La recolección de firmas para respaldar las candidaturas presidenciales fue un ejemplo típico de lo que son los procesos electorales en el país y de las artimañas usadas para conseguir metas. Recolectores para Alejandro Ordóñez denunciaron que esa campaña no les pagó el monto acordado. Por otro lado, se dice que funcionarios de la Registraduría de algunos departamentos utilizaban los recursos de la entidad para recoger firmas para Germán Vargas lleras y que este movimiento ofrecía cosas a cambio como incentivo a los recolectores.
No es de extrañar que de las 2.208.543 firmas presentadas por la campaña de Alejandro Ordóñez solo 841.460 fueran válidas y de las 5.522.088 de la campaña de Vargas Lleras solo validaron 2.752.287. Es decir, el 61,9% del primero y el 50,2% del segundo resultaron nulas por falsedad o porque no tenían datos completos. Esos resultados turbios son un fiel reflejo de cómo serían sus eventuales gobiernos. Para esos personajes, fieles alumnos de Maquiavelo, el fin justifica los medios y sus pensamientos políticos se caracterizan como amorales.
Se comprueba así las presiones para que funcionarios públicos recogieran firmas y que pocos firmaron voluntariamente por convicción. Esto contrasta con lo que muestran las encuestas; supuestamente los que más impresionaron con un gran volumen de firmas no son los que la puntean. Las encuestas se realizan sin presiones y no hay ningún incentivo. Es curioso que en las encuestas el exprocurador Ordóñez no le gane ni a Timochenko, este último ganador con amplia ventaja en la pregunta por quien nunca votarían.
La revisión de la Registraduría demostró que el proceso de recolectar firmas estuvo viciado de prácticas corruptas, como todo en este país. Algunos candidatos reconocen que les pagan a quienes consiguen los nombres, cédulas y rúbricas de los ciudadanos y se han denunciado casos de firmas pagadas. Además, casi la mitad de los 17 millones que se llevaron a la Registraduría se anularon. Es bueno resaltar que la recolección de 4,3 millones de firmas para la consulta anticorrupción del Partido Verde fue un ejemplo de transparencia.
Mostrar resultados falsos para hacer creer que se está en la cima de algo o que se está triunfando es la misma lógica usada en el escándalo de los falsos positivos en Colombia. Se llegó al extremo de asesinar civiles inocentes, haciéndolos pasar como guerrilleros muertos en combate con el objetivo de presentar resultados victoriosos por parte de las brigadas de combate. Muy parecido también a la falsedad de las redadas de la Policía y agentes de tránsito o a los desfalcos a la salud con falsos enfermos o la caída de puentes por falsas auditorías.
Nuestro sistema político es fraudulento en su origen porque el poder público, en sus diferentes niveles, surge de elecciones que mayoritariamente son producto de prácticas delictuosas; y en su comportamiento, porque la corrupción pasó la raya roja y los colombianos cada día se levantan con nuevos escándalos. Estos involucran desde concejales de municipios remotos de la geografía nacional, hasta el mismísimo presidente de la República. Pero, hay esperanzas, no todos los que aspiran son iguales. El pueblo con su voto puede cambiar los destinos de este país.