entre 130.000 y 450.000 ml), respondió: “Eso no es problema mío. Tengo otras cinco historias por delante de la suya”. El paciente insistió: “Pero ninguno de esos pacientes tiene un valor de plaquetas tan bajo como el mío. Además llevo tres días sin dormir bien y nadie me ha informado si mis plaquetas están disminuyendo más”. El médico respondió: “A mí eso no me interesa. Y ya le dije, tengo otras prioridades”. “Entonces, ¡¿qué hago?¡”, gritó el paciente, desesperado. “Haga lo que se le dé la gana”, le respondió el médico. Acto seguido, el paciente le propinó una cachetada al médico, con la fuerza de un hombre de apenas 70 kilos de peso (perdió 5 kilos en una semana), quien llevaba 4 días sin dormir y sin comer, y quien además tenía en su mano izquierda la bolsa de suero ensangrentada ya que ninguna enfermera había querido retirársela porque el médico no lo había autorizado.
La agresión, una cachetada, no es justificable, pero una cachetada no pone en riesgo la vida y la salud de nadie, en cambio las malas prácticas y la negligencia médica sí. El paciente al que se hace alusión entró al hospital San Vicente de Arauca quejándose de varios días de fiebre. Fue diagnosticado con dengue de alto riesgo pues cuando ingresó sus plaquetas estaban en 54.000 ml y descendieron a 24.000 ml. El valor de normal de plaquetas oscila entre 150.000 y 450.000 ml. A pesar de tener dengue, y de que los médicos deben saber que esta enfermedad se transmite por la picadura de zancudos, el paciente no fue aislado ni se le suministró un toldillo para proteger a los demás pacientes (entre ellos varios niños, algunos de dos o tres años de edad) y a su acompañante, su hijo. Proteger porque el hospital estaba contaminado hasta el cogote de zancudos. Y hay más, a modo de protesta los médicos del San Vicente han decidido atender a los pacientes en los pasillos, donde son apilados como animales, algunos enfrente de baños que se rebosan de mierda pues los migrantes venezolanos echan los pañales desechables en los sanitarios.
De igual manera, al paciente con dengue de alto riesgo no le asignaron una habitación, ni mucho menos los médicos le explicaron cuál era su situación médica ni qué tratamiento sería el que iba a recibir. Tampoco las enfermeras le cambiaban el suero con regularidad, por lo tanto, cuando este se acababa, la sangre se le devolvía, asustándolo sobre manera, por lo que no podía dormir tranquilo pensando en cómo manipular la bolsa de suero para que esto no ocurriera. En las madrugadas las enfermeras no hacían las rondas correspondientes, se encerraban en un cuarto a chatear pues, a modo de protesta, están en operación “brazos caídos”, ya que el hospital les adeuda entre 8 y 9 meses de sueldo.
Desesperado, el paciente actuó de esa manera y pudo lograr salir del hospital de Arauca y trasladarse hacia la ciudad de Yopal, donde fue atendido por médicos con ética, que entendieron que la vida y la salud de los pacientes están por encima del dinero y los problemas del sistema de salud colombiano.
Ahora el paciente afronta una denuncia por propinarle una cachetada al médico. Pero el paciente también acudirá a la justicia y a las demás instancias pertinentes, e interpondrá las respectivas quejas y denuncias. Demandará al hospital San Vicente de Arauca por malas prácticas médicas y negligencia. Denunciará a los médicos que pusieron en riesgo su salud y su vida. Denunciará ante la Superintendencia de Salud que el hospital de Arauca está plagado de zancudos y que aun así dejan sin protección a las personas enfermas de dengue, lo que podría ocasionar una epidemia al interior de la institución. Denunciará que los médicos y enfermeros no les informan a los pacientes sobre sus derechos. Denunciará que la asepsia es algo que no existe en el hospital de Arauca. Denunciará que un paciente con una enfermedad pulmonar se paseaba por los pasillos del hospital de Arauca sin tapabocas ni protección alguna. Denunciará que para presionar el pago de sueldos atrasados los trabajadores del hospital San Vicente de Arauca, cual carniceros, están dispuestos a sacrificar la salud y hasta la vida de los pacientes, como si ellos fueran los culpables de la crisis.
El paciente de esta historia es quien esto escribe, Orlando Gaviria. Y estoy dispuesto a llevar mi caso hasta las últimas consecuencias.