“Porque tengo frío” “porque se me quedó la tarjeta” “porque no tengo plata” “porque se me da la
gana”. Nos metimos en la estación de la calle 95, justo al frente de la iglesia Su Presencia donde
uno supone la gente es más civilizada, más temerosa de Dios. Pero nada de esto ocurre cuando la
única voluntad es pasarse la ley, sentir el vértigo de quebrantar el orden establecido. En cierto
sentido todos somos anárquicos.
Algunos de los que captamos en nuestra sapería se envalentonaron, quisieron golpearnos,
denunciarnos ante la policía. Otros simplemente lloraron. Este es el retrato de una ciudad que
hace tiempo se está incendiando con sus habitantes adentro.