Las infamias de Juan Manuel Santos, según Gustavo Bolívar

Las infamias de Juan Manuel Santos, según Gustavo Bolívar

Santos le subió 8 millones de pesos mensuales a los Congresistas, pero es indiferente con los 14 millones de colombianos que deben vivir con $192.000 al mes. Su más grande infamia, según Gustavo Bolívar

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octubre 08, 2013
Las infamias de Juan Manuel Santos, según Gustavo Bolívar

LAS INFAMIAS DEL PODER
LLORA LA DIGNIDAD.

Hoy 8 de octubre, el Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, cometió una gran infamia. Incrementó en 50% el salario de cerca de 2.000 altos funcionarios entre ellos congresistas, ministros y Jefes de organismos de control. Es decir, hizo pasar de 16 a 24 millones de pesos los sueldos de estos controvertidos personajes, y también el de ministros y altos dignatarios como el Procurador General de la Nación. Un gasto para la nación de 192.000.000.000 (Ciento noventa y dos mil millones al año) Lo que cuestan los semestres de 100 mil estudiantes de ese 88% que termina el bachillerato y se queda sin poder estudiar.

Duele. Duele mucho. No sé si les interese pero dan ganas de llorar por no confesar que he llorado. Más tratándose de un país con 14 Millones 700 mil pobres que según uno de los beneficiados con este incremento humillante, el Jefe de Planeación Nacional, tienen que vivir con 192 mil pesos al mes. Duele porque los pobres tienen que vivir con tan poquito pero los Congresistas, y ya nos lo había advertido el Senador Corzo, no pueden vivir con 16 millones de pesos. Tiene que ser con 24 millones al mes, fuera de "comisiones". Duele porque de esos 192 mil pesitos el pobre tiene que pagar arriendo, servicios, educación para sus hijos comida, teléfonos, transporte. Duele porque de esos 24 millones el Congresista no tiene que pagar nada. Ni arriendo, ni transporte, ni teléfono, ni salud, ni servicios. Nada. Duele porque estos dizque "servidores públicos" se sirven de lo público, legislan para sus amigos poderosos, se enriquecen a costa del erario y nunca han hecho nada para solucionar los problemas de fondo que agobian al país que los elige. Duele. Duele porque a diario copan mis mensajes privados muchos jóvenes desesperados, pidiendo oportunidades para educarse o trabajar. Duele porque el Gobierno se abstiene de bajar los precios de la gasolina, los peajes, el IVA y de abolir el 4Xmil que prometió acabar en campaña, porque “No hay presupuesto”. Duele porque la lucha de los pocos indignados de este país vio una luz de esperanza en la demanda de Felipe Zuleta y posterior fallo del Consejo de Estado que les quitó la prima de vivienda y salud a los Congresistas y no pasó un mes para que el Gobierno, por decreto y contraviniendo el sentir de toda una nación, les devolviera esos privilegios. Da vergüenza. Da rabia. Entiende uno porqué hay gente que se inclina por la lucha armada, alternativa equivocada y retrógrada que nunca tomaré, pero que hoy más que nunca comprendo.

Para muchos, especialmente los indiferentes de mi país, esta es una noticia más, una estadística más, o quizá una noticia que nunca escucharán, inmersos como están en sus propios problemas y proyectos personales o en los de los de sus vecinos. Para mí es una noticia triste y miserable. Creo que, junto con Agro Ingreso Seguro, programa del Ministerio de Agricultura del gobierno pasado que regaló miles de millones a ricos, narcos, paras y terratenientes, esta es una de las más grandes infamias que se han cometido en mi país contra los menos favorecidos. Los estudiantes pobres, por ejemplo, para poderse educar deben pedir préstamos a ICETEX con intereses bancarios y hasta con dos fiadores. Los he visto afanaditos y angustiados buscando fiadores entre sus familiares pobres, que no son aptos para fiar, y entre los amigos que no fían a nadie por las experiencias que ya conocemos. Estudiantes de un país que regala plata a sus ricos pidiendo préstamos al Estado para poderse educar. Qué infamia. Y qué me dicen de los trabajadores y campesinos, los que empujan este país y que deben trabajar 48 horas a la semana y a veces más para devengar miserables 590 mil pesos. Es decir, un salario 40 veces inferior a los que hoy el Presidente Santos fijó para Congresistas y altos dignatarios. Ni un Congresista Americano gana 40 salarios mínimos. Ningún congresista del primer mundo, donde se supone está el dinero, gana 40 salarios mínimos. Qué infamia.

Ni siquiera si los congresistas cumplieran con su deber, este sería un acto justo. Pero como son irresponsables en su mayoría, ausentistas en su mayoría, vendidos en su mayoría, corruptos en su mayoría, vagos en su mayoría, porque solo trabajan 3 días a la semana, los que cumplen, porque el grueso de congresistas asiste solo dos veces y una de ellas firma y se va, este es un acto provocante, perturbador, insensato y raya en la maldad. Más cuando a los trabajadores de mi país cada diciembre se les humilla con alzas que rondan la miserableza. Porque según el Ministro de Hacienda de turno, otro que pasa a ganar 24 millones mensuales, elevar los salarios por encima de la inflación anual podría causar un desajuste de la economía. Sin embargo, esos ministros a los que hoy se les sube el salario en 50% no dirán que la medida que los benefició es inflacionaria. Por eso, la discusión en diciembre se centrará en si a los trabajadores se les suben 18 o 20 mil pesos (400 veces menos de lo que se les incrementó hoy a los Congresistas y Ministros) ¿Comprenden el tamaño de la infamia?

