Las lágrimas de Goyo

Las lágrimas de Goyo

Orgullosa de su raza y de sus orígenes la vocalista de Chocquibtown no duda en expresar su indignidad y dolor por los recientes casos de racismo

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junio 13, 2020
Las lágrimas de Goyo

Goyo, la popular vocalista de Chocquibtown no se queda callada cada vez que hay un caso de racismo. En más de una ocasión ha tenido enfrentamientos con otras celebridades cuando hacen algún trino o comentario desafortunado frente al tema. Así lo hizo con la presentadora Diana Mina, quien dio a entender que no había que darle importancia al racismo. También tuvo un encontrón con la cantante Karol G, de quien dijo “No conoce lo que es el racismo”. Su voz se ha amplificado luego de los casos de George Floyd y Anderson Arboleda, quienes fueron asesinados a manos de policías. La vocalista de Chocquibtown confesó a sus seguidores que no es fácil habitar una piel de color y que ha llegado a llorar en los últimos días por cuenta de los hechos que han sido noticia.

Gloria es el nombre de Goyo pero desde niña le han dicho Goyito. Su papá Miguel Martínez la despertaba todas las mañanas con la canción Goyito Sabater del Gran Combo de Puerto Rico, y la despachaba para el colegio con su hermano Miguelito, o Slow, como lo conocen hoy día.

Sin embargo, fue su madre Nelfa fue quien llevó la música al hogar de la familia. Cuando se subía con las comparsas a cantar en la tarima del festival Petronio Álvarez, Goyo la miraba y soñaba con cantar como ella mientras en la casa Slow aprovechaba cuando lo dejaban solo para sacarle el compás con las tapas de las ollas a las cumbias que su mamá cantaba cuando cocinaba los plátanos del desayuno. Desde niño lo suyo fue el ritmo, las rimas pegajosas: el rapeo. No es casualidad que hoy sea Slow quien se encargue de los beats, la producción y el manejo de los ritmos electrónicos de Chocquibtown.

Cuenta Nelfa que el don de sus hijos viene de su abuelo Omar Perea, uno de los mejores cantantes que ha tenido Condoto, y por el lado de su papá, de su tío Jairo Varela. Miguel Martínez creció jugando en las veredas de Bojayá con su primo el autor de “Mi pueblo natal”, la famosa canción del Grupo Niche inspirada en los pueblos ribereños del medio Atrato. Miguel, un disc-jockey empírico, ponía a bailar a todo Condoto con la discoteca que atesora en su cabeza de cuando sus hijos nacieron.

Apenas Goyo cumplió siete años se fueron para Quibdó porque ella y su esposo querían que sus hijos hicieran la primaria en la ciudad. Allá, jugando básquet y comiendo helado de coco después de clases, conocieron a Tostao, dos años mayor que Goyo. Lo suyo era la percusión, aunque en su cabeza rebotaban las letras que afanaban con convertirse en canciones. Fueron creciendo y mientras Goyo y Tostao se agarraban la mano y empezaban a enamorarse –se casaron en 2011-, el trío invencible conformado por Slow, Goyo y Tostao, se inspiraba con el beat de Michael Jackson, los timbales del Grupo Niche y la marimba de Gualajo.

 

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“Lo que tú digas no me define, Yo se bien a lo que vine. “ #chocquibhouse 🔜

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Pero el bachillerato les dividió el camino. Tostao se fue para Bogotá y los hermanos Martínez para Buenaventura. Slow entró a estudiar en el seminario San Buenaventura y Goyo en el San Vicente, un colegio de monjas. Ella pasó su adolescencia oyendo a Shakira y él a Servando y Florentino. Por las tardes grababan sus primeras pistas en un computador que les había regalado Nelfa para hacer las tareas. Goyo terminó el colegio y se fue para Cali a estudiar psicología, allá se reencontró con Tostao que ya era un músico de escuela. Mientras ella preparaba los parciales de la universidad, Slow aterrizaba en Cali para recibir sus primeras clases de música, y Tostao maquinaba un éxito musical.

Chocquibtown nació en el 2000 pero solo hasta 2004 sacaron Somos Pacífico, el himno que puso a corear a todo el país una estrofa que hablaba de Buenaventura, Timbiquí y Tumaco. Con esta canción se dispararon los conciertos en los bares de Cali, Medellín y Bogotá. De ahí en adelante se vino una serie de triunfos que llevaron a Chocquibtown a conquistar el éxito nacional e internacional.

Hoy día, a sus 37 años, Gloria Emilse Martínez Perea, como es su nombre de cédula, tiene mucho por lo cual agradecerle a la vida. Junto a su hermano y a su marido han logrado consolidar una banda que en veinte años de existencia se convirtió en referente para las jóvenes del Pacífico. Además de los múltiples reconocimientos nacionales e internacionales, Goyo siente que su principal logro es haber creado todo un movimiento en torno a la afrocolombianidad que impulsa a que futuras generaciones amen y valoren su cultura.

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