Los ejercicios de participación ciudadana deberían de llevar en sí mismo una característica de transparencia, toda vez que es un sentir popular sentirse representados de la mejor forma. Sin embargo, la realidad ha llevado al hastío del pueblo. Hoy nos encontramos ante realidades paradójicas. Por un lado, la gran mayoría de los colombianos no ejercen su derecho al voto, y otra gran cantidad votan por cualquiera sin importarle sus ideas ni mucho menos sus planteamientos; simplemente vendiendo sus conciencias ante el mórbido billete de Jorge Isaac. En Colombia los ejercicios democráticos tienen de todo menos una decisión de la masa popular, vemos referendos, revocatorias, escogencias de candidatos de manera amañada que manipulan a las masas para lograr sus turbios intereses.
Estas manipulaciones que se dan de variadas formas, muchas veces de manera imperceptible con el manejo de los medios de comunicación, de la inauguración de obras apadrinadas como si ellas se generaran en la buena fe de un mandatario y no en el quehacer de un servidor público. Así también se maneja el famoso “botín”, como bien lo denominan en la calle, todos los espacios para la clase política colombiana se han convertido en la manera de realizar y manipular sus deseos, sin mayor coherencia del hacer bien social.
La excelencia del ejercicio político debe ser que el interés de la masa esté sobre el interés de los particulares lo cual, como ya se ha planteado, no son muy tomados en cuenta ante los intereses de los políticos y sin el interés de un pueblo de tomar posición sobre su futuro. Esto en definitiva se convierte en que la voz del pueblo no sería la voz de dios, si no del dueño del botín que manipula ya sea con el dinero o con falsas promesas las mentes de los ciudadanos de a pie.
Así se convirtien los procesos democráticos en juego de niños, que además de mantenerlos a ellos, luego quieren heredar a sus familias o a sus títeres. Por esta razón los procesos de participación en Colombia se han convertido en formas de sometimiento social, para seguir con más de lo mismo.
En Sincelejo esto es una gran realidad. Aquí no se marca diferencia. Es así como vemos a las dos campañas que usaron la recolección de firmas necesarias para lograr su inscripción, la cual no pudieron lograr a través de los partidos políticos porque en estos se ejerce una mafia de avales, terminaron también prestándose a los intereses propios, manipulando los espacios creados para la participación ciudadana en espacios torcidos. Usaron “el botín” para pagar las firmas, y ante la necesidad por conseguir dinero se veían obligados a firmar con datos inventados porque la gente realmente no querían firmar para apoyar a quienes no son dignos representantes del pueblo.
Para mí no fue sorpresa encontrar en unas de estas campañas a un joven sentado en una banca de un sitio público, llenando y firmado, porque tenía la necesidad de recoger la plata, que le serviría para ir a la universidad al día siguiente. Esto muestra que bajo el aprovechamiento de las necesidades económicas de una persona, y la carencia de apoyo en un transporte publico diferenciado para estos jóvenes, en una ciudad que no tiene ni busetas que cubran todas las rutas, estos espacios los empujan a hacer algo en que ni siquiera están convencidos.
De esta manera, estos ejercicios deben ser realizados a conciencia, buscando que de una manera u otra el recolector de las firmas este convencido en lo que hace, apoyando al candidato, que a su vez, sin el interés de la recolección, lo apoya con sus necesidades y ha trabajado con él durante todo el tiempo no solo en épocas de campaña. Igualmente, que quien firme lo haga por convicción no obligado ni a engaños, como sucedió en nuestra ciudad, cuando lo abordan a uno para firmar sin ni siquiera explicarle para qué son los datos. Solo decían que era para inscribir a un candidato y que no pasaba nada por firmar. Que eso no generaba ningún vínculo.
Quiero acotar que esto no es un señalamiento para ninguno de los candidatos, esto es solo un llamado a la reflexión de las actividades de nuestra sociedad, la cual no debe ser pensada desde la 4x4 ni desde cómodas oficinas con aire acondicionado, sino pensada desde la realidad de los huecos, de las calles inconclusas, de la falta de andenes, de la insostenibilidad ambiental y económica, desde la contaminación y la falta de conciencia ciudadana, desde la incapacidad planear el territorio, desde la falta de transporte eficiente desde la falta de autoridad, desde la inseguridad constante y creciente, desde la realidad que ve el ciudadano de a pie, ese que espera que quienes son líderes y desean ser servidores públicos lo hagan buscando el bien general, la transformación de nuestro territorio demostrando que la política debe ser un ejercicio de pensar como pueblo, viendo que el futuro se construye entre todos