A pocos días del ascenso al poder en los EE.UU. de Joe Biden, con el respaldo de los Halcones de la guerra y después que algunas fuerzas democráticas de países como Colombia, celebraran dicho ascenso como una especie de regreso a la “democracia” en los Estados Unidos, y presagiaran una distención de las frágiles relaciones mundiales; muy al contrario de esos buenos deseos, en los últimos días el mundo ha observado el aumento de las fricciones políticas y diplomáticas y un ruido militar que amenaza con aturdir a todo el planeta.
La continuación de la fracasada política de “Máxima presión” y bloqueo económico de Donald Trump contra Irán en el tema nuclear, la militarización del Mar Negro para amenazar a Rusia, la reactivación del Estado Islámico para desestabilizar a Irak y Siria, el aumento inusitado en los últimos días de tropas de EE. UU. en Siria, el envío de portaviones y aviación al mar meridional de China, las amenazas del nuevo mandatario de los EE. UU. de aumentar la presión contra Venezuela, la continuación del “Plan Colombia Crece”, como táctica para el control territorial; delinean otros contornos menos progresistas e idílicos.
El acelerado avance del poder económico, militar, político y científico-técnico de potencias como China, Rusia e Irán fundamentalmente, sumado a los elevados niveles de pobreza, desempleo y violencia en los EE. UU., agravados por el desastroso manejo de la pandemia que deja la espeluznante cifra de 500.000 muertos por el virus, y que se agrega a un polvorín que amenaza con transmutarse en guerra civil; obligan a Washington no solo a hacer frente de manera más agresivamente desesperada a sus competidores globales sino a buscar reconstruir una sociedad estadounidense fragmentada, pero a costa de incendiar el planeta.
Miremos el caso de Irán, mientras la nueva administración ordena que sus bombarderos estratégicos B-52 sobrevuelen amenazantes el golfo Pérsico, anuncia todo el apoyo a Israel y anuncia que volverá al pacto nuclear con Irán, pero solo después de que Teherán cumpla plenamente de nuevo los términos del pacto. Soslayando que fue EE. UU. el que violó el pacto nuclear en 2018, y no fue Irán quien se retiró, por eso para Teherán, EE. UU. “debe levantar todas las sanciones en su contra y entonces Irán volverá a cumplir plenamente lo estipulado en el convenio”.
Por otra parte, la situación con Rusia se agrava, tres días después de la posesión de Biden, EE. UU. desplegó el USS Donald Cook, en Europa del Este, ejecutando operaciones conjuntas con la Otán. Rusia denunció que se desarrolla una militarización del mar Negro y el viceministro de Relaciones Exteriores, aseguró que el ejercicio en curso es “una interrupción de la seguridad regional”. De hecho, estos movimientos de la Otán y EE. UU., que buscan desestabilizar la península de Crimea, llevaron a que la Armada Rusa desplegara hace unos días el sistema de defensa antimisiles Bastion y anunciara la realización de maniobras militares navales, terrestres y aéreas sobre el mar Negro.
En sincronía con lo anterior, justo un día después de la investidura de Biden como presidente de los EE.UU., Daesh (Estado Islámico) reapareció después de tres años con un atentado terrorista en Irak en el que murieron 32 personas y 110 resultaron heridas. Diversos informes demuestran que EE. UU. apadrina a Daesh en la región, instrumentalizándolo para crear una excusa que justifique su presencia militar en ese país. En 2016, la Agencia de Inteligencia de Defensa de EE.UU. publicó documentos que exhiben el papel de la Administración de Obama-del cual Biden era vicepresidente- en la expansión de Daesh, y ni que decir de los correos electrónicos de Hillary Clinton, que demuestran que ella facilitó la entrega de armas a estos grupos terroristas en Siria.
Precisamente en Siria, días después de la posesión de Joe Biden, el Ejército estadounidense envió más de 30 camiones cargados con material logístico, armas y municiones, y equipos petroleros, al campo de gas de Conoco que produce 10 millones de metros cúbicos de gas natural, sitio bajo ocupación estadounidense, y donde sus fuerzas entrenan a mercenarios con el fin de facilitar el saqueo de los recursos. El gobierno sirio por su parte advirtió que cuando se produzca la liberación de Idlib -último bastión de los terroristas- su ejército se dedicará a erradicar a las tropas de EE.UU.
También unos días después de la investidura de Joe Biden, el Grupo de Ataque de Portaviones (CSG) de EE.UU., liderado por el portaviones USS Theodore Roosevelt, entró al mar de la China Meridional, pese a las advertencias de Pekín, posteriormente el 29 de diciembre, Biden, aseguró que EEUU necesita una coalición para enfrentar la influencia global de China. Como respuesta, ayer lunes, aviones de combate chinos simularon el ataque con misiles al portaviones USS Theodore Roosevelt y Pekín anunció que realizará maniobras militares en el mar de la China Meridional. “iniciar una nueva guerra fría, rechazar, amenazar o intimidar a otros […] provocará una mayor división del mundo, e incluso una confrontación”, advirtió el presidente chino, Xi Jinping a Joe Biden.
En cuanto a Venezuela la administración Biden aseguró que apoya la política de Trump hacia ese país. Antony Blinken nuevo secretario de Estado, dejó claro que aumentarán la presión sobre el gobierno venezolano y que seguirán reconociendo a Juan Guaidó como presidente interino.
________________________________________________________________________________
El embajador de los EE. UU. en Colombia anunció que la implementación de Acuerdo de paz, será "prioridad en agenda de EE. UU.", pero es seguro que mantendrá con el gobierno Duque el “Plan Colombia Crece”
________________________________________________________________________________
Y en Colombia el panorama no es menos oscuro, unos días después de la posesión de Biden, el embajador de los EE. UU en Colombia P. Goldberg anunció que la implementación de Acuerdo de paz, será "prioridad en agenda de EE. UU.", pero al mismo tiempo es seguro que mantendrá con el gobierno Duque el llamado “Plan Colombia Crece”, plan que generalizará la erradicación forzada, lo que es de por sí un incumplimiento del Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos PNIS, acelera el copamiento militar del territorio, más guerra y la persecución contra el campesinado con el fin de expulsarlos de sus tierras y permitir la entrada de las transnacionales y la explotación de los recursos, con la vieja excusa de la lucha contra el narcotráfico; en últimas, no puede haber implementación del acuerdo de paz si no se cumplen por parte del gobierno colombiano y de los EE.UU los puntos de dicho acuerdo.
Además, la decisión de Joe Biden de aumentar la presión contra Venezuela, empujará a Iván Duque -dada su debilidad política-a una confrontación armada contra Venezuela, lo que no sólo sería desastroso en todo sentido para los dos pueblos hermanos, sino que desestabilizaría toda la región.
De esta manera, más que una tendencia hacia la paz mundial, los anuncios de la Casa Blanca, notifican del escalamiento de guerras de carácter regional y local, impulsadas por Washington como procedimiento para el logro de lo que el nuevo presidente Joe Biden llama “recuperar el liderazgo internacional”.