Las instituciones no delinquen

Las instituciones no delinquen

Somos los seres humanos quienes actuamos mal y en detrimento de nuestra misma sociedad. Es hora de rectificar el camino

Por: Omar Flórez Vélez
mayo 24, 2019
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Las instituciones no delinquen
Foto: Pixabay

Se habla de crisis institucional a raíz de los repudiables sucesos que se han presentado. Sin embargo, es de advertir que las instituciones delinquen, somos los seres humanos. Es urgente corregir los errores cometidos y sancionar ejemplar y severamente a los responsables que por acción u omisión han originado este crítico escenario agravado con indicadores macroeconómico nada aceptables. La educación en valores es el camino para recuperar la decencia en el comportamiento ciudadano y en nuestros dirigentes.

La denominada polarización entre nosotros se ha acentuado peligrosamente, lo cual sugiere actuar racionalmente y respeto con las diversas formas de pensar. Colombia es una nación pluralista en lo religioso y político. Los mensajes que expresan odio, pueden activar la llama de la violencia y tornarse en un pavoroso incendio que no podamos apagar, como ha sucedido desde el siglo pasado.

Somos hijos de una misma patria. El desafío de entendernos en medio de la diversidad ha de ser posible y necesario si aspiramos a vivir civilizadamente en la perspectiva del crecimiento económico con bienestar social.

Contamos con una Ddemocracia que es menester cuidarla y fortalecerla, pues hoy se encuentra infectada por carteles tenebrosos de la criminalidad y la corrupción que lesionan el anhelo de vivir acorde con los mandatos constitucionales. Este desafío exige unirnos en torno a lo fundamental, lo cual se resumen en la Constitución Nacional que debemos acatar y respetar.

El papa Francisco en su visita a Colombia (septiembre de 2017) nos exhortó a la “cultura del encuentro” para atrevernos a dar en primer paso hacia la convivencia pacífica y la reconciliación nacional. La cultura del encuentro requiere de una actitud positiva de diálogo. Escuchar respetuosa y desprevenidamente al otro para captar sus ideas y necesidades. Algunos estudiosos comparan la sociedad con un poliedro donde las diferencias puedan convivir complementándose y enriqueciéndose unas a otras.

Recientemente (Panamá, enero 2019) el papa Francisco exhortó a los jóvenes participantes de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) a seguir cultivando la cultura del encuentro para desautorizar a quienes siembran división y excluyen a los que “no son como nosotros…Encontrarse no significa mimetizarse, ni pensar todos lo mismo o vivir todos iguales haciendo y repitiendo las mismas cosas …la cultura del encuentro es un llamado e invitación a atreverse a mantener vivo un sueño en común. Sí, un sueño grande y capaz de cobijar a todos”.

Colombia y el mundo necesitan líderes que tiendan puentes que nos acerquen. Manos que inviten, no que alejen o golpeen. Gonzalo Arango, orgullo de nuestra literatura, nos los advertía en su poema revolución: “Una mano más una mano no son dos manos. Son manos unidas .Une tu mano a nuestras manos para que el mundo no esté en pocas manos sino en todas las manos”.

No nos tratemos como enemigos, somos compañeros de viaje en los caminos de la patria, con el convencimiento de que el bien de cada uno se encuentra en el bien de todos.

El presidente Duque ha denominado su gobierno Pacto por Colombia, este se logrará si estimula la cultura del encuentro , sustentado en un pacto cultural que sirva de base para el pacto social y político teniendo en cuenta la diversidad cultural y regional, respetando el modo de ver la vida, de opinar, de sentir y de soñar de cada ciudadano. El presidente es el principal líder a quien corresponde conducirnos en la perspectiva del progreso de todos los ciudadanos, incluidos quienes no votaron por él, pues él “simboliza la unidad nacional y al jurar el cumplimiento de la Constitución y de las leyes, se obliga a garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos” (Art. 188 Constitución Nacional).

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