Mientras estudiaba en Londres la fortuna de su familia se esfumó por completo. Graduado del Anglo Colombiano en 1990, bogotano como los cerros, se fue a París a los 18 años. Estudió economía e historia del arte en la Universidad de Columbia en Nueva York. Hacía un curso en Londres cuando la llamada lo fulminó. Sus amigos lo ayudaron. A finales de los noventa sus amigos le consiguieron un diplomado en gemología que incluía una pasantía en Sotheby’s, una de las tres casas de subastas más importantes y antiguas del mundo fundada el 11 de marzo de 1744.
Llevaba unas semanas en su nuevo trabajo. Cuando entró lo único que sabía de joyas era que las perlas son blancas y las esmeraldas verdes. Su amigo, George Duncan, le dio un curso intensivo y rápido que él asimiló con rapidez. El curso de gemología que tomó en Londres también le ayudó. Después le presentó a Henry Wyndham, presidente de la casa de subastas que se prendó inmediatamente de él. En el año 2000 entró oficialmente a Sotheby’s. Desde el 2010 es el director internacional de negocios del departamento de joyería de la casa de subasta.
En ese cargo White ha vendido las joyas más caras del mundo. En marzo del 2017 hizo historia. El diamante rosado más grande del mundo fue descubierto en una mina de Botsuana en el 2013. Los dueños de la mina se contactaron con White. Cuatro años después la piedra de 60 quilates fue vendida a un comerciante de diamantes de Nueva York que lo compró en USD 83 millones. El hombre se arrepintió horas después y lo devolvió a la casa de subasta. White no se complicó demasiado. Unos días después lo vendió en USD 72 millones en Ginebra Suiza.
Sus ventas suman cientos de millones de dólares. En Hong Kong en el 2012, en una subasta en Hong Kong vendió un collar que tenía un diamante de 199 quilates por USD 27.483.000. La joya pertenecía a la socialité neoyorquina Barbara Hutton. Uno de sus siete esposos, el falso príncipe georgiano de apellido Mdivani se lo regaló. El collar Hutton. Mdivani estaba recubierto por 27 capas de jade. Era la obsesión de coleccionistas. Treinta años después se convirtió en una de las joyas más caras del mundo. La segunda subasta apenas duró en 18 minutos.
White mezcla conocimientos en filosofía, arqueología y gemología para determinar el valor de las joyas que vende. Habla inglés, francés, alemán, italiano, portugués y ruso. Su equipo de trabajo y de confianza está compuesto por David Bennett, presidente global del departamento de joyería de Sotheby’s, un experto en astrología que el propio White lo cataloga como “la persona más encantadora del mundo” y la arqueóloga italiana Daniela Mascetti.
Su equipo está a punto de enfrentar otro reto: vender las joyas de María Antonieta. Durante dos siglos las prendas más preciadas de la más frívola de las reinas estuvieron escondidas por sus actuales dueños, la familia Borbón-Parma. El próximo 14 de noviembre serán subastadas en Ginebra. Entre las piezas estarán un colgante de diamantes que podría alcanzar los USD$2 millones y unas perlas cuyo valor, por unidad, alcanzaría los USD$ 300 mil. En esta subasta también saldrán piezas que pertenecieron al rey Carlos X de Francia y de los archiduques de Austria. White y su equipo darán el martillazo final y de paso volverán a marcar historia.