Rolando LaSerie había representado la aparente abominación de leer el periódico de ayer. Sin embargo, el resquemor del desengaño amoroso permanecía cual rescoldo: una especie de gusano que todavía perdura cada vez que se escucha la canción. Pero las guerras del despecho, ¿quién podría calificarlas como guerras del ayer si es que son una lancinante presencia que si regresan es porque jamás se han ido?
Marx había dicho en alguna parte que el capitalismo es tan insidioso y perverso que termina metiéndose en tus sábanas, decidiendo que debes hacer el amor un tanto después de madrugar e inmediatamente antes de tomar el baño e irte para el trabajo. Entonces el despecho calificaría como una de las tantas microbatallas en que el capitalismo te derrota diaria y nochemente. Al final, podría pensarse que todo eso forma un reflejo condicionado que pasa desapercibido por ser tan inmanente.
Pero son batallas de hoy, no guerras de ayer como las que pretendería ganar Trump.
Karl Polanyi había demostrado que las guerras de rapiña, que fueron mucho más allá de un fenómeno tribal precapitalista, fueron reemplazadas por el comercio entre naciones en un proceso civilizatorio no siempre libre de escaramuzas, como la célebre aquella de la Primera y Segunda Guerra mundiales en las que las potencias se dividieron el mundo a sangre y fuego, con bomba atómica incluida. A pesar de ello, o más bien como constatación de las victorias que tuvieron lugar, todo el mundo pensaba que el libre comercio establecido con rimbombancia de siglos por Adam Smith no daba marcha atrás sobre todo después de su incorporación masiva a mansalva y sobre seguro luego de la globalización.
Pero el genio expectante de Trump estaba al acecho. Su inteligencia proverbial solo era comparable a cierto ser superior nacido en Colombia que mantenía su cordura política a punta de gotas homeopáticas. Y Trump le declaró la guerra comercial a China. La reciente pérdida de ventas de Apple ha develado hasta el cobre que Trump está pretendiendo ganar una guerra de ayer y Rolando ha sacado el periódico respectivo de esa fecha.
Leo en The New York Times: “Estas cifras dejan muy claro que la percepción de que China es la 'fábrica del mundo', inundando los mercados globales con productos baratos, está muy desactualizada. Las exportaciones y las inversiones de capital, como edificios y carreteras, ya no son los motores principales del crecimiento de China. Las exportaciones han bajado del 36 por ciento del producto interno bruto de China en 2006 al 20 por ciento en 2018. Ir tras las exportaciones de China con aranceles, como lo intenta el gobierno de Trump, es, en cierta medida, pelear la guerra de ayer”.
¡Ay las mentes superiores que defienden ministros de hacienda salvados a punta de periódico! Pero si ya él había ganado su guerra y embolsilládose las utilidades respectivas, ¿de qué nuevas y emergentes utilidades cabía defenderlo?
“Se suponía que los aranceles perjudicaran a China al afectar sus exportaciones a los Estados Unidos. Eso no ha sucedido. Si persiste, la guerra comercial, por supuesto, perjudicará a las compañías chinas, como ya ha perjudicado a tantas compañías estadounidenses. Pero si el conflicto finalmente arrastra la demanda de los consumidores chinos, las empresas de todo el mundo serán las perdedoras”.
Pero hay otras guerras de ayer que pueden resucitar merced a la suspicacia de las mentes superiores. Por ejemplo, las mentes superiores decían en su momento que no había conflicto hasta que el gobierno de ayer, un periódico ya leído, demostró que pudo hacerse un proceso de paz. ¿Si no hubo un conflicto entonces, ¿cómo es que puede haberlo ahora que hay un acuerdo de por medio? La verdad es que si incendiáramos a Venezuela entonces podrían reactivarse aquellos conflictos inexistentes hasta que aparezca el ser providencial que nos salve nuevamente.
Cualquiera podría admitir que esto es demasiado complicado. Pero es que precisamente se trata de lo que piensan las mentes superiores. ¿Qué mente anodina pudo haberse imaginado jamás que el presidente de Colombia rebosaría en conocimientos históricos tan decantados con respecto a nuestra independencia nacional? ¿Acaso no se necesita una inteligencia superior para imaginarse que las lecciones de historia patria de María Fernanda pasarían a ser parte del pensum oficial incluso de la vicepresidenta de la nación?
Y entonces cabe la pregunta, ¿acaso no tenía razón María Fernanda al enviar a los infiernos a la mismísima memoria, ya para ese momento descaecida y ochentana de nuestro nobel García Márquez? García, un pobre diablo, no podía ir más allá de imaginar lo impensado de la masacre de las bananeras en cuya ocurrencia jamás hubo participación e injerencia norteamericana. Claro, eso no podía ser recordado pues Pence jamás lo habría escuchado.
“Mi empresa tomó la decisión hace más de una década de no invertir en el sector exportador de China. Los costos para los fabricantes chinos están aumentando, y los precios de sus exportaciones son planos o están cayendo. En cambio, creo firmemente que hay un potencial mucho mayor para las empresas, dentro y fuera de China, que atienden al mercado de consumo chino”.
Lo que estaría develando la noticia del Times es que las próximas guerras podría no ganarlas nunca más EE. UU.. Por favor, obsérvese que la equivocación de Estados Unidos es geoestratégica y no puede ser minimizada. Están MFT, es decir, Meando Fuera del Tiesto. Entonces nuestras mentes superiores deberían concentrarse en crear un imaginario geopolítico más sagaz en donde Estados Unidos no gana guerras. Incluso se ha quedado detrás ya y se sigue retrasándose en un desiderátum cada vez más notorio y fehaciente. Queda difícil pensarlo, sobre todo si el rasero del conocimiento en la Cancillería está dominado por el saber presidencial.
Yo no digo que a América Latina le convenga la caída del imperio yanqui, aun cuando las inteligencias superiores nuestras no lo adviertan.
Reconozco que las inteligencias superiores son difíciles de entender, incluso si clarean sus mentes con humildes dosis homeopáticas. Si hubiera un problema mayor sería entender las mentes superiores que nos trajo el periódico de ayer.
Para recabar en las equivocaciones a que recurren las mentes superiores sigo citando: “General Motors, por ejemplo, vende más automóviles en China que en América del Norte. Para los cineastas mundiales, las ventas de taquilla en 2018 totalizaron alrededor de $ 9 mil millones en China, en comparación con casi $ 12 mil millones para América del Norte en 2018”.
Notas. Tomé citas de Las Empresas, un artículo de Weijian Shan.