Hablar mal del presidente se ha vuelto la diversión más barata, la única gratuidad que tenemos los contribuyentes. Es que estos bandidos que venimos eligiendo religiosamente, uno tras otro, son de un descaro asombroso, de una inmoralidad política como mental, francamente inigualables.
Pero todo lo que hacen causa hilaridad, todo les sale mal, los revuelcan a donde van, los sacan de las ferias y de las universidades donde pretenden hacer proselitismo, les niegan la platica que les iban a prestar y hacen el oso monumental a cada rato. No mencionemos al modisto de la primera dama, porque ese tiene que ser petrista infiltrado o del Partido Verde.
En lo personal, creo que se han convertido en la fuente del humor inagotable, lo que los hace de inmediato seres valiosos por su particular forma de contribuir a la felicidad de los colombianos: son ellos quienes nos generan la risa, en cantidades ilimitadas, el remedio infalible para no estallarnos de un infarto, ni de ira, en medio de esta tragedia nacional; de un pueblo resistente como pocos al abandono estatal, al despilfarro de sus recursos, al asalto del erario, al despojo y al desplazamiento, al recrudecimiento de la guerra, a la violencia salvaje generada desde el mismo gobierno, para tratar de acallar a los opositores por cualquier medio.
Yo miro al señor presidente y ya no me inspira risa, ni lástima. Su círculo que lo rodea… uno de ellos, quien siendo alcalde de Medellín lo destituye el presidente Belisario por los vínculos con los mafiosos. De premio de consolación, lo mandaron a la Aerocivil y desde allí forjó toda la infraestructura vial necesaria para que las avionetas pudiesen surcar los cielos llevando la droga de la felicidad a Norteamérica. Desde ese entonces, viene traquetizándose este bello país. Y hoy, gracias a los buenos oficios de estos caballeros, ahora íntimos amigos, los aviones y avionetas ya salen desde Guaimaral y desde el Dorado... los laboratorios de coca están en fincas de embajadores y otros dignatarios que ya no tienen currículum sino prontuarios. Vaya forma de entender el progreso.
Este Duque es un hombre estudiado, carente de escrúpulos, que se hace el estúpido, juega a las cabecitas, toca guitarra, baila sus vallenatos, inaugura obras mal hechas, sale con estupideces en la OEA y en la ONU, cree que somos Suiza y habla mal de Venezuela y Cuba; pero entre chiste y chanza nos mete los goles del mundo: tiene destrozado el proceso de paz, los asesinatos a los líderes sociales van en aumento, la persecución a los partidos alternos y de oposición es creciente y pertinaz, ya se quitó la ley de garantías, nos mete reforma tributaria salvaje, pone en los ministerios a delincuentes de cuello blanco con formación profesional excelente para enriquecer a unos pocos a costa del grueso de la población y cuyos resultados están a la vista de todos.
Mientras, el pueblo absorto aguanta sus desgracias año tras año. La pandemia más grave no es el covid, son el hambre, la violencia y los gobernantes infames como este canosito pusilánime, responsable de toda la corrupción actual, generadora de los males que azotan este atribulado país.
Y sus amigos ya se robaron la plata para la campaña presidencial. No se les haga raro que se lance a una reelección, porque para gobernar no se necesita preparación. Si fueron presidentes Turbay y Reagan, Bush y Barco, Aznar y Fox, todos ellos con coeficiente intelectual de estúpidos, ¿por qué no él? Lo que se requiere son falta de escrúpulos, ambición desmedida, maldad y apoyo con billete, sin importar de dónde salga.
Y este caballero nada entre los dólares de los godos sectarios y de los empresarios impresentables. De bondadoso no tiene un pelo, le sobra la ambición y no es estúpido como se hace ver. Tiene toda la mermelada a su disposición para entregarla a manos llenas en las regiones, cuando se requiera en marzo del 2022; ya tiene acomodados sus lugartenientes en el consejo nacional electoral y sabe usar el erario como caja menor, para los gastos de bolsillo. Porque el arte de abudinear es su principal virtud. Y la dama generadora del nuevo verbo, salió misteriosamente del país. Así que esa platica....
De manera que la oposición no la tiene nada fácil, no pueden cesar en su trabajo permanente con los potenciales electores, los jóvenes, que hasta ahora han sido la mayoría estruendosamente abstencionista. Ellos son quienes pueden inclinar el fiel de la balanza hacia la otra bandeja, inclinar el destino nacional hacia el progreso, hacia la cultura de la paz, hacia la protección del medio ambiente y no al continuismo vergonzoso y delincuencial que hemos tenido por muchas décadas.