En este matrimonio de economistas que creen ver el futuro, y editorialistas que tienen un público ansioso, e incluso, que desean bajar una línea económica como si fuera científica, por ejemplo, para justificar las privatizaciones del sector salud, se ven fenómenos como el que está sucediendo en este momento con el dólar. En una publicación de la Revista Semana del 29 de noviembre de 2014 a cargo del analista Julián Cárdenas Fonseca titulada: ‘El rumbo de los mercados’, el autor pronostica un dólar que no supera los $2.250 para final del año 2015. No obstante, bastaron sólo cuatro días, es decir, hasta el 2 de diciembre de 2014, para que la realidad lo desmintiera, en un editorial de la misma revista titulado: 'El precio del dólar se enloqueció en Colombia'. Se especula sobre un dólar que aumentará, pero rápidamente descenderá y se ubicaría nuevamente en $2.200 en 2015, por supuesto, faltaron pocos meses para ver cómo el dólar aumentó en los primeros meses de 2015.
Hasta ahora en agosto que ha superado los $2.900.
Como si lo anterior fueran simples errores técnicos, la revista Dinero dobla la apuesta y el 3 de marzo de 2015 saca un editorial titulado: ‘El dólar no alcanzará los $3.000’ en donde consulta a Juan Sebastián Betancur, analista cambiario y sectorial de Corficolombiana, quien asegura que “luego de que el dólar alcance los $2.600 iniciará una etapa de corrección que lo llevará de nuevo a los $2.200 para fin de año”.
La realidad desmiente a estos técnicos de la economía que creen que es posible hacer predicciones científicas con una disciplina como esta, mientras obvian la importancia influencia geopolítica en la misma; es decir, la influencia de la política en la economía.
No obstante, para algunos, esta sería una mirada ingenua, pues a pesar de que es cierto que algunos economistas creen en tales tesis, para otros, lo que importa confundir a la opinión pública para: 1. Hacer negocios en medio de un ambiente enrarecido y justificar ajustes que ‘liberen’ a la economía de la intervención de los poderes del estado. Y 2. Para forzar la devaluación del peso con respecto al dólar. En castellano: promover su caída para poder pagar a menor precio las deudas adquiridas por los poderes privados y así liberarse de la presión de sus deudas e intereses dentro del país.
Por supuesto, y como lo dice uno de los editoriales ya mencionados de Semana, una de las consecuencias negativas del aumento del dólar, es que encarece la deuda externa, pero éste es un tema menor para los grandes empresarios, quienes no se ven en realidad perjudicados por esta consecuencia pues, con gran habilidad, descargan gran parte de sus deudas en dólares al Estado; es decir, que tanto usted como yo terminamos asumiendo los costos de una alta e impagable deuda externa asumida por empresarios privados que con justificaciones de empleo, desarrollo, etc., solicitan préstamos internacionales y luego de hacer negocios y enriquecerse a nivel privado transfieren la deuda en dólares al Estado colombiano.
Existe una debate ético en algunas partes del mundo sobre un tema al que Taleb, reconoce como ‘opcionalidad’ ¿En qué consiste? En reconocer como una falta ética tomar decisiones de alto impacto social, sin ser parte del grupo que recibirá el impacto de esas decisiones. Es decir, que si un economista, como los anteriormente mencionados, anuncian una disminución en el precio del dólar y sus negocios no dependen de su predicción, entonces tiene la opción de ‘salir bien librado aunque tal predicción falle’; no es así para quienes aceptan su análisis presumiblemente profesional y toman decisiones que pongan en riesgo sus bienes y el de sus negocios, es el caso de los empresarios de la pequeña y mediana empresa.
El economista que haga predicciones y que no tenga que ver con lo que predice, tiene la opción de salir bien librado sea cual sea el resultado de sus pronósticos; en cambio, el economista que pronostique, exija asumir riesgos, y que con capital propio los asuma también, puede fallar, pero, éticamente, habría actuado bien.
Pero insisto, esto último, hace parte de un debate sobre la ética del hacer de los economistas que bien se podría extender al resto de la sociedad para que consideremos el criterio de la opcionalidad para aceptar consejo o asesoría de alguien que en todo caso no se verá afectado por los resultados.
Aun así, y como fue interés a lo largo de estas dos notas, una actitud moderada con respecto a aceptar el consejo de los analistas económicos es quizá lo único que nos queda a quienes. A veces, sin prevención, leemos las columnas de análisis de los diferentes medios de comunicación y tomamos decisiones de riesgo que bien podríamos dejar a los dados o a una moneda lanzada al aire.
@Dannyalejo7