Fueron muchos los colombianos, especialmente jóvenes, los que se contagiaron del fenómeno de la Ola Verde, el cual giró en torno a la candidatura presidencial de Antanas Mockus en las elecciones del 2010. Estaban convencidos de que con Mockus un cambio en Colombia era posible, ya que él expresaba el sueño de una política honesta, fresca, de plena confianza en los ciudadanos y de ruptura con la política tradicional.
Su estrategia de campaña la diseñó acudiendo al internet y redes sociales, en las que colocaba a disposición de sus seguidores material propagandístico y videos alusivos a su propuesta de gobierno. Puso como centro del debate la lucha contra la corrupción y la politiquería, expresada en el candidato del momento, que recibía el apoyo de los partidos y clase política, que tradicionalmente ha conducido los destinos del país durante los últimos años.
Los resultados finales que dejaron como triunfador al hoy presidente Juan Manuel Santos, con una diferencia cercana a los 6 millones de votos, dejan una profunda reflexión sobre lo complejo de construir liderazgos, generando una nueva cultura que permita desligar al ciudadano del clientelismo en el momento de depositar el sufragio. Mockus fue inferior al fenómeno de la Ola Verde, no supo interpretar el sentimiento de inconformismo de la juventud, sector que le dio fuerza, pero el día de las elecciones lo abandonó, desinflando un gran movimiento y las posibilidades de generar un cambio en el país.
Ocho años después, renace nuevamente la esperanza, traducida en el movimiento generado en torno a la candidatura de Gustavo Petro; transformándose en una poderosa ola de ciudadanos que abogan por una Colombia Humana, en la que se alcancen grandes transformaciones sociales en el país y de lucha contra la corrupción. Gustavo Petro cuenta con una trayectoria política en la que ha denunciado y combatido ese flagelo. Quizás esa es una de las razones para que haya sido víctima de la persecución de las élites políticas, económicas y algunos medios de comunicación, que condujeron a su destitución injusta como alcalde de Bogotá. Pero contrario a la inhabilitación para aspirar a cargos de elección popular, lo posesionaron como víctima de la injusticia de la clase política de derecha; pues Petro representa la ruptura con la política tradicional y se ubica al lado de la población más vulnerable y pobre del país.
Su propuesta de equidad social, de defensa de las causas ambientalistas y animalistas, así como la lucha por el agua para que a la población más pobre se le garantice 6 metros cúbicos de agua al mes como un mínimo vital, ha generado un gran movimiento de apoyo, que se refleja en las multitudinarias manifestaciones en varias regiones del país y el crecimiento en las encuestas de intención de votos difundidas a comienzo del año 2018. Eventos que se convierten en indicadores importantes para medir el avance y el nivel de aceptación en la población, pero no son determinantes para alcanzar el objetivo de llegar a la presidencia.
La presente campaña va a ser la más sucia de los últimos años, basada en noticias falsas, que se convierten en poderosas herramientas que influyen en el ciudadano al momento de tomar su decisión. Si se quiere hacer de la ola por la Colombia Humana un gran movimiento que lleve a Petro a la presidencia, se debe aprender de las lecciones que dejó la campaña del 2010. La ola del movimiento juvenil con Petro se debe expresar el 25 de mayo en las urnas.
La prueba de fuego está en la participación en la consulta del 11 de marzo. Hay sectores que vienen diseñando estrategias dirigidas a debilitar al uribismo, votando por algunas de las otras opciones en la consulta de la derecha. No puede haber equivocaciones en esa estrategia. Acá no se trata de participar en la consulta de la derecha para derrotar al uribismo. Ser parte de ella es fortalecer esa opción. Si bien es cierto que Petro va a ser el candidato del centro-izquierda, surgido de la consulta con Carlos Caicedo; lo que se requiere es que esta jornada cuente con el respaldo mayoritario de los colombianos, para que los resultados obtenidos sean superiores a los de la derecha. El 11 de marzo va a ser el primer pulso en la podremos percibir las preferencias de los colombianos del tipo de gobierno que elegiremos para los próximos cuatro años.