A Domino’s y Papa Johns, dos marcas gringas de pizza que mandan en el mercado colombiano, les salió competidor. Se trata de Sbarro, la pizzería fundada en 1956 en Nueva York por los Gennnaro, una de las tantas familias italianas que emigraron a los Estados Unidos buscando un mejor futuro.
Sbarro empezó en un pequeño local en Brooklyn, pero en 1967 ya tenían abiertos varios locales en uno de los mejores centros comerciales de Nueva York, el Kings Plaza. Los Gennaro, nombre de la familia fundadora, la rompieron. En 2011 tenían un activo de 470 millones de dólares.
Llegaron a Colombia en 2013, pero sólo estuvieron tres años. Ahora, de la mano de Terpel, piensan cambiar el modelo de negocio abriendo una pizzería en cada estación de gasolina y están listos para entrar a competirle en el mercado a Domino’s y Papa John's, los gringos que mandan en la pizza.
Negocio lucrativo
En Colombia hacer pizzas es lucrativo. Es un mercado que mueve más de 150 millones de dólares al año. En su lecho de muerte el famoso pintor Lorenzo Jaramillo, enfermo de Sida, decía que lo único que aún le daba ganas de comer a pesar de la enfermedad, era un pedazo de pizza. Sólo un porcentaje muy reducido de la humanidad puede decirle no a esta comida.
En 1960 lo más parecido que había en el país a una comida rápida eran los tamales que se vendían en las esquinas de los barrios. En ese año, se abrió la primera de la primera de las sucursales de Domino’s Pizza en Estados Unidos. La idea fue de dos hermanos, Tom y James Monaghan, quienes crearon su primera pizzería en el pequeño pueblo de Ypsinlanti, Michigan. Actualmente, tienen 14.500 sucursales desperdigadas por el mundo.
Los Monaghan no se conformaron con estar solo en buena parte del territorio estadounidense. Querían conquistar el planeta. En los años setenta, abrieron sucursales en Canadá y Australia. En Colombia aterrizaron en Unicentro en 1988. Eran los años en los que en el país se respiraba un afán de vivir como si estuviéramos en los Estados Unidos. Domino’s daba ese tipo de distinción.
Colombia fue el primer país de Hispanoamérica que abrió uno de sus locales. Actualmente están en 25 ciudades y en los últimos tres años han invertido aquí 16 mil millones de pesos. Tienen más de 100 tiendas con 1.400 empleados y los gringos de Domino’s tienen todo medido, saben hasta cuáles son los sabores favoritos y aunque muchos lo nieguen, la hawaiana es una de las más solicitadas.
En 2008, los Monaghan decidieron vender su marca por más de 1.000 millones de dólares a una multinacional mexicana llamada Alsea. Domino’s es el sello de pizza que más se vende en el país. El 16 % del mercado lo tiene Papa Johns.
En 1984, John Schatnner era un adolescente que usaba el cuarto de escobas de la taberna de su papá para hacer pizzas. Le iba bien. Un par de años después, vendió al amor de su vida, un Camaro modelo 1971 y no se equivocó.
Con los 3.000 dólares que le dieron abrió un local, las colas eran larguísimas y una década después, en 1997, Papa John's tenía 1.500 tiendas. A comienzos de 2000, Schatnner volvió a comprar su viejo Camaro. Pagó 250 mil dólares por él. No le dolía una muela, los pagó sin chistar.
El 16 de marzo de 2010 se anunció oficialmente la llegada de la marca a Colombia. El contrato estipulaba la apertura inicial de 30 puntos en el país. Las harinas y todos los ingredientes serían nacionales. Aunque su primer punto de venta fue en el centro comercial Gran Estación, Papa Johns se caracterizó, como siempre lo ha sido, por ser muy eficaz con los domicilios. Hasta su caja de cartón era diferente. En Colombia, el dueño de la marca es el Grupo el Corral que pertenece a Nutresa. Es decir, llevan el sello Gilinski y tienen el 16 % del mercado de la pizza nacional.
