Las futbolistas bogotanas que deslumbraron a los holandeses

Las futbolistas bogotanas que deslumbraron a los holandeses

Sin mayor apoyo económico jugaron un torneo en Holanda en donde quedaron terceras

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junio 09, 2015
Las futbolistas bogotanas que deslumbraron a los holandeses

Zulay León estaba nerviosa, a sus 23 años era la primera vez que volaba. De nada le sirvieron las gotas de valeriana que había tomado para tranquilizarse, el temblor en las manos no menguaba. Sin embargo estaba feliz, ella había sido una de las gestoras de que  dieciocho jugadoras del equipo de Integrarte, fundación a la que pertenece desde hace cinco años, justo por la época en que le detectaron un cáncer de médula, fuera uno de los 36 equipos femeninos que viajaría a Holanda a participar en el Easter Open, un tradicional torneo de fútbol que se realiza desde hace 28 años en la ciudad de Brabant, a una hora de Ámsterdam.

Cuando el avión despegó el nerviosismo desapareció. Ninguna de las integrantes del equipo de fútbol, entre las que se contaba Angie Porras, quien con veinte años es el número diez y la figura del equipo y Daniela Quintero, estudiante de sexto semestre de tecnología industrial en la universidad distrital y que cuando se pone el uniforme de su equipo se transforma en una temible delantera, sabían lo que era volar. Después de una larga sesión de fotos Zulay se puso a ver en las 13 horas que dura viaje, el trayecto del vuelo en su pantalla personal. Apenas notó que el avión había cruzado el Atlántico y ahora sobrevolaba Londres respiró aliviada: ya estaba en Europa.

Un año atrás, cuando la invitación llegó a la fundación, creyeron que no iban a poder viajar. Para ellas el proyecto Integrando Sueños había sido una salida, a través del fútbol, de un pasado lleno de vicios, embarazos no deseados y desesperanza. Las integrantes de la fundación pertenecen  a barrios marginales de las localidades de San Cristóbal, Sumapaz, Bosa y Usaquen. Carentes de recursos, las chicas pagan su mensualidad llevando 200 tapas plásticas de gaseosa a una fundación llamada María José, dedicada a ocuparse de niños entre los cuatro y los diecisiete años víctimas del cáncer.  Con lo pagado ellas tienen derecho a participar en la liga de fútbol de Bogotá, en donde el año pasado quedaron terceras. Así que al recibir la invitación sabían que iba a ser muy difícil poder viajar.

En cabeza de Zulay y con la ayuda de la socióloga holandesa Liduine Zumpolle, empezaron a tocar puertas. La embajada de Holanda ayudó asumiendo los costos y el tiempo de trámite de las visas. La aerolínea KLM rebajó a 36 millones de pesos los 54 que valían los pasajes de los 18 integrantes de la delegación. La organización asumía los gastos de transporte, estadía y alimentación, ellas sólo necesitaban conseguirse lo de las pasajes.

A pesar de que salieron en los noticieros de RCN y Caracol y sus voces se escucharon en las principales emisoras del país, nadie les ayudó. Incansables, decidieron organizar bazares y rifas para conseguir los recursos. J.M, una humilde empresa de ropa deportiva les donó las sudaderas que llevarían a la competición. Lograron conseguir veinte millones de pesos en un par de meses. KLM rebajó aún más los pasajes y aceptó la única oferta que podían hacerle las muchachas. Así viajaron.

Lo primero que le impactó a Angie Porras fue que los holandeses no almorzaran. El cambio horario y el largo viaje le habían dado un hambre feroz. Cuando a las dos de la tarde les dieron un sándwich de mantequilla de maní y un jugo de naranja añoró el arroz y la papa guisada que comía sagradamente cada mediodía. Sin embargo rápidamente, como a sus demás compañeras, la exuberancia de los canales de Ámsterdam, a donde las llevaron el primer día que pisaron suelo holandés, les hizo olvidar el hambre y la ansiedad que les provocaba el primer partido.

En su debut no tuvieron problemas en derrotar por tres goles contra cero a un equipo italiano. Su juego vistoso, a ras de piso, enloquecía a las altas, férreas y pesadas defensoras europeas. El público holandés se identificó con las gambetas de Daniela, con los pases de Angie, con las atajadas de Vanessa López. Por eso las chicas se sorprendieron al ver, en el segundo partido, a parte del público llevando en el rostro pintada la bandera de Colombia.

En cuartos de final jugaron su mejor partido, goleando por cinco goles contra uno a un equipo belga. Luego, en semifinales, perdieron por dos goles contra el equipo anfitrión. Se despidieron al otro día con una victoria por la mínima diferencia que les dio el tercer lugar del torneo.

Aunque no se trajeron el título, el hecho de haber viajado a los veinte años a Europa teniendo todo en contra las convierte en campeonas de la vida. Con la experiencia a cuestas siguen entrenando con ahínco, soñando con llegar a ser algún día médicas, ingenieras, profesoras de educación física o porque no, futbolistas profesionales y representar al país en un mundial. Ya le demostraron al mundo y a ellas mismas que cuando se proponen algo lo consiguen sin importar que obstáculo se les ponga al frente.

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