Como ya lo he reiterado anteriormente, a nuestros politiqueros, incluyendo a los candidatos presidenciales, les encanta el tema del desempleo. Prometen generar millones de empleos, pero sin decir cómo. En esta ocasión, les voy a colaborar enumerándoles algunas situaciones que están contribuyendo a incrementar el desempleo.
Ya he mencionado que el desempleo laboral se provoca cuando la economía del país se somete a intervenciones equivocadas de gobernantes populistas e ignorantes, que resultan en una demanda laboral inferior a la oferta.
En general, la economía no produce demanda laboral porque no es competitiva: no es capaz de producir bienes y servicios que se puedan exportar, que reduzcan las importaciones y detengan el contrabando. A nuestra economía hay que volverla competitiva, eliminando los factores que la han destruido. Algunos de esos factores son los siguientes.
-Los aportes parafiscales, que han sido señalados de incrementar el desempleo, porque al tener que pagarse por las empresas que se encuentran funcionando, encarecen sin justificación sus costos de producción y, por consiguiente, reducen su competitividad.
-Los altísimos impuestos nacionales, de renta y complementarios, que disuaden la organización de nuevas empresas necesarias para el desarrollo del país y para la generación de empleo.
-Los impuestos municipales, de industria y comercio, valorizaciones y prediales, que son altísimos y que crecen aunque baje el valor comercial de las propiedades.
-Los altos intereses y comisiones de los bancos, cuyo valor agregado al PIB siempre crece más que el PIB general, aún en las peores condiciones de la economía. Los bancos abusan de sus clientes, los intereses que pagan en las cuentas de ahorro son insignificantes, mientras que aquellos que cobran en las tarjetas de crédito llegan hasta el 38 % anual.
-Las altas tarifas de los seguros, que siempre resultan en fabulosas utilidades para las aseguradoras y que llegan hasta el punto de que el seguro interno de transporte de mercancía de Buenaventura a Bogotá cuesta más, pero mucho más, que el seguro de Tokio a Buenaventura.
-Las altas contribuciones, que deben hacer las empresas a la Superintendencia de Sociedades y a las Cámaras de Comercio, que en realidad son impuestos de destinación específica, fuera del presupuesto nacional, que inducen el despilfarro. La Superintendencia de Sociedades es realmente un tribunal comercial que debería financiarse desde el presupuesto nacional, como los demás tribunales, y no por las empresas que “vigila”. De repente, la rama judicial termina financiada directamente por el sector privado. La Cámara de Comercio de Bogotá suavemente ha incrementado sus tarifas hasta el punto de tener recursos para financiar extravagancias fuera de su objeto legal.
-Las altas tarifas de energía eléctrica. Este tema es sumamente importante y será tratado en un próximo artículo.
Finalmente, el gran número de días festivos, que no son otra cosa que ocio remunerado que disminuye enormemente la productividad de la economía.