Las fortalezas de Colombia: su tierra y su gente

Las fortalezas de Colombia: su tierra y su gente

Los ciclistas, grandes vencedores, han aportado una gran cuota

Por: Juan Oreste Alzate C.
julio 27, 2015
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Las fortalezas de Colombia: su tierra y su gente
Foto: tomada de boliviaentusmanos.com

No somos potencia científica o tecnológica, tampoco nos encontramos entre los países de mayor ingreso per cápita. Sin embargo, nuestra amada Colombia genera expectativas, instantes mágicos, como los relatados de forma sorprendente por García Márquez en sus preciadas novelas publicadas en casi todos los rincones de mundo.
La chispa creativa parece la característica innata en nuestra manera de ser, no importa si estamos en las montañas, los valles, las llanuras, los nevados o las costas del país. Trabajadores incansables, con una constante lucha entre el ser y no ser, lo demuestran esas manifestaciones sociales y económicas para emprender cambios sustanciales en la calidad de vida, donde se pende de un prodigio, de aquello que definió el escritor argentino Jorge Luis Borges sobre nuestro país: “Ser colombiano es un acto de fe”.

Las pinturas e ilustraciones de nuestra historia lo demuestran, en los actos heroicos de miles de campesinos nómadas al adentrarse en las cumbres de las cordilleras andinas, procurando el florecimiento de la colonización antioqueña. Fue un hecho de valentía y constancia, que dio como resultado el nacimiento de pequeñas comarcas cuyo eje fundamental es comercializar el café. Hoy son grandes ciudades, que guardan ese abolengo económico y cultural: Armenia, Pereira, Manizales y muchas otras poblaciones.

Es un hecho que estar en un punto geopolítico y económico estratégico para la expansión de las economías internacionales, influye para que las miradas se dirijan a nuestra Colombia. Estamos entre los países de mayor riqueza en biodiversidad: agua dulce, flora y fauna, climas variados que permiten en trayectos cortos de una o dos horas, cambios de temperatura evidentes. Ello sumado a las dos costas, y las consideraciones de infraestructura física en vías hacia el futuro, de hacer más fácil los trayectos a Centro y Suramérica tanto terrestres como marítimos, que hacen cada vez más fuertes los lazos comerciales, culturales y sociales con los países latinoamericanos.

Por otra parte, los retos son exigentes para comerciar con Asia, Europa y Estados Unidos, debido a su desarrollado capitalismo, que ha llegado a niveles bastante nocivos por no decir destructivos para la misma humanidad.

Esta mezcla se vislumbra en constantes luchas sociales que vemos reflejadas a diario en las noticias; no es para menos, miles de empresas en Colombia quiebran por la supremacía del comercio oriental o las grandes plataformas norteamericanas.
El proceso de globalización significa prepararnos para afrontar retos no sólo a nivel interno, sino la constante renovación de mercados, empresas y retos que son impuestos por países ricos.

El fortalecimiento de la democracia, de la participación ciudadana y todo lo que significa: deliberación, corresponsabilidad, concienciación en las sociedades contemporáneas, se convierten en un eje fundamental para medir el grado de desarrollo de una nación.

Ya sabemos de sobra la famosa anécdota del colombiano y el japonés, en la cual se reconocen las capacidades individuales para sobreponerse a las dificultades para un colombiano ante un oriental, pero al momento de trabajar en equipo ellos nos toman una distancia bastante considerable. Esta anécdota simple pero de enseñanzas profundas para la vida nos insta a establecer muchas más oportunidades que debilidades, pues estas últimas se fundamentan esencialmente en ciertas características que a continuación esbozo de acuerdo a comportamientos que proyectamos en la vida social, laboral, académica o familiar:

1.) Preocuparnos más por saber de nuestro país; no es llegar a la crítica sin argumentos, no reconociendo la opinión del otro, no es quedarnos en la desconfianza, el juzgamiento, la burla.

2.) Aprender de quienes están cerca, no dejarnos llevar por tanta manipulación de la imagen de las “grandes estrellas”. En nuestro país nos hemos acostumbrado más a adular a las estrellas de la televisión, de la música, no reconociendo a quien está más cerca de nosotros, lo que genera intolerancia, recelo, manipulación de acuerdo a las necesidades transitorias.

3.) Aprender la importancia del trabajo en equipo. El reconocer al otro, no como un rival o un posible tropiezo, pues el mundo exige sociedades cada vez más sincronizadas, con altos niveles de organización, educación; el mantener “círculos de amigos” ha creado con el tiempo el aceptar los niveles de corrupción, desconociéndose las capacidades de otras personas que pueden estar distantes.
4.) El romper con el fantasma creado por el narcotráfico del dinero fácil, del camino sin rigor, sin educación, sin conocimiento, eso sólo lleva con el tiempo al desgaste, a ver al otro como un simple objeto de manipulación en todos los aspectos: sociales, económicos, sexuales, etcétera. ¿Qué herencia moral les queda a los hijos?

5.) No seguir fomentando la ley del más fuerte, del pisotear al otro. Entender que la sociedad gira en torno a presupuestos que sean de beneficio común, existen líneas invisibles que no podemos sobrepasar, al hacerlo la vida misma está en riesgo.

Colombia tiene más oportunidades que flaquezas, y nosotros no hemos sido capaces de canalizarlo, en cambio otros sí lo han descubierto y visibilizado, fue un hecho de resonancia lo que hizo el entrenador argentino José Pékerman con la selección Colombia, demostró el potencial de nuestra gente cuando se le enseña a trabajar en equipo, respetando las fortalezas de cada uno, los momentos, los liderazgos, las situaciones, no dejándose llevar por falsos triunfalismos o el manoseo de la prensa amarillista.

Los ciclistas han mostrado otra cuota de esa capacidad, especialmente en el extranjero al lograr hazañas, momentos de gloria cuando se engranan la organización, la preparación integral y el trabajo en equipo a la hora de competir.
Mirarnos al espejo sin sentirnos disminuidos para fortalecer esos potenciales. No importa el lugar donde estemos o el nivel académico o financiero, Colombia necesita esa transformación social en cada uno de nosotros.

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