El comandante Carlos Antonio Lozada, miembro del secretariado de las FARC, habló el pasado 27 de marzo sobre las zonas de ubicación, cese del fuego, dejación de armas y el tránsito a la política. Entre otras cosas dice lo siguiente: “El gobierno está preso de dos miedos. Uno a la ultraderecha, que se opone al proceso, otro a la perspectiva de que nosotros nos convirtamos en una alternativa real al régimen. Quiere que se acabe la guerra, pero no quiere que le disputemos la conducción del país a la clase dominante”
Me llama la atención que el Gobierno esté vacilando frente la arremetida de la ultraderecha y pensando que las FARC van a hacer política con armas, teniendo en cuenta todo el apoyo internacional que tiene el proceso y además con los compromisos ya firmados. Nada más falso y oportunista si partimos del principio que la dejación de las armas es todo un proceso, así como lo será el desmonte de los paramilitares. Pero negarles la posibilidad de hacer política desarmados y vestidos de civil desde las zonas de ubicación, con la veeduría y verificación de la ONU, es como meterlos en una “cárcel a cielo abierto”.
Y tienen toda la razón. Lo que pasa es que es un problema complejo la terminación de un conflicto armado de más de 50 años, con todas las experiencias que tiene el movimiento popular, empezando por el genocidio de la UP.
El establecimiento de ultraderecha quiere que la insurgencia entregue las armas así porque si, sin llegar a un acuerdo sobre las zonas de ubicación, el cese del fuego, la entrega de armas, y la transición a la vida civil como partido político desarmado.
No obstante las dificultades, y teniendo en cuenta la afirmación de John Kerry, secretario de Estado, en el sentido de que el gobierno americano se compromete a velar por la seguridad de los insurgentes desarmados-las ironías de la historia-pues tenemos que guardar la esperanza de que, no obstante haberse incumplido el compromiso del 23 de septiembre de firmar la paz el 22 de Marzo, todo indica que, según las noticias del viaje de Obama a Cuba, los astros están alineados de nuevo para que en este año se finiquite la guerra con las FARC y se llegue a un acuerdo con el ELN, para poder cerrar el ciclo de violencia política y empezar a construir el movimiento de masas para acometer las reformas democráticas que está reclamando con urgencia el pueblo colombiano.