Esta alza exagerada e inmerecida de 8 millones mensuales a los personajes más desprestigiados y rechazados del país, supone una afrenta que no podemos digerir. Tenemos que castigarla en las urnas. Tenemos que colgarla como una foto obligatoria en el álbum de los recuerdos imborrables. Yo lo haré. Cada elección la sacaré, la miraré, respiraré profundo para no convertirme en un monstruo igual a los que estoy combatiendo, y la llevaré al puesto de votación. Voy a votar en blanco por esta y 47 millones de razones más.

Si usted amigo lector puede cometer la hazaña de sacar del submundo fantasioso de la vanidad, el esnobismo, la indiferencia, la comodidad, el egoísmo, el individualismo y el importaculismo, al menos a otro compatriota, el país se lo agradecerá. Pero si no puede no importa. Ya vendrán las nuevas generaciones a juzgar lo que hicimos. Serán ellas las que se sientan orgullosas o avergonzadas del país que les dejemos. Yo por ejemplo, siento vergüenza de mis ancestros. Siento, y lo vivo a diario, que se callaron más de la cuenta, que se escondieron más de la cuenta y se acobardaron más de la cuenta, cuando estos que nos gobiernan, montaron desde un Congreso Corrupto, con la complicidad de una justicia corrupta, este gran negocio llamado Colombia.

Pueda que usted también amigo lector, si decide difundir esta lucha, reciba ataques de las personas a quien quiere salvar de la inmundicia. Es normal. No los culpe. Son víctimas de un sistema macabro que impide, con todo el poder de sus mafias juntas, que la educación se masifique. Tenga paciencia. Ni usted ni yo vamos a ver este país navegando en aguas dignas. Ni usted ni yo, dedicando cada segundo que nos queda, veremos el sol de la verdad alumbrando cada escritorio, cada agenda, cada computador, cada bolsillo de los buitres que anidan nuestras instituciones. Este olor fétido de la corrupción nos acompañará a la tumba. Y pueda que más temprano que tarde, nos cansemos de luchar. Habrá otros que tomen estas banderas silenciosas y las pongan a ondear en la cima solitaria de la indignación.

Hay gente buena luchando por lo mismo en otros lugares. Nunca los vimos unidos porque aún en las buenas intenciones hay egoísmo, afán de protagonismo y ambiciones personales. Pero eso no les quita la nobleza. Son líderes humanos y nada más. Pero son honestos y la labor sería encontrarlos. Incluso los he visto batirse como gladiadores frente a feroces y hambrientos leones, en ese circo romano llamado Congreso de la República, fábrica de leyes corruptas, acomodadas e injustas. Infortunadamente son pocos y los seguirán aplastando con mayorías compradas y justicia amañada. A los más peligrosos para su statu quo los perseguirán, los difamarán y con la complicidad de los medios de comunicación, beneficiarios de sus repartijas, harán que usted y yo los odiemos y los insultemos. La prensa oficial, o sea, el 99% de los medios, hará que las gentes, especialmente las menos educadas, idolatren a sus propios verdugos. Pondrán a los ignorantes a defenderlos, como nunca defienden a sus familias y a sus hijos. Los harán ver por sus ojos y aplaudir sus actos de odio. Polarizarán la opinión entre buenos y malos y luego, los pondrán a celebrar con fanatismo las muertes del bando contrario. Y así, celebrando la muerte, montando sobre sus hombros a los peores hijos de la patria y endosándoles su poderoso y sagrado derecho a elegir, las mayorías seguirán aplazando este grito de impotencia que hoy nos consume a los menos.

Millón por ciento de comprensión hacia esas pobres mayorías. Con paciencia y argumentos los iremos haciendo desertar de las filas de la infamia. Poco a poco, con paciencia y verdad, los iremos despertando. No ahora, no mañana. Para llegar a esa primavera anhelada, pasarán muchos veranos, muchos otoños y muchos inviernos. El premio será ver florecer esta democracia marchita. El premio será ver las flores más delicadas echar raíces en las curules de aquellos que apestaban con sus culos untados de mermelada. El premio será, ver muchas orquídeas ondeando sin amenaza de destrucción, en ese lugar sagrado donde según nuestro pacto social se fabrican las leyes de toda una nación.

Y mientras llega esa primavera de colores, pintemos de blanco el fondo del lienzo. Así, la obra maestra que construyan los que vienen quedará más nítida y detallada. Intentemos con el voto en blanco, abrir esa puerta a la primavera. Intentemos con ese voto de protesta, manchar de blanco las negras intenciones de estos siniestros personajes que secuestraron la política. Liberémosla con millones de votos dignos y transparentes. Hagamos llover sobre sus candidaturas dardos blancos de censura moral. Que cada voto en blanco les haga ver lo canallas que han sido. Que cada voto en blanco los haga reflexionar sobre lo que han hecho mal para merecer tanto desprecio de su pueblo. Que cada voto en blanco les apague la sonrisa. Que cada voto en blanco les frustre el sueño de apoderarse de las riquezas que nos quedan.

Queda en sus manos amigo lector, hacer su propio trabajo. Trabajo personal e intransferible. Nadie puede votar por usted. Nadie puede elegir por usted. El cambio está más a la mano de lo que usted mismo cree. Está en las urnas. No tiene que matar a nadie, ni siquiera odiar a nadie. El desprecio basta. Manifiéstelo el día de las elecciones votando contra la clase política en su conjunto y luego, cuidando su propio voto para que esos contra los que usted votó, no se lo apropien y lo pongan a sumar en su favor. Crea. Unidos podemos. Haga su parte, yo hago la mía. Las lágrimas de impotencia que ha derramado hoy la dignidad tienen que limpiar el camino hacia la victoria grande. La gran victoria de la revolución pacífica. La gran victoria del voto en blanco que significará, la humillación más grande que hayan sufrido los que nos humillan desde hace 200 años.

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