El conflicto entre Ucrania con Rusia tiene su contraparte en el panorama religioso y es un tema que no ha sido tratado en los medios de comunicación, siendo la religión una pieza importante en lo que está sucediendo entre esos dos países.
Tras el fallido golpe de Estado contra Gorbachov en 1991, lo que ocasionó el proceso de desintegración de la URSS y el nacimiento de la Perestroika, y después de casi un siglo de ateísmo soviético tanto en Rusia como en Ucrania, los sentimientos religiosos y el panorama de la religión de la República Independiente de Ucrania se pluralizó con el nacimiento de cuatro iglesias mayoritarias: una católica y tres ortodoxas en su territorio.
La primera fue la iglesia cristiana Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Moscú (con un total de 12.000 parroquias): la segunda fue la Iglesia cristiana Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Kiev (Con un total de 4.300 parroquias), la cual no fue reconocida por Moscú; la tercera fue la iglesia Ucraniana Autocéfala (con unas 1.200 parroquias), que fue una iglesia exiliada durante la revolución rusa, y la cuarta, la iglesia Ucraniana Greco-Católica (Con 4.000 parroquias), unida a Roma con rito oriental y perseguida después de la Segunda Guerra Mundial por los comunistas soviéticos, quienes aniquilaron y encarcelaron a toda su jerarquía encabezada por su cardenal.
Como podemos analizar, un tercio de las parroquias de la iglesia rusa se encuentran en territorio ucraniano (12.000 sobre 36.000), los cristianos ortodoxos de Ucrania están divididos en un grupo con mentalidad con sede en Kiev y el otro grupo leal con orientación moscovita, un 34 % de los ucranianos se declara a favor del patriarcado de Kiev frente a un 13,8 % que desea la unión con el patriarcado Moscovita.
Ucrania y Rusia están divididas no solamente en una guerra política; sino también divididos por una historia en la religión. Los libros de historia indican que cada vez que la Rusia atea se apoderaba de Ucrania, la Iglesia Católica Ucraniana era destruida y los católicos ucranianos eran perseguidos y reprimidos.
Kiev, la capital de Ucrania, viene siendo la madre de las ciudades rusas y es la cuna del cristianismo ortodoxo ruso; para Rusia es un centro espiritual y de apalancamiento de la fe, pues Kiev es el punto de referencia y de origen de la iglesia ortodoxa rusa, ocasionando un conflicto entre los ortodoxos de Ucrania y de Moscú. Ese enfrentamiento entre la iglesia ortodoxa rusa y la ucraniana también es por controlar el monasterio de las cuevas en Kiev, que es la meca de la ortodoxia y controlar también la catedral de Santa Sofía de Kiev, que es un ejemplo de la arquitectura bizantina y modelo de las iglesias ortodoxas de origen griego, ambas son declaradas patrimonio de la humanidad.
Es por eso que la religión viene siendo la otra guerra que se vive en Ucrania, donde la religión mayoritaria es la ortodoxa y donde más de la mitad afirman pertenecer al patriarcado de Kiev. Este tema religioso ortodoxo trasciende al mundo de la geopolítica y echa más leña al fuego en un conflicto por el control de los templos, por el liderazgo espiritual y el patrimonio material; este almendrón religioso no se va a destrabar en días, meses y años; lo más probable es que dure este conflicto decenios y hasta siglos, de los siglos por los siglos. ¡Amén!
Esa confrontación religiosa entre las iglesias ortodoxas de Rusia y Ucrania conllevó a una independencia religiosa y ruptura eclesiástica entre ambas, siendo la histórica Iglesia de Constantinopla la que presidió esa separación, naciendo la iglesia Ortodoxa Autocéfala Ucraniana, que estaba en el exilio durante la revolución rusa; esa separación y reconocimiento como una iglesia autónoma por parte de la iglesia de Constantinopla no le gustó a la Iglesia Ortodoxa Rusa atizando más leña al fuego en el conflicto.
Uno de los objetivos de la invasión también es aniquilar a la iglesia ortodoxa de Ucrania y restablecer la primacía rusa sobre el patriarcado de Kiev. Rusia quiere erigirse como una potencia en el mundo en la religión ortodoxa, tiene el patriarcado de Moscú y no acepta esa separación de iglesias; lo que está conllevando a una disputa y derramamiento de sangre.
Colofón:
El mundo padece la sinrazón delirante de una guerra y una diferencia entre religiones ortodoxas, donde se ha dado una polarización de quienes la comparten y apoyan y de quienes la rechazan y atacan. La religión es la gasolina que ha prendido el fuego también en este conflicto.
Hay indolencia, hay ceguera, hay amnesia, todo el mundo mira hacia el otro lado por temor a una guerra nuclear; en estos momentos no necesitamos más pirómanos dispuestos a incendiar y prender fuego al problema, no hay postales que llaman a la esperanza, los nubarrones siguen ahí y el silencio es el mejor y el mayor de los cómplices, conspicuo, cobarde y tal vez, eso sí, inteligente para evitar la tercera guerra mundial, como van las cosas a la iglesia ortodoxa ucraniana le colocaran un lapidario INRI, todo esto nos estruja y conmueve el corazón. Confiamos en que ocurra lo mejor, pero queremos estar preparado para lo peor.