No existe en el ámbito universitario un recurso más infame al cual acudan los docentes que el de las exposiciones. Un ejercicio mediante el cual un alumno asume el papel del docente para ilustrar a sus compañeros de clase acerca de un tema en particular, acudiendo a la consigna según la cual la clase no solo puede ir del profesor hacia sus alumnos, sino que estos se deben apersonar más de su formación.
Pues bien, digo infame porque lo que se esperaría de una exposición a nivel universitario es una preparación a conciencia del tema por parte del alumno, el uso adecuado de los recursos tecnológicos disponibles y, sobretodo, buena oratoria, la cual se adquiere, obviamente, con la preparación de la exposición, sumado a ello la intervención del docente en aquellos puntos en que sea necesario. Pero la realidad es muy diferente.
Las exposiciones son presentadas por un alumno que poco ha preparado el tema y, por supuesto, no lo maneja; se limita, en la mayoría de los casos, a leer las diapositivas ilegibles para el resto del salón o una hoja que lleva siempre en la mano y que hace las veces de fichas bibliográficas. Una lectura poco digna para un estudiante universitario que muchas veces va acompañada de prolongados silencios mientras trata de entender sus propios apuntes.
En algunos casos, la exposición va acompañada del reparto de dulces, chocolatinas, galletas u otras golosinas, quizás para ganar unos puntos y disimular la paupérrima preparación de la presentación. A veces siento que estoy en un transmilenio y no en un aula universitaria.
Pero faltaba el recurso del vídeo. Maravilloso si es bien utilizado y que puede ejemplarizar mejor la idea expuesta. No obstante, he visto exposiciones que se inician con la presentación del grupo o alumno expositor, unas cuantas palabras para la introducción, un extenso vídeo que abarca todo el tiempo disponible para tal ejercicio y la finalización con el agradecimiento y aplauso, a veces furioso, de algunos miembros de la clase en solidaridad con los expositores.
Pensé que lo había visto todo y que nada podía ser peor, hasta hace poco. En una de aquellas exposiciones un alumno recurrió al recurso del vídeo, no uno normal, no. Era un vídeo en el cual se podía ver a una persona, ajena a la clase, exponiendo el tema que ese alumno debía presentar con sus propias palabras a la clase. ¿y el docente? impávido.
Sin embargo hay que ser justos, he visto exposiciones maravillosas, muy pocas, pero notables. Personas con un fantástico manejo del tema, de los recursos y del tiempo. El uso de imágenes en las diapositivas en lugar de cientos de letras apiladas de forma ilegible.
Existen muchos recursos que se pueden utilizar en las aulas para reemplazar la clase magistral en la cual el profesor se ubica frente a los alumnos y les transmite lo que sabe acerca de un tema. Por ejemplo: debates, foros, cine foros y seminario alemán por mencionar solo unos pocos. Es inadmisible que un profesor intente agotar su cátedra a través de exposiciones hechas por los alumnos, mucho más cuando la calidad de las mismas no esta a la altura de la formación universitaria.
