Las influencias 'marxistas' en el uribismo

Las influencias 'marxistas' en el uribismo

José Obdulio Gaviria tuvo una transformación similar a la de Saulo de Tarso: pasó de pensar una cosa a otra completamente opuesta

Por: Felipe Solarte Nates
julio 12, 2019
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Las influencias 'marxistas' en el uribismo
Foto: Twitter @JOSEOBDULIO

Saulo de Tarso pasó de encarnizado perseguidor de cristianos —derribado por un rayo en el que sintió el llamado de Dios— a ser el principal divulgador de la doctrina de Cristo.

Teniendo en cuenta que el uribismo planeó quedarse en el poder por 20 o 30 años —siguiendo el ejemplo del dictador Francisco Franco en España, tal como lo declaró el ideólogo del Centro Democrático José Obdulio Gaviria al periodista Darío Arizmendi cuando estuvo exiliado en España después de amenazas de las Farc— y analizando desde que su máximo jefe fue gobernador de Antioquia se evidencian las influencias de la política de “manipulación de las masas y combinación de todas las formas de lucha”, tan comunes en regímenes dictatoriales de izquierda y derecha y especialmente del maoismo, la tendencia radical del partido comunista chino que predominó hasta la muerte del máximo líder Mao Tse Tung, y en cuya filial en Colombia —el partido Comunista Marxista Leninista, PCML, con el Ejército Popular de Liberación, EPL, como su brazo armado— desde la clandestinidad militó José Obdulio Gaviria, entonces profesor de varias universidades públicas y privadas de Medellín.

Este notable intelectual y primo de Pablo Escobar Gaviria, desde su juventud perteneció al PCML, cuyo discurso y programa agenciado por el Comité Central, liderado por el jefe guerrillero Francisco Caraballo, se caracterizaba por un dogmatismo acérrimo y una disciplina para perros con sus militantes, expuestos hasta a fusilamientos si se desviaban de la línea oficial.

A mediados de los 70, José Obdulio, junto a un grupo de militantes, entró a cuestionar el programa y la política dogmática del PCML, que transplantaba a Colombia el análisis de las condiciones socioeconómicas y políticas de la China antes del triunfo de la revolución en 1949. Entonces hizo parte de la Tendencia y Ruptura, movimientos que buscaban airear y adaptar el discurso y el programa del PCML a los análisis de intelectuales como Gramsci y a las condiciones del país.

Ante el fracaso de sus intentos por democratizar, actualizar el discurso y el proyecto político del PCML, Gaviria poco a poco se alejó del radicalismo maoísta acercándose a la izquierda democrática que en 1982, por primera vez, promovió una alianza nacional agrupada en el movimiento Firmes, que respaldó la candidatura a la presidencia del exrector de la Universidad Nacional, Gerardo Molina.

La progresiva movilidad ideológica y militante de J.O. Gaviria, desde la extrema izquierda hasta la izquierda moderada, el centro y la extrema derecha, se concretó cuando empezó a asesorar y a escribirle los discursos al entonces dirigente del Poder Popular Liberal en Antioquia, Álvaro Uribe Vélez, quien después del asesinato de su padre y el atentado de las Farc contra su hermano Santiago, el 14 de junio de 1983, tal vez deslumbrado por el mismo rayo que derribó de su caballo a Saulo de Tarso, progresivamente se alejó de las huestes liberales que había compartido con Ernesto Samper, Horacio Serpa y Guillermo Alberto González Mosquera, entre otros copartidarios del Poder Popular Liberal, y enceguecido por la sed de venganza se trazó la meta de unificar a la derecha colombiana, ser gobernador de su departamento y encabezar desde la administración una tenaz lucha contra las guerrillas que estaban en su apogeo de emboscadas, tomas de poblaciones, extorsiones y secuestros.

Así fue gestándose el proyecto político-militar por refundar el país y llegar a la presidencia forjando un ejército clandestino a partir de las cooperativas Convivir, que originarían a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), y reclutando políticos de diferentes partidos, militares y policías activos y retirados, narcohacendados (como los hermanos Castaño y su vecino Mancuso), agroindustriales industriales e inversionistas nacionales y extranjeros, exguerrilleros (como Don Berna y Otoniel, el actual jefe del Clan del Golfo, que habían pertenecido al EPL), para “combinar todas las formas de lucha”, copiando a las Farc y al antiguo EPL, buscando eliminar a los guerrilleros y sus redes de cooperadores: reales o supuestos, a la oposición activa y dirigentes sociales que se opusieran a sus propósitos, integrando en un solo programa la política de “refundación de la patria”, concretada con la gran ofensiva paramilitar en varias regiones del país junto a la llamada ‘parapolítica’, que en el 2002 llevó a la presidencia a Uribe Vélez.

Después vino la incompleta desmovilización de los paramilitares, cuyos cabecillas fueron extraditados cuando empezaron a cantar sobre sus patrocinadores políticos y empresarios; la reelección de Uribe y su intento fallido por el tercer período; la ‘traición’ de Santos torpeando el proceso de consolidación de la ultraderecha durante cuatro años; la oposición al proceso de paz con las Farc; el triunfo de Duque a quien le imponen la política de boicotear disimuladamente los acuerdos de paz, mientras retardan la solución de los problemas por la propiedad de la tierra y buscan de agudizar la crisis socioeconómica del país para convocar una Asamblea Nacional Constituyente, que anule los avances democráticos logrados con la Constitución del 91, a la que ven como un obstáculo a la cruzada de “refundación de la patria” de fieles católicos y sectas cristianas y eslabonada por la alianza entre narcohacendados, el gran capital agroindustrial, minero y financiero que aspira a concentrar la propiedad de la tierra, ampliar la frontera agrícola al estilo Bolsonaro en el Brasil, deforestando la Amazonía y parques y reservas naturales, y acabar por las “buenas o a las malas” con los mamertos que se oponen al progreso neoliberal liderado internacionalmente por Trump y CIA.

Los extremos se tocan en el movimiento pendular de la historia y cuando se trata de partidos y sectas políticas hasta comparten sus orígenes y métodos... verbigracia: Hitler con sus campos de concentración, Stalin con sus Gulags y Mao Tse Tung con sus purgas a los reformistas y el traslado masivo de los intelectuales a trabajar de sol a sol en las granjas colectivas, cuando puso en marcha la “revolución cultural”, cuyas influencias importó a Colombia el PCML, en el que en su lejana juventud militó José Obdulio Gaviria, el principal ideólogo del uribismo, a quien cuando le dio un soponcio mientras acaloradamente discutían y votaban en el Senado las objeciones a la JEP, el primero que corrió a darle respiración boca a boca fue el exguerrillero de las Farc, Lozada… Ironías y vueltas que da la vida y este planeta lleno de sorpresas cósmicas y cotidianas.

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