"Las feminazis se han ganado su mala fama"

"Las feminazis se han ganado su mala fama"

"Me gustaría viajar en el tiempo por un momento solo para ver qué dirían las mujeres de nuestros antepasados"

Por: Valeria Esteban
octubre 31, 2018
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Foto: Ekinklik - CC BY-SA 3.0

Hace algunos años las mujeres sacaban pecho cuando se sumergían en el mundo del feminismo buscando la igualdad de sus derechos ante un grupo de hombres que no tuvo más remedio que aceptar que el género femenino no estaba hecho solamente para dedicarse a las labores de casa y tener hijos, sino que estaba preparado para salir al mundo y enfrentarse al machismo en aspectos sociales, políticos, económicos y sobre todo sexuales.

El término feminismo comenzó a utilizarse en el mundo occidental, incluido nuestro país, a inicios del siglo XX como una doctrina que favorecía a la mujer, donde la educación se convertía en la prioridad, abriéndole paso al derecho al voto, a pedir el divorcio y buscar trabajo en igualdad de condiciones, incluso en cargos públicos. El feminismo, apoyado también por los hombres, fue tomando poco a poco más fuerza y se instaló definitivamente en el diario vivir.

Y es justo aquí donde los medios de comunicación en Colombia entran a reforzar la propuesta de “nueva vida para las mujeres”. Primero fue en los años cuarenta, en la radio, con el programa La hora feminista de la activista Ofelia Uribe de Acosta, y durante los años setenta, con la frase “igualdad, desarrollo y paz” apoyada por la Primera Conferencia Internacional, liderada por Naciones Unidas. Además, la televisión y las revistas en furor mostraban ya a la mujer independiente, fumando y vestida para trabajar, usando los pantalones “bien puestos”. Esta fue la apertura para cotidianizar el término feminismo y mostrar a las mujeres en igualdad de condiciones y así lograr tantas cosas positivas.

Sin embargo, del feminismo a las feminazis parece haber solo un pequeño paso, pues nos topamos con este término popularizado en los noventas, que coge cada vez más fuerza, y que se refiere a esa combinación entre el feminismo y los nazis. Este se usa con las mujeres radicales, que creen en la superioridad de su sexo —haciendo analogía al totalitarismo y exterminio—, que por encima de todo defienden su derecho a la libertad de hacer de su vida sexual lo “que se les da la gana”, y cuya visión va más allá de la familia, incluso promoviendo el derecho al aborto. Ahora bien, aunque son las mismas mujeres quienes prefieren decir que esta nueva palabra, es más una invención periodística que responde a una campaña de desprestigio contra el feminismo.

Lo cierto es que a propósito de los cambios aprobados por la Corte Constitucional de Colombia el pasado 17 de octubre, la mujer puede abortar voluntariamente sin importar el número de semanas de gestación en las tres causales permitidas reglamentadas en 2016, porque según manifestó el alto tribunal no aprobarlo es ir en contra de los derechos de las madres, especialmente el de la salud; mientras ante los ojos de los más conservadores esta decisión quedó simplemente como un “triunfo más de las feminazis”.

Por otro lado, y haciendo uso de las redes sociales, no faltan aquellos que se quieren burlar de las “feminazis” y las ridiculizan a través de memes colocándolas como lesbianas, mujeres con bigote, con carácter fuerte, que pueden adoctrinar a su parejas, mantenerlos, pagar los caprichos de “sus machos”, manejar el campo amoroso a su acomodo y las relaciones sexuales a su antojo. Entonces, vale la pena preguntarse si son algunos medios de comunicación los encargados de seguir fomentando estas corrientes que parecen acabar con la verdadera esencia de la mujer o nos enfrentan a ver la vida de una manera diferente, como lo que sucedió hace algunas semanas en el marco del festival “Ideas al Barrio” entre Amparo Grisales y Alejandra Borrero, quienes chocaron fuertemente en temas de feminismo, violencia sexual, piropos y hombres.

Aunque soy una mujer de mente abierta, no estoy de acuerdo con el aborto y creo que las feministas o feminazis se han ganado su mala fama  con su actuación poco coherente. Me gustaría viajar en el tiempo por un momento solo para ver qué dirían las mujeres de nuestros antepasados cuando les contemos que de las cátedras vinculadas a las manualidades pasamos a las clases de ideología de género, donde nuestros niños son los que deciden si quieren ser niñas o niños, así hayan nacido con vulva o pene, y que además somos dueñas de nuestro cuerpo y nuestra sexualidad, porque en lugar de ser responsables y utilizar los métodos anticonceptivos, la solución más fácil se llama aborto… seguramente se levantarían aterradas de sus tumbas para jalarnos las patas.

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