Cientos de familias que viven en sectores inestables de la zona norte de Cartagena siguen a la espera de ser reubicados, tras una decisión judicial del Tribunal Administrativo que ordena su traslado.
En el corregimiento de La Boquilla, ubicado en la zona norte de Cartagena, se vive una difícil situación para cientos de familias que se han asentado en un sector aledaño a la ciénaga de La Virgen; la existencia de estas comunidades representa un peligro tanto para sus habitantes como para la preservación del medio ambiente.
Los asentamientos de Villa Gloria y Marlinda, se encuentran ubicados en el sector norte de Cartagena, justo en una zona de flujo de mareas que se encarga de dar equilibrio a la ciénaga de La Virgen, este hecho ocasiona riesgos que impiden la habitabilidad del terreno; de ahí que desde el mes de abril del año 2011 se haya determinado por parte de las autoridades la reubicación de dichas comunidades. Un traslado necesario que aún no se ha llevado a cabo.
En el sector norte de la ciudad de Cartagena la riqueza y la pobreza habitan como dos caras de una misma moneda. Hay zonas de alto desarrollo inmobiliario en la actualidad, pero además hay sectores deprimidos que han ido creciendo con el tiempo de manera informal, sin ningún tipo de planeación ni medidas de seguridad; como sucede comúnmente en las urbes de países en vías de desarrollo. Este es el caso de las comunidades de Villa Gloria y Marlinda, cuyos habitantes se encuentran actualmente en un limbo.
Desde la demanda instaurada por el ambientalista David Sandoval pidiendo el traslado de estas comunidades, hasta ahora, han pasado treinta y nueve meses. Corría el mes de abril del año 2011, cuando la Alcaldía asumió el compromiso de tener listo un proyecto de vivienda habitable para dichas comunidades en un plazo de dieciocho meses que permitiera reubicar a la población y como argumentó Sandoval en su tutela: “proteger los derechos colectivos al medio ambiente sano, a la utilización y defensa de los bienes de uso público, y a la seguridad y prevención de desastres técnicamente previsibles”.
El Tribunal Administrativo de Cartagena dispuso que se debía “cumplir completamente el proceso de reubicación de las familias asentadas en el sector de Marlinda y Villa Gloria y restitución del espacio público en un plazo máximo de cuatro años", pero la población damnificada no ha visto avances en ese sentido.
La problemática que se ha creado en torno a los asentamientos en una zona de este tipo abarca varios frentes, uno de ellos es el factor ambiental que ya ha ocasionado pérdidas difíciles de recuperar. Además de la construcción de viviendas que obstaculizan cuerpos de agua y la contaminación que estos asentamientos producen, se han depositado escombros originados en su mayoría por el “boom” en la construcción que viene dándose en la zona norte cartagenera y que agudiza el drama ambiental, ya que se obstaculiza un corredor de aguas que permitía la estabilidad de la ciénaga.
La otra cara del drama es el aspecto humano, ya que el lugar en el que se encuentran ubicados los asentamientos representa un peligro para sus habitantes por factores que han sido descritos por el abogado ambientalista Rafael Vergara recientemente: “la sedimentación allí es escasa y la dinámica del mar no permite su consolidación. En el invierno las olas y su energía vienen del sur y la geomorfología costera favorece la erosión y la inundación”.
Este es un caso que ofrece la posibilidad de prever riesgos sobre la población y el medio ambiente, evitando un escenario que pone en riesgo tanto las vidas de las 660 familias de Marlinda y Villa Gloria, como la estabilidad del delicado y necesario ecosistema de la ciénaga de Cartagena.
*Foto: Cortesía Oscar Díaz